El comedor social de la entidad religiosa que lidera Fernando Ramírez de Haro asiste a cientos de personas al día en el centro de Madrid, mientras la organización potencia la explotación turística con un ‘hostel’ en el edificio donde antes albergaba una residencia de mayores que fueron desalojados
La Hermandad del marido de Aguirre sale de números rojos después de impulsar la explotación turística y cerrar su colegio
“¿Para qué hará cola toda esta gente?”. Un turista se hace esa pregunta mientras decenas de personas aguardan que llegue su turno en el reparto de alimentos de la Hermandad del Refugio. La organización religiosa, cuyo hermano mayor y máximo responsable es Fernando Ramírez de Haro (marido de la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre), entrega en las tardes de lunes una ayuda fundamental a personas sin recursos.
Lo hace en el corazón del barrio de Malasaña, una de las zonas más gentrificadas de Madrid. Visitantes estadounidenses, centroeuropeos, latinoamericanos o asiáticos observan las colas del hambre desde una cafetería que anuncia su oferta en inglés o desde una tienda de pancakes. En el interior, 150 voluntarios (no necesariamente hermanos del Refugio) cumplen diariamente con los servicios de asistencia. Proporcionan atención diaria a unas 250 personas, con capacidad para 80 cenas calientes al día. El resto se atienden con bolsas de bocadillos, fruta, dulce y bebida.
Vestida con una elegante camisa roja y falda negra, Lucía (nombre ficticio) parece no querer colocarse en la fila. “Nunca se te pasa por la cabeza que te va a tocar a ti verte en una circunstancia así. Pero te pasa”, cuenta en conversación con Somos Madrid. “Es la segunda vez que vengo. Vivo con mi madre y llevo ya un tiempo en paro. Con su pensión apenas nos da para vivir en condiciones”. Es una de las pocas personas aguardando el reparto que acepta compartir su testimonio, ya que la mayoría prefieren pasar el trámite llamando la atención lo menos posible.
Armando, quien tampoco quiere dar su nombre real, relata que se ha visto obligado a dejar el piso en el que residía con su esposa e hijo, en el barrio de Abrantes del distrito de Carabanchel: “Teníamos un contrato que nos renuevan año a año y de repente nos pasó de 800 a 1300 euros al mes. Ahora además tanto mi mujer como yo estamos en paro. Nos hemos tenido tenido que ir a vivir con mi primo, ojalá no sea por mucho tiempo”. Cuenta que se encuentra inmerso en un proceso de selección para trabajar en un call center: “Ojalá salga. No es plato de buen gusto verse obligado a recurrir a estas cosas”.
El comedor social se encuentra en el número 16 de la corredera Baja de San Pablo, junto a la iglesia de San Antonio de los Alemanes, uno de los principales atractivos turísticos del céntrico barrio de Malasaña. Las visitas al recinto, así como los nuevos tours por la cercana iglesia de San Plácido, se han convertido en dos importantes fuentes de financiación para la entidad. Han sido claves para que la Hermandad salga de números rojos después de varios años de pérdidas. Como también lo ha sido otro de sus proyectos de carácter turístico rodeado de polémica.
Mi madre es la que me está sacando del apuro y sé que eso le pasa mucho a personas en situaciones parecidas. Me parece fatal que cuando esos mayores necesitan ayuda les dejemos tirados
Se trata de la reconversión de la residencia de mayores en el número 1 de la calle Pez en un alojamiento temporal, mediante la cesión a la empresa hotelera Asistencia y Ayuda Yadisema S.L. Los responsables de la agrupación religiosa firmaron un contrato en 2020 con la compañía, a la que cedieron las obras y su posterior explotación durante los próximos 20 años, después de desalojar a 41 personas de avanzada edad. Más tarde, continuaron con el proyecto a través de un plan especial solicitado al equipo de José Luis Martínez-Almeida, por el que proponían levantar un hostel (una especie de albergue pero con tintes más modernos) donde facturar más de tres millones de euros anuales. Un negocio que logró arrancar el pasado año.
Un drástico cambio de modelo en el que prescinden de algunas de sus aportaciones sociales, ya que también han clausurado el colegio de precios asequibles Purísma Concepción, cuyo alumnado era en gran parte población migrante con una limitada capacidad económica. Todo ello con el objetivo de favorecer la sostenibilidad económica de la Hermandad.
Dejar atrás los números rojos a costa de un negocio que “dispara los precios”
Después de las pérdidas de los tres ejercicios previos, la entidad logró un beneficio de 202.923 euros en 2024. El apartado “alquiler espacio y alquiler local” refleja unos ingresos de 125.748 euros por la cesión hotelera. Unido a la partida de las visitas a sus templos, la explotación del turismo dejó el pasado año 477.000 euros en la orden religiosa que preside el Ramírez de Haro (quien ostenta el título nobiliario de Conde de Bornos).
Armando desconocía que la misma entidad a la que en gran medida acude por las consecuencias de la crisis de la vivienda contribuye a ella mediante la explotación turística. “Supongo que al final están en su derecho, por lo menos siguen haciendo cosas buenas con el dinero. Pero es verdad que lo de la residencia pinta mal. Sobre todo porque con ese negocio turístico se disparan los precios. Si todo está subiendo en Carabanchel, no me lo quiero imaginar aquí”. El precio medio del alquiler en el distrito Centro ha crecido un 11% en un año. En 2023, asociaciones vecinales cifraban en 10.500 el número de pisos turísticos en la zona (la mitad de todos los que había en Madrid). En Carabanchel, el incremento interanual durante 2024 respecto al ejercicio previo supera el 21%.
Lucía se pregunta qué habrá sido de los mayores que la Hermandad del Refugio atendía en la residencia: “Al final mi madre es la que me está sacando del apuro y sé que eso le pasa mucho a personas en situaciones parecidas. Me parece fatal que cuando esos mayores necesitan ayuda les dejemos tirados”. Este periódico ha tratado de contactar a la organización religiosa para conocer su respuesta ante estas críticas o si consideran que existen contradicciones en su labor. Por el momento, no han contestado a las consultas trasladadas.
En una entrevista para la Cadena COPE con motivo del pasado día de Navidad recogida en la propia web de la Hermandad, dos de sus miembros presumían de la labor desarrollada: “Intentamos que todos los que vienen a nuestro comedor estos días tengan algo especial, un trozo de roscón de reyes o una tableta de turrón, que se sientan queridos. Porque son gente que además de venir a comer, notamos que tienen mucha soledad. Intentamos darles cariño, en Navidad y todos los días del año. Intentamos que sea comida casera, que esté bien hecha, que se sientan arropados”. Un calor pasajero hasta que vuelvan a unos pisos que el mercado inmobiliario les impide considerar hogar.