lunes, julio 14 2025

In dubio pro sindicalista

Tras el encarcelamiento de ‘las seis de la Suiza’, hay que recordar que la defensa colectiva de los trabajadores siempre es ruidosa, molesta y, claro, violenta a ojos de la empresa, la policía o la justicia. Por su parte, la violencia empresarial siempre es sutil, silenciosa, invisible, no por ello menos violenta.

Hoy me va a salir fácil el artículo, del tirón y en pocos minutos, mira qué bien. Normalmente, para escribir de cualquier tema dedico unas horas a buscar información, leo lo ya publicado, tiro de hemeroteca, escucho declaraciones, me lo pienso bien, tengo dudas… Pero hoy escribo sobre las sindicalistas conocidas como ‘Las seis de la Suiza’ que acaban de entrar en prisión, y no necesito saber más: estoy con ellas. Me da igual lo que hayan hecho. No deben estar en la cárcel. El gobierno debe indultarlas cuanto antes. El sindicalismo no es delito. Punto.

Así de fácil. No tengo que leerme la sentencia, me da igual de qué las acusaron, qué decidió el juez, qué tribunales han ratificado la sentencia… Solo necesito aplicar el mismo principio al que recurro en cualquier conflicto de origen laboral: ‘in dubio pro sindicalista’. Lo pongo en latín, que suena más convincente, pero te lo traduzco: en caso de duda, a favor del sindicalista. No lo busques en los manuales de Derecho pues me lo he inventado. Sería una ampliación del existente ‘in dubio pro operario’, el principio de Derecho laboral por el que, ante la duda en la aplicación de una ley, se opta por la interpretación más favorable al trabajador. Pues lo mismo con los sindicalistas: en caso de conflicto entre sindicato y empresa, siempre con el sindicato. Con el sindicato de clase, no me intenten colar sucedáneos.

Habrá quien piense que es un principio un poco radical, que los sindicalistas también se equivocan y pueden cometer delitos, los empresarios también tienen derechos, no todo vale en la defensa de los derechos de los trabajadores… Que no, que no, tú hazme caso. Llevo muchos años aplicándolo y nunca me ha fallado: en todo conflicto laboral que no está claro, con versiones enfrentadas, acusaciones cruzadas, atestados policiales y hasta sentencias judiciales, tú ponte del lado sindical, ya verás como no te equivocas. En este caso lo facilita saber quiénes están del lado bueno: todos los sindicatos de clase, partidos de izquierda, colectivos sociales y buena parte de la sociedad asturiana. Ninguno ha tenido dudas.

¿Y qué pasa con las “coacciones graves” que según el juez usaron las sindicalistas contra el empresario? Cualquiera que haya participado en una protesta laboral sabe que siempre sobrevuela la acusación de “violencia”. La defensa colectiva de los trabajadores siempre es ruidosa, molesta y, claro, violenta a ojos de la empresa, la policía o la justicia. Por su parte, la violencia empresarial siempre es sutil, silenciosa, invisible, no por ello menos violenta.

Vengo de familia sindicalista, me crie viendo a mis padres en conflictos laborales. Ya adulto he sido parte de piquetes sindicales en varias huelgas generales, y no, no nos limitábamos a repartir información a la puerta de aquellas empresas cuyos trabajadores acudían “voluntariamente”. Pocas cosas más violentas en democracia que una huelga, que altera la normalidad, saca a la calle el conflicto y confronta derechos incompatibles. Pero solo nos fijamos en la violencia sindical, mientras la violencia empresarial no rompe nada. De las huelgas, yo recuerdo a compañeros con la nariz rota de un porrazo policial tras impedir la salida de un autobús en las cocheras. Y muchos otros detenidos, multados o encarcelados. Que se lo cuenten a los trabajadores del metal, hace unos días en Cádiz. Pregúntenles cómo han conseguido sus mejoras laborales desde hace décadas.

Lo mismo podemos decir de tantas protestas consideradas violentas y que también cuestan cárcel, multas y lesiones a quienes ponen el cuerpo. Impedir el desahucio de una familia vulnerable, por ejemplo. Y en todos esos casos, ante la mínima duda, yo tengo claro con quién estoy. Con los míos.