La Asociación Los Barracones reclama intervenir el espacio, en el que entre 1944 y 1952 arribaron cientos de reclusos que construyeron el ferrocarril Madrid-Burgos, para hacerlo más seguro
De barracón de trabajos forzados para ‘rojos’ a lugar de memoria, la nueva vida del destacamento penal de Bustarviejo
Por él pasaron unos 2.000 presos antifranquistas que construyeron la ya abandonada línea de ferrocarril Madrid-Burgos. Es el destacamento penal que mejor se conserva de España, y el único visitable. También es considerado Lugar de Memoria Democrática por el Gobierno. Sin embargo, nada de eso ha sido suficiente para evitar que unos 100 metros de su techo se derrumbaran.
La tarde del pasado 24 de junio, una tormenta en Bustarviejo hizo que se cumplieran los peores presagios de la Asociación de Memoria Histórica Los Barracones por la falta de mantenimiento de la infraestructura. Sus integrantes son los únicos que dan vida al enclave y ahora demandan al Ayuntamiento una reforma que certifique su seguridad o dejarán de colaborar con el Consistorio. Si ellos se van, nadie organizará las visitas guiadas cada primer sábado de mes, ni los conciertos o las jornadas que tienen lugar en su interior. Se quedará vacío, sin memoria.
El presidente de la Asociación Los Barracones, José Carlos González, recalca que este enclave goza de una conservación sin igual en España, además de ser el único de su tipología visitable en todo el país. Eso podría cambiar si el Ayuntamiento no acomete la reforma necesaria para que la zona sea segura. Hasta este momento, cientos de personas lo visitan cada año, y desde que abrió sus puertas gracias al trabajo de la Asociación han sido decenas los colegios e institutos que han podido conocer lo que allí sucedió a partir de 1944.
“Todas las actividades se desarrollaban en el interior de este lugar que en parte se ha derrumbado. A ver ahora quién se mete ahí con un techo que amenaza con derrumbarse del todo”, dice González. También critica la idea que desde el Ayuntamiento han esgrimido para “salir del paso”, tal y como la cataloga el presidente de la Asociación: “Quieren recolocar las vigas que se han caído al suelo y la uralita, que está hecha añicos, salvarla con una chapa metálica. Todo esto da una sensación de parches para realizar una reforma con una mínima inversión”.
El objetivo primordial del Consistorio es evitar que una nueva tormenta cause más estragos en el destacamento penal, ya que si tuviera lugar algo así el agua entraría a su interior. “Le hemos dicho al Ayuntamiento que se lo tomara en serio. Nosotros nos hemos jugado el tipo hasta que se ha derrumbado”, continúa González.
Sin fondos para la reparación
La solución, como en tantas otras ocasiones, pasa por el dinero para sufragarla. Previendo que un fenómeno de estas características pudiera suceder, el Ayuntamiento realizó el año pasado un proyecto técnico de rehabilitación del edificio por parte de una empresa especializada. “Eso costó 3.000 euros y la idea era tenerlo para poder intervenir de forma rápida si pasaba algo como esto que ha ocurrido”, explica el activista memorialista. Lo que quiere la Asociación es que “todo quede arreglado con una certificación técnica de seguridad, para que puedan seguirse realizando las actividades sin miedo a que se caiga el techo encima”.
González señala que “el Ayuntamiento planea gastarse unos 20.000 euros en hacer un simple remiendo cuando por 110.000 euros se podría adecuar totalmente la zona que se ha caído”. El presupuesto del proyecto total sobrepasa los 220.000 euros, incluidas zonas que llevan sin tejado medio siglo, algo que en este momento no corre tanta prisa remendar, apunta el presidente de la Asociación.
Los Barracones es la entidad que da vida al destacamento penal. Todos los primeros sábados de mes realizan una visita guiada por el enclave, y además anualmente organizan encuentros y un concierto al que acuden más de un centenar de personas. Nada de eso seguirá produciéndose si la respuesta del Ayuntamiento no colma sus exigencias de seguridad en el lugar.
El Ayuntamiento, sin solución
Miguel Martín Hijano es el concejal de Memoria Histórica en Bustarviejo. En el último Pleno municipal dio algunos detalles de la situación, aunque no concretó qué medida tomará el Consistorio para remediar la situación. Dijo que se habían levantado unos 100 metros de la cubierta y que “el tema del tratamiento de la uralita es lo más costoso y lo que va a llevar más trabajo”, aunque aseguró que “no hay ninguna duda de que la uralita será retirada por una empresa certificada”.
Se refirió al proyecto técnico ya realizado, cuyo presupuesto cifró en 216.000 euros. “El Ayuntamiento no puede acometer esa obra general porque no tiene fondos propios y la consecución de cualquier subvención es muy complicada”, comentó en el Pleno. Martín también se mostró algo cabreado cuando relató que “la persona de la empresa que realizó el informe técnico se puso de perfil” al interesarse él por “unas soluciones rápidas” que incluyeran la retirada de la uralita y los trabajos necesarios para que el agua no volviera a entrar en el interior.
Según este concejal socialista, “si la solución es pagar los más de 200.000 euros, entonces nos olvidamos del tema”. Asimismo, informó de que la zona del desprendimiento quedará clausurada, a la par que criticó la exigencia de la Asociación memorialista de contar con un certificado técnico municipal sobre la seguridad de la instalación: “Nunca ha existido ese certificado. Solicitarlo ahora no sé a qué viene, sinceramente”, espetó en el Pleno.
El Gobierno local ha tratado el asunto con el delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín. “Me ha pedido que le envíe fotografías, a ver por esa parte qué podemos sacar”, comentó el concejal. González, el presidente de la Asociación, reclama que se hable con todas las administraciones, también con Patrimonio de la Comunidad de Madrid. “Si se hace la reforma de 110.000 euros que nosotros pedimos, estamos dispuestos a financiar la mitad con todos nuestros recursos, ya sea vendiendo libros, con un crowdfunding, pidiendo donaciones o yendo a Roma si hace falta”, expresa.
La entidad memorialista se encuentra preocupada por lo sucedido, pero más aún con la forma en la que se subsanará el derrumbe: “Ahora mismo estamos parados. La balanza está entre hacer algo bien hecho o en hacer un remiendo”, dice su presidente. Y agrega: “Según lo que haga el Ayuntamiento nosotros seguiremos con la colaboración o nos retiraremos a mejores causas”.
Trabajo semiesclavo de 2.000 antifranquistas
Este destacamento penal posee ciertas características que le hacen especial. Sergio Riesco es profesor de Historia Económica en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y fue profesor del instituto La Cabrera, un pueblo cercano a Bustarviejo. Es él quien cuenta que el enclave empezó a funcionar como tal desde 1944 para aquellos prisioneros antifranquistas que accedieron al Patronato para la Redención de Penas por el Trabajo. Estuvo en activo hasta 1952.
Es difícil concretar cuántos presos pasaron por él. “Que vivieran ahí simultáneamente pudieron ser unos 200. En los casi diez años de funcionamiento, calculamos que por Bustarviejo pasaron unos 2.000 reclusos”, dice este especialista. Todos ellos fueron conducidos al pueblo para construir el ferrocarril que uniría Burgos con Madrid. “Eran semiesclavos trabajando en unas condiciones penosas, con mucha hambre y dificultades para desempeñar sus funciones por falta de maquinaria y ningún tipo de protocolo de lo que hoy llamamos seguridad e higiene en el trabajo”, añade Riesco.
Este docente universitario critica que todavía hay mucha opacidad sobre lo que ocurrió en estos destacamentos “porque los archivos penitenciarios que dependen del Ministerio del Interior no son de fácil acceso”. Lo que sí sabe es que pasaron 15 años desde que terminaran las obras hasta que el ferrocarril Madrid-Burgos fue inaugurado, en 1969. “Funcionó unos 35 años, hasta que empezó a haber problemas con la infraestructura y quedó obsoleta”, relata el antiguo profesor de instituto. A día de hoy, la vía se encuentra abandonada.
El enclave ha permanecido bien conservado durante décadas por el uso que se le dio tras la retirada de los presos. “Se utilizó como establo para guardar el ganado, las cabras, vacas y ovejas, de los ganaderos que tenían arrendada la dehesa vieja de Bustarviejo, donde está el destacamento”, explica el mismo Riesco.
Él es una de las personas que más ímpetu a nivel docente ha puesto para dar a conocer el destacamento penal y conoce bien la labor realizada por la Asociación Los Barracones. “Es la hora de las administraciones. Esto lo ha visitado todo el mundo, desde Patrimonio de la Comunidad de Madrid hasta la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, y a todas les ha parecido genial lo que la Asociación hacía. Ha llegado el momento de que lo demuestren. Si quieren que lo sigan haciendo, tendrán que buscar la manera de que se pueda trabajar en el destacamento con seguridad, porque el Ayuntamiento no tiene medios suficientes para acometer la remodelación”, concluye.
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