El regidor, de la familia de los verdes europeos, cree que no habrá ninguna sanción por la masiva movilización del Orgullo LGTBI que el Gobierno ultraderechista trató de impedir y ve al Ejecutivo fuera de «control»
Un Orgullo prohibido que inunda las calles convierte a Budapest en un símbolo frente a la ola ultra
Lejos de prohibirlo, el Orgullo LGTBI fue masivo en Budapest. Miles de personas inundaron las calles de la capital de Hungría en una movilización histórica después de que el Gobierno del ultraderechista Viktor Orbán intentara prohibirlo con penas de cárcel para los organizadores y multas para los participantes. Decenas de dirigentes europeos desembarcaron en la movilización y las fuerzas progresistas celebran la victoria frente a un Orbán al que ven en horas bajas. Así lo ha dibujado el alcalde de Budapest, Gergely Karácsony, que gobierna una ‘isla verde’ en el país que lleva más de una década bajo el mando del líder ultra.
“No puede prohibir un Orgullo y se ha vuelto ridículo”, ha expresado el regidor en una rueda de prensa en el Parlamento Europeo, que ha celebrado un debate específico sobre la ofensiva de Orbán contra las personas LGTBI, que tienen a la Comisión Europea en alerta, aunque por el momento no ha abierto ningún procedimiento de infracción contra Hungría por este tema en concreto, aunque sí mantiene abierto el expediente por el incumplimiento sistemático del estado de derecho, que se regula en el artículo 7 del Tratado de Funcionamiento de la UE y que puede acabar con el derecho a voto de Hungría en el Consejo Europeo. No obstante, es un camino empinado porque requiere de la unanimidad del resto de estados miembros.
Para Karácsony, Orbán se metió un “gol” en propia puerta al intentar frenar la movilización, que terminará sin sanciones, según dijo la policía tras la manifestación multitudinaria del pasado 28 de junio: “Los participantes no serán castigados. Hay un pie de página importante: esto es una decisión política. El Orgullo hizo historia, fue un gol en propia para el Gobierno y no quieren castigar a los ciudadanos porque esto incitaría sentimientos antigubernamentales. Si quisieran, podrían hacerlo”.
Pero sancionar a los participantes de una manifestación reivindicativa, que contó con presencia de dirigentes europeos, sería un “error”, según reconoce el alcalde, a las puertas de unas elecciones el próximo año al que Orbán llega con las encuestas a la baja. “A mí me amenazaron con un año de cárcel y estaría encantado de ir a un juicio porque eso me haría aún más popular”, ha presumido.
“Creo que el Gobierno ha entrado en pánico porque han perdido el control. No pueden controlar cómo piensa la gente, que es lo más importante en democracia, y creo que habrá un cambio de régimen en Hungría en abril del año próximo”, ha respondido el alcalde de Budapest, que ve opciones de que la oposición arrebate el poder a Orbán. Y ha admitido que están discutiendo un posible futuro gobierno. Y es que la experiencia en las municipales, de un frente común de la mayoría de fuerzas de la oposición, les salió bien. Ahí hay una oportunidad de desbancar a un Orbán que es, además, el ‘enfant terrible’ de la UE.