La política española aún puede caer más bajo y que Feijóo acuse a Sánchez de haber sido un proxeneta. Los socios conceden una prórroga al Gobierno para que pueda pasar el verano, pero todos los interrogantes sobre su futuro no han desaparecido
Protección al denunciante, controles a cargos públicos y refuerzos en la Fiscalía: las medidas del Gobierno contra la corrupción
Como en las películas sobre venganzas, esta vez es personal, aunque en realidad siempre fue personal. El Partido Popular ha convertido esta legislatura en un asunto sucio y despreciable con innumerables ataques personales. Con eso, ha liberado tensiones internas causadas por su decepción en las elecciones de 2023. Ahora ya casi todo el mundo menta la madre de casi todo el mundo. Los socialistas –o específicamente Pedro Sánchez– han decidido que seguirán por ese camino que la oposición ha elegido.
Un presidente minimizado por las pruebas que se conocen sobre sus antiguos hombres de confianza Ábalos y Cerdán tenía que pasar un examen en el Congreso y comprobar cuánta vida le dan sus decepcionados socios. Verá la botella media llena y pensará que se ha ganado el derecho a llegar hasta las vacaciones de verano y luego ver cómo respira el patio a partir de septiembre. Al PP ya sólo le queda pisar aún más el acelerador y ensañarse con los insultos personales. En estas ocasiones, los líderes prefieren no llegar tan lejos por aquello de dar una imagen de cierta dignidad. Alberto Núñez Feijóo ya está de vuelta de todo eso y se revolcó sin complejos en el barro.
En la réplica, se mostró indignado por las constantes menciones de Sánchez a los casos de corrupción del PP y su antigua amistad con Marcial Dorado, el contrabandista de tabaco que terminó siendo condenado por su colaboración con el narcotráfico. Debió de dolerle a Feijóo, porque respondió con un golpe bajo: “Ha tenido el cuajo de compararse conmigo. ¿Con quién vive usted?”. Se refería a la esposa, Begoña Gómez, a la que el PP considera culpable de todo a pesar de la caótica instrucción del juez Peinado, incapaz de encontrar indicios incontestables tras un año de investigación.
Lo peor vino después: “¿De qué prostíbulos ha vivido usted? Es partícipe a título lucrativo del abominable negocio de la prostitución”. ¿Estaba acusando al presidente del Gobierno de haber sido un proxeneta, de haber recibido dinero de una trama de explotación de mujeres? Parece que ese es el nivel al que hemos llegado en la política española y de ahí es muy difícil salir. Se refería al hecho de que el suegro de Sánchez, ya fallecido, fue dueño de un club que funcionaba como sauna gay, o al menos así se identificaba en denuncias del grupo ultra Manos Limpias o de ciertos medios de comunicación, y también en las grabaciones del comisario Villarejo.
Un comisario de policía, de los más importantes de la época de Rajoy, desmintió que en ese club se hiciera algún tipo de espionaje policial y dijo que “ese señor lo que ha hecho es ayudar a la Policía Municipal, a la Guardia Civil” cuando tenía información útil para los cuerpos policiales. Desde hace tiempo, se sabe que el Ministerio de Interior de Rajoy intentó utilizar lo que se sabía de ese negocio para “matar políticamente a Sánchez”.
Feijóo decidió que esta historia que mezcla hechos, rumores y noticias falsas le viene perfecta para llegar a La Moncloa. Luego, no se podrá quejar si le llaman a él narcotraficante o a que, si algún día llega a Moncloa, su mujer forma parte del menú político y mediático. En la política, hemos llegado al punto de que los políticos pueden acusarse mutuamente de cometer delitos y no pasa nada. Luego, algunos de ellos presumen de que son constitucionalistas hasta la médula de los huesos.
La portavoz del PNV, Maribel Vaquero, se declaró perpleja por la actitud de Feijóo, que también se dedicó a amenazar a los partidos que sostienen al Gobierno. “Ha mostrado una actitud impropia de alguien que aspira a ser presidente del Gobierno al mencionar a familiares. Es una línea roja que nunca se puede traspasar”. Vaquero funciona con información que se ha quedado muy antigua. Uno de los ejes del discurso del PP es cargar directamente contra la familia de Sánchez.
Hubo unos cuantos momentos insólitos en el pleno del miércoles. En el plano personal, Sánchez tampoco se había cortado nada. Afirmó que de todos los presentes en el hemiciclo, Feijóo era “la única persona que ha tenido relaciones con un delincuente condenado”, por Marcial Dorado (que no había sido condenado aún por narcotráfico cuando se iba de vacaciones con el actual líder del PP). Recordó cosas que son ciertas, como la frase de Feijóo en la que dijo que “un informe policial no es una sentencia judicial”. Eran los tiempos de la Gürtel. Para el PP, el informe de la UCO sobre los manejos de Ábalos, Koldo y Cerdán tiene la misma fuerza que una sentencia.
Sánchez llegó a desgranar los casos de corrupción que acompañaron a los gobiernos de Felipe González. Es cierto que dijo que González “hizo grandes cosas por el país”, pero lo de sacar a la luz los trapos sucios de un presidente socialista por un correligionario no se ha visto nunca. Con Aznar y Rajoy, fue más prolijo. Claro que ahí había tema. Cuando dijo que “Aznar presidió el Gobierno más corrupto de la historia de la democracia”, los escaños del PP ni se inmutaron. Cuando se refería a Feijóo, entonces sí los diputados empezaban a insultar.
Las referencias al suegro de Sánchez fueron recibidas no ya con aplausos, sino con rugidos de aliento. Cuando huelen sangre, los diputados del PP son como una estampida.
Otro momento poco habitual fue ver a Yolanda Díaz sentada en su escaño de Sumar y luego hablando en nombre de su grupo. No hizo oposición al Gobierno del que forma parte, eso ya hubiera sido demasiada originalidad, pero sí mostró su escasa confianza en el presidente y en la respuesta que ha dado hasta ahora en esta crisis. La vicepresidenta habló con la pasión y la energía que hace tiempo abandonaron a Sánchez: “La ciudadanía progresista está angustiada”.
Díaz sí recibió con satisfacción el paquete de quince medidas anunciadas por Sánchez para mejorar la lucha contra la corrupción, de las que dijo que el PSOE había aceptado diez de sus propuestas. De todas formas, el Gobierno de Rajoy también anunció medidas en ese asunto, porque es lo que hacen siempre los gobiernos. Es mejor eso que irse a casa.
Sánchez obtuvo de los socios una prórroga en el pleno sin que eso pueda considerarse una gran victoria. Sería absurdo pensar que salió reforzado. Está aún en respiración asistida. El PNV le dejó claro que su crédito está en números rojos. Todos saben que la alternativa serían unas elecciones anticipadas en el momento más propicio para el PP y Vox. Nadie quiere dejar sus huellas dactilares en la escena del crimen. Cada vez que habla Feijóo –esta versión de Feijóo dispuesto a pedir prestada la navaja a Tellado para manejarla él mismo–, se convencen de que hay que seguir aguantando.
“Gobernar no es resistir. Es transformar”, dijo Yolanda Díaz. Veremos en qué se transforma el Gobierno después del verano. En su condición actual, no puede sobrevivir mucho tiempo. Sólo unos nuevos presupuestos pueden salvarle.