jueves, julio 10 2025

Políticos hablando de políticos

A un lado del ring, comité federal del PSOE. Al otro lado, congreso nacional del PP. Mientras, al otro lado del cristal, a la gente le pasan cosas de las que los políticos no hablan, que no son atendidas por esa política que parece que sólo se habla a si misma. Luego vendrán los lloros

Fin de semana de alta intensidad política. Pocas veces coinciden dos citas importantes de los dos partidos principales del sistema español. A un lado del ring, comité federal del PSOE de alto voltaje por la crisis desatada a raíz del ‘caso Cerdán’ (ex ‘caso Koldo’, ex ‘caso Ábalos’). Al otro lado, congreso nacional del PP, que se suponía complicado para Núñez Feijóo por los movimientos previos de su archienemiga Isabel Díaz Ayuso, transformado finalmente en un acto de coronación sin oposición a causa, paradojas, del ‘caso Cerdán’.

Los dos acontecimientos han monopolizado la información. Páginas y páginas sobre ambos actos en los días previos (esa costumbre de ir filtrando la información sobre nombramientos y ceses antes de que se reúnan los órganos que se supone que han de validarlos), cobertura permanente durante la celebración y análisis de lo sucedido y de las implicaciones futuras en los días posteriores. Un festín para periodistas, tertulianos y aficionados al género (cada vez más parecidos a los taurinos, con sus ídolos, su fe y su lenguaje incomprensible para los legos).

Del comité federal socialista hemos sabido que el secretario general y presidente del Gobierno no ha tenido más oposición que la esperada (García Page, a dos minutos de aparecer en ‘El hormiguero’ y tener entrevista a toda página en The Objective), que se ha reafirmado en su decisión de resistir y que está “tocado”. La spin off del cónclave la ha proporcionado un secundario (este país es una mina de secundarios) a cuenta de acusaciones de acoso sexual a compañeras del partido.

Del congreso del PP hemos sabido que Feijóo ha sido entronizado con la misión de echar a Sánchez y limpiar España de sanchismo (la derecha cuando se propone limpiar España de lo que sea da miedo). Seguramente si se hiciese una nube de conceptos sumando todas las intervenciones del cónclave popular las palabras que aparecerían más grandes, con diferencia, serían Sánchez y sanchismo. Desde el verano de 2021el PP se ha convertido básicamente en un partido antisanchista, sea eso lo que sea. Aquí el minuto de oro lo ha aportado una lideresa disfrazada, por las circunstancias, de secundaria. Díaz Ayuso acostumbra a acaparar los focos a base de ingeniosas expresiones como “dictadura comunista”, “chándal tropical” o su hit sobre lo que le llega a gustar la fruta, que provoca el delirio entre sus fans.

Pero Díaz Ayuso no es un verso suelto en el PP. A veces parece que ese papel lo represente Feijóo y sus apelaciones al centro y a la moderación, que chirriaban en medio del aquelarre antisanchista. Durante el congreso, en la pantalla que cerraba el escenario, se fueron proyectando imágenes de Pedro Sánchez como Marlon Brando en ‘El padrino’, o de su mujer con el mono naranja de las presidiarias de una conocida serie de televisión. La confusión entre política y ficción es ya total, como lo es la ruptura de todos los códigos con el objetivo de generar atención y “proximidad”. La política ya no es capaz de generar realidad, sólo copia la que producen las plataformas.

La mayoría de las informaciones que han salido de las dos citas, tanto el comité federal del PSOE como el congreso del PP, hacen referencia exclusivamente a las cuitas internas de cada uno de los partidos o a las estrategias de ambos en el corto plazo, para mantenerse en el gobierno los socialistas o para sacar a Sánchez del mismo en el menor tiempo posible para instalar a Feijóo los populares. Hasta cierto punto es normal que lo que haya salido de ambas cumbres orgánicas se refiera principalmente a la vida interna de sus respectivas organizaciones, pero hace tiempo que existe una constante que debería preocuparnos: los partidos (no sólo los dos mayores) emiten básicamente informaciones que les incumben sólo a ellos y a sus problemas, sus pugnas y las expectativas que tienen en el corto (a veces cortísimo) plazo. Es muy posible que eso no sea de lo único que han hablado a lo largo del fin de semana, sino que han tratado otros temas, pero lo que llega a la ciudadanía en mayor medida son informaciones que poco o nada tienen que ver con las preocupaciones del votante medio.

Sería injusto culpar de ello en exclusiva a los partidos. Aquí los medios de comunicación tienen un papel crucial a la hora de transmitir y jerarquizar las informaciones. Hace tiempo, sin embargo, que medios y partidos parecen haber entendido que “lo que vende” de la política es la propia política, sus luchas internas, sus estrategias, golpes de efecto, alianzas y contralianzas. La política ya es menos una actividad que se dedica a la gestión de los asuntos públicos que afectan al conjunto de la ciudadanía, para convertirse en una actividad (ingente) que tiene como principal objetivo el mantenimiento de su propia dinámica. La política ya no trata tanto de nosotros como de ellos, como si de una pecera se tratara y nosotros, los ciudadanos, fuésemos meros espectadores de un espectáculo del que cada vez nos sentimos más alejados, menos interesados en las cuitas de unos y otros, en lo que dicen (lo que se dicen) unos y otros.

Políticos que hablan de políticos, con políticos, entre políticos, sobre políticos, contra políticos, a políticos, “en político”. Mientras, al otro lado del cristal, a la gente le pasan cosas de las que los políticos no hablan, que no son atendidas por esa política que parece que sólo se habla a sí misma. Luego vendrán los lloros, porque ese abandono, esta dejadez de los políticos, es lo que va alimentando al monstruo entre una ciudadanía hastiada y sin futuro, abandonada a su suerte, a un paso de comprarle la moto a cualquiera que le dé un mínimo de atención, cualquiera que diga que comprende sus problemas, que la abrace… aunque sea para robarle la cartera.