miércoles, julio 9 2025

Una y hasta dos mociones de confianza

Si Pedro Sánchez sale este miércoles del Congreso de los Diputados sin que sus socios le pidan la dimisión o elecciones anticipadas, saldrá airoso. Y si además, en el pleno del día 22 cuenta con los votos necesarios para aprobar otras siete leyes, habrá salvado el verano. Siempre con permiso de la UCO, claro

El presidente del Gobierno se equivocó con José Luis Ábalos, se equivocó con Santos Cerdán y se equivocó con Paco Salazar. Tres errores consecutivos, y no menores. A la vista está que no tiene un ojo infalible para la selección de personal. Aun así ha logrado un cierre de filas, falso o no, en el PSOE, si bien el problema no lo tiene tanto dentro de sus siglas como fuera de ellas.

Emiliano García Page y quienes le acompañan en el sindicato de críticos habituales no representan la voz de la mayoría en la dirigencia o en la militancia, y lo saben. De lo contrario, ya habrían impulsado una alternativa al liderazgo de Pedro Sánchez similar a la que orquestaron en 2016 para aupar, con estrepitoso fracaso, a Susana Díaz. A quienes tiene que convencer el presidente no es a quienes dentro el PSOE recelan de sus propósitos, sino al electorado y a sus socios parlamentarios. Para lo primero, siempre cuenta con la inestimable ayuda de un PP que serpentea sobre su relación con Vox y la posibilidad de que entre o no en un futuro Gobierno de Alberto Núñez Feijóo.

La portavoz parlamentaria, Ester Muñoz, dice que sí; el secretario general, Miguel Tellado, que ya se verá cuando llegue el momento y Feijóo que quiere un gobierno en minoría. Por querer, puede querer la luna, pero los números no dan para mayorías absolutas, y la colaboración con la ultraderecha, con la que ya gobierna en más de un centenar de municipios, es un hecho irrefutable.

Fue Abascal, y no Feijóo, quien rompió los gobiernos autonómicos de coalición que se constituyeron en 2023 y también quien sostiene con sus votos al PP allá donde gobierna. Para despreciar a Vox y sus políticas no es necesario esperar a 2027 o cuando se celebren las elecciones generales. Basta con que Feijóo condene con rotundidad la propuesta de los ultras para deportar a ocho millones de inmigrantes con el objetivo de que España “sobreviva como pueblo” (sic). Se llama xenofobia y es la que identifica a la extrema derecha más racista de Europa.

En todo caso, si este miércoles Pedro Sánchez sale del Congreso de los Diputados sin que sus aliados le pidan la dimisión o elecciones anticipadas podrá decir que ha salido airoso de una especie de moción de confianza encubierta y que su mayoría parlamentaria sigue intacta. En La Moncloa, de momento, mantienen la reserva sobre el paquete de medidas para la regeneración democrática que el presidente llevará a la Cámara para convencer a sus socios -muy incómodos por la dimensión de los escándalos de corrupción- de que no se trata de resistir por resistir, sino para avanzar y de que la posibilidad de un gobierno PP-Vox es peor que la debilidad del suyo propio.

Si además en el pleno del próximo día 22, el PSOE cuenta con los votos suficientes para sacar adelante los siete proyectos de ley que se votarán en el Parlamento, habrá salvado el verano, aunque cada día que pase no parezca un día más, sino uno menos para la cuenta atrás. Al fin y a la postre, los socialistas esgrimen con satisfacción que en lo que va de mandato han salvado más de 1.000 votaciones; perdido poco más de 100 y aprobado una treintena de leyes. Sin presupuestos, sí. Pero con la mayoría parlamentaria, intacta, y con un Sánchez decidido a afrontar cambios profundos en el Gobierno a partir de septiembre. Con permiso, claro, de los informes que pueda aportar la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil a la investigación abierta en el Supremo sobre la trama creada para el supuesto cobro de mordidas a cambio de la adjudicación de obra pública que creó el llamado triángulo tóxico que integraban Ábalos/Cerdán/Koldo.