El sindicalismo es el auténtico motor de la democracia. La represión sindical nunca es el ataque aislado a un colectivo o a un sindicato determinado. Es una ofensiva global contra los derechos sociales
Hoy en día, felizmente, la salud mental está en el centro de la agenda política y del debate público; sin embargo, muchos de los agentes políticos, mediáticos e institucionales que dicen preocuparse por la salud mental, dedican sus esfuerzos a destruir sistemáticamente los pilares del bienestar. Quienes promueven un mercado de la vivienda a merced de los especuladores, sueldos de miseria en la hostelería o la destrucción de producción ganadera y agrícola local a manos de las macrogranjas industriales, están provocando un enorme sufrimiento psicológico. La salud mental está directamente relacionada con las condiciones de vida, la personal y la colectiva, y es difícil sentirse bien cuando todo lo que te rodea es inestable y corre peligro de desaparecer. Por eso en el entorno de la salud pública se suele recuperar la máxima de Guillermo Rendueles y le recordamos a mucha gente que, a veces, para superar una depresión no se necesita una pastilla; se necesita un sindicato.
El sindicalismo es el auténtico motor de la democracia, porque nunca ha habido derechos sin lucha social, ni avances que se sostengan sin resistencia popular. La democracia tiene más que ver con una huelga de limpiadoras que con las peripecias de un puñado de “padres fundadores” de las instituciones. La historia lo demuestra, como demuestra que la represión sindical nunca es el ataque aislado a un colectivo o a un sindicato determinado. Es una ofensiva global contra los derechos sociales.
La tremenda sentencia en contra de Las 6 de La Suiza –seis sindicalistas asturianas de la CNT en riesgo de entrar en la cárcel por manifestarse en defensa de los derechos sociales y laborales– es inseparable del caso de los seis antifascistas de Zaragoza, tristemente ya en prisión, o de otros casos recientes, como el de los tres de Granada, el de los cuatro sindicalistas de piscinas municipales de Galicia, o los cientos de sindicalistas del SAT procesados en Andalucía. Y esto por citar solo un puñado de casos, dado que, año tras año, cientos de sindicalistas se enfrentan a juicios con amenaza de cárcel por defender los derechos de todos y todas.
Nos reconforta que la sociedad asturiana se haya volcado en solidaridad con Las 6 de La Suiza, como celebramos que el Gobierno asturiano haya solicitado el indulto, incoado por la Consejería de Ordenación del Territorio, Vivienda y Derechos Ciudadanos, con Ovidio Zapico al frente. Es necesario que, desde todos los ámbitos, empujemos y hagamos todo lo que esté en nuestra mano para que ese indulto sea efectivo. Porque hay mucho en juego. Está en juego, por supuesto, que se haga justicia para Las 6 de La Suiza, y que un grupo de trabajadoras no acabe en la cárcel por defender los derechos de las mujeres y de la clase obrera. Pero este caso es una puerta abierta, otra más, por la que se pone en cuestión la propia naturaleza de la democracia. ¿Qué dice de nuestra sociedad que las personas y las organizaciones que siempre están al pie del cañón para defendernos de cualquier tipo de abuso sean las que sistemáticamente están en la diana de las instituciones? Nada bueno, sin duda.
Ahora lo que toca es seguir movilizándonos, seguir empujando para que se logre el indulto, derogar la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad ciudadana (ley mordaza) y seguir impulsando la solidaridad con quienes nos cuidan. Porque eso es lo que hacen las sindicalistas. Nos cuidan como personas, como sociedad y como democracia. Quienes de verdad se preocupen por la salud mental que no olviden que un sindicato puede hacer más por el bienestar social que un tubo de pastillas, y quienes teman por el avance autoritario que no olviden que la solidaridad es la única trinchera que nos permitirá defender nuestros derechos y libertades.
(Que los sindicatos protegen la salud es un hecho científicamente demostrado. El programa ‘What Works for Health’ (‘Lo que funciona para tu salud’) es un proyecto vinculado a los County Health Rankings & Roadmaps y desarrollado desde la Robert Johnson Foundation y University of Wisconsin Population, junto al cual se trabajó muchos años en Asturies a través del Observatorio de Salud. Hace unos meses este programa publicó una potente revisión científica significativamente titulada “Los sindicatos mejoran tu salud”. No sorprenderá a nadie que este proyecto esté actualmente bajo el ataque y los recortes de Donald Trump.