Son muchos los ejemplos que hemos vivido en estos tiempos de organizaciones de izquierdas que se han visto autodestruidas por no ser capaces de distinguir entre enemigos, críticos y quienes exponen de manera honesta otra manera de ver el mundo. No es posible resistir sin establecer alianzas basadas en la confianza
Pedro Sánchez afirmaba en sus círculos internos que ya no se fiaba ni de su padre a la hora de hacer nombramientos. El tremendo golpe que le suponía saber que sus dos secretarios de organización como José Luis Ábalos y Santos Cerdán estuvieran involucrados en un escandaloso caso de corrupción económica, ética y moral ha sido difícil de encajar, pero el hecho de que una de las personas que nombrara para intentar limpiar la imagen de la organización a una persona, como Paco Salazar, con un comportamiento denunciado por una información de ElDiario.es en el que se le acusaba de acoso sexual y abuso de poder ha acabado por demoler esa exigua confianza. Puede parecer algo íntimo, que solo afecta a Pedro Sánchez, pero es algo que puede afectar de manera destructiva a todo el PSOE y el Gobierno.
Más allá de la insalvable contradicción y el daño político a la organización que supone haber dado tanta relevancia a la causa feminista en su intento de regeneración del partido con el cambio estatuario que obliga a expulsar a los consumidores de prostitución y reunirte en la fecha previa al comité federal con las mujeres con cargos institucionales con haber propuesto a Paco Salazar el hecho deja en evidencia una cuestión que la izquierda no ha sabido evaluar. La moral por delante de lo político. Un error capital que ha sido el mayor hándicap progresista de nuestro tiempo.
El error cometido por poner lo moral delante de lo político es fácilmente desmontable por la actitud individual de cualquier miembro, no se puede utilizar a las mujeres como símbolo identitario que te proteja de los malos momentos con sus nombramientos en tiempos difíciles porque se basa en una decisión identitaria y no estructural que tiene los cimientos débiles. La confianza en el ideario feminista no puede ser una postura esencialista, sino una decisión estratégica que trasciende a quienes exponen esos valores. Es por eso que una organización no puede ser conformada en el moralismo y en la actuación individual de sus miembros, sino en un ideario firme que se sobreponga ante la condición humana falible que de manera irremisible inculca cualquier estructura colectiva. La izquierda tiene que dejar a un lado la moralina, el simbolismo y el identitarismo y centrarse en las ideas fuerza, en los grandes compromisos políticos que no tienen nada que ver con la apelación a la moral de los individuos. Porque si ese no es el camino y te sale un Ábalos el daño es irreparable.
Dos venenos que invaden las organizaciones y que son difícilmente superables son la desconfianza interna y la bunkerización orgánica surgida de la paranoia. La destrucción del PCE durante el Franquismo que cuenta Fernando Hernández en “Falsos camaradas” no llegó tanto de la actuación de la represión franquista como de la capacidad del comisario Roberto Conesa de la brigada político social para germinar la desconfianza en el seno de la organización entre compañeros por no saber si con quien hablaban, con quien militaban al lado, era un marxista leal o un topo del comisario Conesa. Una vez que no confías en los miembros de tu organización ya no existe el partido.
Esa desconfianza lleva irremisiblemente al encastillamiento orgánico. Cada vez se confía en menos personas y estas acaparan más poder dejando paso a la inevitable ley de hierro de las oligarquías. Para que eso se produzca se necesita la aparición de la paranoia, el asedio debe ser cierto desde el exterior, porque es cierto que existe un ataque por todos los medios posibles contra el ejecutivo y Pedro Sánchez con lawfare, mentiras y estrategias agresivas que cualquier persona con un mínimo ético rechazaría. Pero esos ataques provocan un repliegue que hace que cualquier crítica o movimiento pueda ser visto como parte de esa estrategia de acoso y derribo y les lleve a cometer errores que les impida ver lo que sí perjudica de manera interna a su formación. Si crees que todo es lawfare no sabes ver a los corruptos cuando la gente te advierte.
Si Pedro Sánchez quiere continuar siendo presidente del gobierno y liderando al PSOE tiene que ser capaz de huir de esa sensación de asedio y no dejar que ese virus acabe construyendo un castillo inexpugnable sin capacidad para abrirse hacia afuera. Son muchos los ejemplos que hemos vivido en estos tiempos de organizaciones de izquierdas que se han visto autodestruidas por no ser capaces de distinguir entre enemigos, críticos y quienes exponen de manera honesta otra manera de ver el mundo, quien no es capaz de vislumbrar los grises acabará en la más profunda oscuridad. No es posible resistir sin establecer alianzas basadas en la confianza.