lunes, julio 7 2025

Trump conquista cada vez más poder en EEUU

El presidente de EEUU aumenta su poder reforzando su control sobre el legislativo al tiempo que la mayoría que tiene en el Tribunal Supremo empieza a dar sus frutos

Trump doblega toda oposición interna para imponer al dictado su agenda ultra

Si “el poder se ejerce, más que se posee”, como decía Michel Foucault, Donald Trump no deja de dar muestras de un poder creciente a través de su ejercicio. Y lo hace como describía el pensador francés, “como una estrategia”, en la que “sus efectos de dominación” son “atribuidos” a “unas maniobras, a unas tácticas, a unas técnicas, a unos funcionamientos” en el marco de “una red de relaciones siempre tensas, siempre en actividad”, a “una batalla perpetua” más que a un “contrato que opera una cesión, o la conquista que se apodera de un territorio”.

Trump ejerce el poder, lo batalla perpetuamente y evidencia los efectos de su dominación, en la Casa Blanca, en el Congreso, en el Supremo, en la geopolítica mundial y en su presencia permanente en los medios y las redes sociales. “Este poder se ejerce más que se posee, no es el ‘privilegio’ adquirido o conservado de la clase dominante, sino el efecto de conjunto de sus posiciones estratégicas”, escribía Foucault, quien añadía: “Donde hay poder, hay resistencia”.

El presidente de EEUU lo tiene claro: “Creo que ahora tengo más poder”. Lo dijo este jueves por la noche, después de la victoria agónica, ajustada, sudada, pero victoria al fin y al cabo, en el Congreso de EEUU. “Podría decir que lo tengo”, continuaba Trump, después de que lograra aprobar su megaley fiscal que le facilita aplicar su agenda ultra –recorte de impuestos a los más ricos, recorte de prestaciones a los más pobres, refuerzo de la lucha contra la migración y más gasto en defensa–.

En este caso, no es solo relevante lo que ha ocurrido –la aprobación de la ley–, sino el cómo, la manera en la que ha doblegado la contestación interna y en la que ha hecho desistir a la Cámara de Representantes de tocar una sola coma al texto que le había enmendado el Senado. Y todo para poder firmar la ley el 4 de julio en la Casa Blanca, para que el 4 de julio, la fiesta nacional de EEUU, se convirtiera en una celebración de su proyecto político.

La conmemoración de la Independencia de EEUU convertida en la fiesta del proyecto de país de Trump con la firma de la One, Big, Beautiful Bill, que es así como se llama oficialmente.

“Creo que vamos a arrasar en este mandato”, proseguía el presidente de EEUU: “Hemos demostrado algunas cosas, y sí, creo que hay más peso, más poder”.

En tanto que el poder se ejerce, Trump lo ha exhibido esta semana en el Congreso, pero también con la inauguración del Alligator Alcatraz, un campo de internamiento con jaulas en las que hacinar migrantes rodeados de caimanes y pitones. Es la muestra de quien puede normalizar el dolor del otro, banalizar la idea de que una persona pueda ser devorada por un animal. Y por eso a Trump se le iluminan los ojos imaginando a un migrante escapando del campo de internamiento, pero que no logra salvarse de las fauces de un caimán. Y ahí es cuando todo el mundo puede ver en la televisión cómo reproduce el zigzagueo del migrante huyendo, pero al que solo le concede “un 1% más de probabilidades de escapar”. Es decir, ahí es cuando Trump describe la muerte de un ser humano del que se está mofando. Y es ahí cuando Trump evidencia que tiene en su mano la vida o la muerte de otra persona.

Los “efectos de la dominación” de Trump no se quedan en el Ejecutivo estadounidense ni en el Legislativo, por el que acaba de pasar arrasando esta semana. Si no también en el Judicial.

La supermayoría que tiene el presidente de EEUU en el Tribunal Supremo –6 a 3– le está dando unas alas que no ha tenido nunca antes otro inquilino de la Casa Blanca: el tribunal han concedido a Trump uno de sus más ansiados deseos –al margen de la BBB–, y es que los jueces federales dejen de bloquear sus decretos. Hasta ahora un juez federal de Massachussets podía detener la entrada en vigor de una orden del presidente en todo el país.

A partir de un fallo del Supremo de hace la semana pasada, los jueces federales solo podrán bloquear la entrada en vigor de normas federales en el estado en el que se encuentren. La decisión del Supremo recorta, por un lado, la capacidad de los tribunales de trabar la agenda de Trump –al tiempo que allana el camino al proyecto político del presidente–. Y, al mismo tiempo, es un foco de caos, en tanto que se dará el caso de que una disposición federal de Trump quede anulada en unos estados mientras esté en vigor en otros, como va a pasar con la nacionalidad por nacimiento –pendiente de revisión de constitucionalidad pero bloqueada por algunos jueces federales–.

El ejercicio del poder de Trump es tan arrollador, que consigue que Paramount, como matriz de CBS News, se pliegue ante una denuncia que no tenía base para prosperar porque cuestionaba la edición de una entrevista a Kamala Harris. Es decir, Trump llevó a los tribunales cómo editó el programa 60 Minutos una entrevista, y los propietarios de la cadena, Paramount, han preferido pagar que ir a un juicio en el que tenían muchas opciones de ganar: han preferido pactar con Trump a mantener el pulso.

“Hemos llegado a un acuerdo por unos 16 millones de dólares más 16 millones, o quizás más, en publicidad”, explicaba este jueves por la noche Trump: “Así que son unos 32, quizás 35 millones de dólares”.

Por el camino, Trump va dejando un reguero de amenazas: a Elon Musk con perder sus contratos públicos –moraleja: para tener contratos públicos hay que llevarse bien con el presidente–; a los congresistas y senadores que le desafían –plantea rivales para desbancarlos de sus escaños–; y a otros líderes que le contradicen –desde Volodímir Zelenski a Pedro Sánchez, pasando por Gustavo Petro o el canadiense Mark Carney–.

Donald Trump está conquistando cada vez más poder en EEUU. Y lo demuestra, lo ejerce sin descanso.


Truth Social de Trump con la portada del New York Post del 4 de julio de 2025.