jueves, julio 3 2025

Trump, ‘Alligator Alcatraz’, campos de internamiento y el sadismo como forma de hacer política

EEUU es un país gobernado por alguien que abusa de su poder en función de sus intereses personales, económicos y políticos. Y que además disfruta visualizando el sufrimiento ajeno. Por eso, el miedo cala y se extiende por todas partes

Esta semana he estado con un amigo que ha tenido que hacer una serie de gestiones oficiales en Washington. Y, en una de ellas, le faltaban unos documentos. En realidad, había llevado un papel impreso equivocado, y la persona de la ventanilla intentaba explicarle qué era lo que necesitaba. Con toda la buena voluntad del mundo, le indicó una oficina próxima donde podía imprimir el papel correcto y volver más tarde, donde le atendería de nuevo si era posible.

El favor era muy grande: mi amigo se exponía a pedir cita de nuevo y retrasar la gestión. Pero no sólo eso: el favor era aún más grande porque la persona de la oficina no paraba de advertirle de que les estaban grabando las cámaras, que no pusiera el ordenador en el mostrador porque si les veían podía ser un problema, que no se acercara al mostrador hasta que ella avisara, que entregara un post it al guardia de seguridad para que las cámaras lo registraran…

La tensión y el miedo que esta persona transmitía ante lo que pudiera pasar por comportarse como un servidor público empático resulta muy elocuente.

Pero se entiende. Tiene todo el sentido del mundo. Porque EEUU es un país gobernado por alguien que abusa de su poder en función de sus intereses personales, económicos y políticos. Y que además disfruta visualizando el sufrimiento ajeno. Por eso, el miedo cala y se extiende por todas partes.

El sadismo como forma de hacer política…

Se le veía disfrutar este martes en su visita a Alligator Alcatraz. Un Alcatraz que no está rodeado de tiburones, como recordaba Donald Trump en redes sociales de aquella prisión en la bahía de San Francisco, sino un Alcatraz en medio de pantanos con pitones y caimanes.

Y ahí es cuando a Trump se le iluminan los ojos imaginando a un migrante escapando del campo de internamiento, pero que no logra salvarse de las fauces de un caimán. Y ahí es cuando todo el mundo puede ver en la televisión cómo reproduce el zigzagueo del migrante huyendo, pero al que solo le concede “un 1% más de probabilidades de escapar”. Es decir, ahí es cuando Trump describe la muerte de un ser humano del que se está mofando.

Las imágenes de las instalaciones que ha inaugurado este martes en los Everglades, en Florida, muestran un campo de internamiento, con amplios barracones enjaulados y verjas metálicas.

Así es Estados Unidos en 2025, donde el presidente de EEUU se recrea con la crueldad de quien huye del hambre, la pobreza, las guerras o el cambio climático.

… y las amenazas de matón constantes

¿Que criticas la ley fiscal de Trump? Pues el presidente sale en televisión y le dice a Elon Musk que “tiene mucho que perder”, y que siempre está a tiempo de mirar si es deportable o de mandar al DOGE, antiguo departamento de recortes dirigido por el dueño de Tesla, “a comérselo, porque se lleva muchas subvenciones”.

Es decir: si no sigues la corriente al presidente de EEUU, te arriesgas a perder contratos públicos. En otras palabras: para tener contratos públicos hay que llevarse bien con el presidente de EEUU. Y mantener esa buena relación tanto tiempo como se quieran conservar las contratas.

En efecto, el mensaje de arbitrariedad, clientelismo, de desigualdad de oportunidades y ausencia de libre concurrencia es demoledor. Si alguna vez EEUU fue una tierra de oportunidades, el mensaje de la actual Casa Blanca es que esas oportunidades está limitadas a los amigos del presidente.

Lo mismo que ocurre para Musk, sucede para Zohran Mamdani, el candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York después de imponerse a las primarias. Él pertenece al DSA, los Socialistas Democráticos de América, un partido que participa en el ecosistema del Partido Democrático y que ha ido ganando presencia institucional a través de una organización efectiva que le ha permitido ganar primarias.

Y a Trump no le gusta Mamdani, no entra en sus planes un revulsivo en la izquierda estadounidense que le haga perder la exigua mayoría que tiene en el Senado o la Cámara de Representantes en las próximas legislativas de noviembre de 2026. ¿Y qué hace? Amenazar, con deportarlo en virtud de falsas alegaciones sobre su situación legal en el país; o con arrestarlo, si no colabora con las deportaciones masivas; o con suprimir financiación federal, si no se comporta como él quiere desde la alcaldía de Nueva York.

El poder que tiene Trump como presidente de EEUU es enorme: puede hacer perder mucho dinero a Musk, puede complicar la vida al alcalde de la principal ciudad de EEUU, pero también puede hacer perder su escaño a un senador republicano.

Y eso es lo que le ha ocurrido a Thom Tillis, senador republicano por Carolina del Norte que se rebela ante la megaley fiscal de Trump porque recorta demasiado el seguro médico para personas necesitadas, el Medicaid.

A Trump le ha enfurecido la posición de Tillis y empezó a movilizar a sus contribuyentes para apoyar en las primarias a un candidato de Tillis. Ante esa situación, el senador ha anunciado que se retiraba, que no se presentaría a la reelección en 2026: ante la maquinaria financiera y electoral del presidente, poco puede hacer quien lleva una década en el escaño.

Con esto lo dejo por hoy. Vamos a ver estos días qué termina ocurriendo lo la big beautiful bill, que Trump quiere firmar para el 4 de julio, día de la Independencia y que suele celebrarse con fuegos artificiales en el National Mall de Washington –el gran parque donde está la Casa Blanca, el obelisco, el Capitolio, el monumento a Lincoln y los museos de la Smithsonian.

Muchas gracias por estar ahí, y hasta la próxima semana,

Andrés