lunes, junio 30 2025

Donde el baño está a un paso: pueblos con piscinas naturales integradas en el paisaje

Chapuzón y paseo por el casco antiguo, todo sin mover el coche. Estos pueblos tienen piscinas naturales o playas fluviales a solo unos pasos del centro, perfectas para refrescarse y plantarle cara al calor

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En verano, pocas cosas se agradecen tanto como encontrar un lugar donde refrescarse. Un sitio con agua clara, sombra natural y algo de tranquilidad. Si además tiene encanto y se puede combinar con una escapada rural, el plan mejora todavía más. Las piscinas naturales, las pozas de río y las playas fluviales han ganado protagonismo en los últimos años, y no es difícil entender por qué.

Hay muchas zonas de baño repartidas por toda España, algunas muy conocidas, como Las Presillas de Rascafría o las pozas de Arenas de San Pedro. Pero en este recorrido no vamos tras los clásicos. Aquí lo que buscamos son pueblos donde el agua forma parte de la vida diaria, donde la piscina natural está tan cerca que no hace falta coger el coche. Basta con darse un breve paseo para darse un chapuzón.

Esta es la selección de siete pueblos que cumplen esa condición: tienen una zona de baño integrada en el paisaje, junto al núcleo urbano, sin necesidad de desplazamientos. Lugares ideales para pasar el día o, mejor aún, buscarse un alojamiento cerca del agua. Eso sí, si se puede, es mejor evitar los fines de semana, porque el verano ya se sabe que todo lo llena.

Navaluenga (Ávila)

Navaluenga es uno de esos pueblos que en verano se llenan de planes al aire libre, paseos y naturaleza. En pleno Alberche, con la Sierra de Gredos al fondo, es fácil ver por qué se ha convertido en un destino habitual cuando aprieta el calor. El puente románico, las rutas de senderismo o la carne a la brasa siguen siendo parte del plan, y lo bueno es que todo queda cerca.

La piscina natural está justo ahí, en el mismo río que cruza el pueblo. Unas pozas amplias y poco profundas, con zonas de césped, sombra y chiringuitos. Lo habitual es encontrar niños con flotadores, amigos charlando y vecinos de toda la vida que repiten cada año. El agua es transparente, ideal para ver peces (y llevar gafas de buceo). Tiene duchas, escaleras y bancos de piedra, por lo que se vuelve un lugar ideal para dejar pasar las horas con calma.

San Nicolás del Puerto (Sevilla)

San Nicolás del Puerto no solo tiene historia, también tiene playa. En plena Sierra Morena, este pequeño pueblo de la provincia de Sevilla mezcla los restos de un puente romano con casonas serranas, aire puro y buena comida. Está rodeado de rutas verdes y cascadas, como las cercanas del Huéznar, y tiene un ritmo tranquilo incluso en temporada alta.

La playa está en un extremo del pueblo. No es natural del todo, pero sí muy agradecida: 350 metros de largo junto al río Galindón, con compuertas que regulan el caudal y todo tipo de servicios. El acceso es gratuito, hay merenderos, duchas y hasta rampas para personas con movilidad reducida. Las familias vienen a pasar el día, con nevera portátil, sombrilla y sandía. Una rareza en Sevilla que ya no es tan secreta como antes.

Casas del Monte (Cáceres)

Casas del Monte es uno de esos sitios que no salen en los mapas turísticos más conocidos, pero que deja buen recuerdo. Está en el Valle del Ambroz, entre bancales de cerezos y castaños centenarios, y tiene ese aire sereno de los pueblos que han sabido quedarse como estaban. Casas bajas, fachadas de piedra y pocas prisas.

La piscina natural está arriba del todo, encajada en la garganta Ancha. Es grande, tiene zona infantil, chiringuitos y hasta pistas deportivas cerca. Y lo mejor: no hace falta ir en coche. Desde cualquier punto del pueblo se llega caminando. Hay sombra, agua limpia y varias pozas río arriba que invitan a explorar un poco más allá.

Candeleda (Ávila)

Candeleda tiene algo especial. Será por su clima, por la cercanía con La Vera o por esa mezcla de arquitectura tradicional, rutas naturales y baños heladores. A los pies del Almanzor, con calles de balcones floridos y casas de entramado, es fácil alargar el paseo y acabar tomando algo en la plaza. Aquí el verano se vive más fresco, al menos por la noche.

Las piscinas naturales están dentro del casco urbano. La Garganta de Santa María forma dos charcos, el de Carreras y el de Palomas, donde el agua baja limpia y bien fría. Hay césped, aseos y chiringuito. Y lo mejor, están justo ahí, sin salir del pueblo. En los alrededores hay más pozas, pero estas son las más accesibles y las que suelen elegir quienes duermen en el centro.

Escalona (Toledo)

Escalona tiene historia de sobra. Un castillo que se asoma al río, murallas del siglo XI y hasta conexión con el Lazarillo de Tormes. A cosa de una hora de Madrid, es uno de esos destinos de fin de semana que lo tienen todo para una escapada rápida: casco antiguo, vistas y playa fluvial.

La zona de baño está justo debajo del castillo. El Alberche se ensancha aquí y forma arenales donde tumbarse, bañarse y pasar el día. Los vecinos lo conocen de siempre, pero cada vez más gente se anima a probar. Hay varias zonas: Calicantón, La Selva, La Playa… Algunas más tranquilas, otras con merendero. Todas están cerca del centro, y muchas se pueden alcanzar caminando.

Bolbaite (Valencia)

Bolbaite es pequeño, pero tiene de todo. Castillo, iglesia sobre una antigua mezquita, restos arqueológicos y un entorno natural marcado por el río Sellent. La estampa es de postal: casas blancas, vegetación a orillas del agua y puentes que cruzan de un lado a otro del pueblo.

Y justo ahí, en pleno casco urbano, el río forma una serie de piscinas naturales que son un imán en verano. La zona del Assut es la más popular, pero hay otras pozas río arriba: el Gorgo Caracol o el de la Cadena también merecen la pena. Hay bancos, mesas, sombra, aseos y hasta una cascada artificial que ayuda a renovar el agua. En verano, se cobra una pequeña entrada para controlar la afluencia. El resto del año, es un lugar tranquilo donde el agua sigue corriendo igual de clara.

Beceite (Teruel)

Beceite parece hecho para las escapadas tranquilas. Calles empedradas, portales medievales, miradores al Matarraña y rutas como la del Parrizal que atraen a senderistas todo el año. Hay pozas y rutas más alejadas, sí, pero también un rincón perfecto justo en el pueblo.

Se llama Font de la Rabosa y está a unos pasos del puente de piedra. Es una poza de agua limpia, con pequeñas cascadas y acceso sencillo. En verano, es como un pequeño oasis dentro del pueblo. No tiene profundidad salvo en el centro, así que es ideal para ir con niños o simplemente meter los pies y dejar pasar el rato. No hace falta más.