Para José María Aznar, que es igual que decir para el PP, cuando el PP gana las elecciones son limpias y el presidente es legítimo. Cuando no las gana, es porque ha habido fraude electoral. Así empezamos con las elecciones de 1989 y en esas seguimos
Feijóo se suma a Aznar y alienta la teoría del amaño de las elecciones: “El sistema no está completamente blindado
José María Aznar se presentó por primera vez como candidato a la presidencia del Gobierno en las elecciones generales de 1989, las cuartas desde la entrada en vigor de la Constitución. Las quintas, bajo el mismo sistema electoral, si incluimos las del 15 de junio de 1977.
En ninguna de las elecciones anteriores se había planteado duda alguna sobre los resultados electorales. En todas se había aceptado la proclamación de los resultados tanto por quienes ganaban las elecciones como por los que no las ganaban. Nadie puso en duda la legitimidad de Adolfo Suárez y de Leopoldo Calvo Sotelo, los dos primeros presidentes de Gobierno de la democracia, y tampoco nadie puso en duda la legitimidad del tercero, Felipe González.
Antes de que José María Aznar fuera candidato a la Presidencia los resultados electorales no fueron puestos en cuestión. En las primeras elecciones en las que José María Aznar fue candidato, el PP puso en circulación sospechas variadas sobre los resultados electorales en varias circunscripciones: Barcelona, Murcia, Pontevedra, Melilla…
Llegó a interponer, incluso, recursos contenciosos electorales contra la proclamación de candidatos electos en las cuatro circunscripciones mencionadas, consiguiendo que, en las tres últimas, las Audiencias Provinciales correspondientes anularan las elecciones, aunque no en la primera.
El PP, en las primeras elecciones con José María Aznar como candidato, intentó “reventar” el resultado electoral, que es lo que hubiera sucedido de haber conseguido que la Audiencia Provincial de Barcelona anulara las elecciones en dicha circunscripción.
Las sentencias anulatorias de las elecciones en Murcia, Pontevedra y Melilla fueron recurridas ante el Tribunal Constitucional, que falló en favor de los recursos en los casos de Murcia y Pontevedra y confirmó la sentencia en el de Málaga (Melilla), única circunscripción en la que se tuvo que repetir la elección.
La investidura de Felipe González se produjo con un Congreso de los Diputados en el que estuvieron ausentes los diputados de esas tres circunscripciones. Por esta razón, una vez conocidas las sentencias del Tribunal Constitucional, Felipe González decidió plantear una “cuestión de confianza”, a fin de que fuera el Congreso de los Diputados en su integridad el que confirmara la investidura inicial.
En las siguientes elecciones generales, las de 1993, que el PP había dado por ganadas antes de que se celebraran, se produjo en RTVE en la propia noche electoral un cuestionamiento del resultado electoral por parte de Alberto Ruiz Gallardón y Javier Arenas, que pusieron en duda los resultados que iban siendo dados a conocer por el Ministerio del Interior con base en los escrutinios de las Juntas Electorales. Tampoco había ocurrido nunca antes.
Años 1989 y 1993. En las dos primeras elecciones generales de José María Aznar se puso en cuestión la regularidad del funcionamiento del sistema electoral, que tuvo que ser aceptado tras la intervención del Tribunal Constitucional en 1989 y tras la distancia inocultable de un millón de votos entre el PSOE y el PP en 1993.
En las elecciones de 1996 y 2000, en las que el PP fue el ganador de las elecciones y José María Aznar fue investido presidente del Gobierno, no se cuestionó por nadie el resultado electoral, a pesar de que en 1996 la distancia entre el PP y el PSOE fue menor que la de 1993 entre el PSOE y PP y a pesar de que se hubiera podido constituir una mayoría de investidura alternativa. Felipe González se negó a participar en una operación de esa naturaleza e incluso intervino para superar las reservas de Jordi Pujol a votar la investidura del candidato del PP.
En las elecciones de 2004, que tuvieron lugar tras los atentados del 11-M, José María Aznar manipuló la investigación de los ataques, atribuyéndoselos a ETA y llegando incluso a llamar personalmente a los directores de los diarios más importantes del país para convencerlos de que el atentado había sido obra de ETA. Tras ese intento de alterar la voluntad popular en vísperas de los comicios, puso en cuestión el resultado electoral que convirtió a José Luis Rodríguez Zapatero en presidente, por entender que se había llevado a cabo una presión desde la calle intolerable en democracia ante las sedes del PP.
Ese estigma de ilegitimidad de 2004 se hizo extensivo a la elección de 2008, en la que Zapatero revalidó su mandato.
Volverían a ser legítimas las elecciones de 2011, que harían a Mariano Rajoy presidente del Gobierno. Y también la repetición electoral de 2016 –al no haberse podido investir candidato con el resultado de las elecciones de diciembre de 2015–, que permitió a Mariano Rajoy continuar siendo presidente del Gobierno, para lo que fue necesaria la abstención del PSOE, abstención que le costó la Secretaría General del PSOE y el acta de diputado a Pedro Sánchez.
La investidura de 2016 de Mariano Rajoy era una falsa investidura, ya que la mayoría parlamentaria de investidura no era mayoría de gobierno, como se pondría de manifiesto en el nulo ejercicio de la potestad legislativa y la potestad presupuestaria y, sobre todo, con la formación de una mayoría absoluta para la aprobación de la moción de censura que condujo a un Pedro Sánchez que ni siquiera era diputado a la presidencia del Gobierno. Mayoría que se mantuvo, si bien con muchas dificultades, en las dos elecciones de 2019 y en la de 2023.
El PP no ha aceptado nunca la legitimidad de Pedro Sánchez. Todavía menos que la de José Luis Rodríguez Zapatero. Ahora resulta que para el PP solo ha sido legítimo Felipe González. Pero no el de cuando era presidente del Gobierno, sino el de ahora. Curioso caso de proyección retroactiva de la legitimidad.
Esto es lo que está detrás de la reaparición de José María Aznar estos días poniendo en duda el resultado electoral de 2023 y el posible resultado electoral de unas próximas elecciones si Pedro Sánchez es el candidato del PSOE y el PP no las gana.
Al final como al principio estamos en lo mismo. Para José María Aznar, que es igual que decir para el PP, cuando el PP gana las elecciones son limpias y el presidente es legítimo. Cuando no las gana, es porque ha habido fraude electoral.
Así empezamos con las elecciones de 1989 y en esas seguimos.