La actitud de Sánchez en la cumbre de la OTAN ha sido valiente y coherente, pero por ahora es solo un gesto, y difícil de mantener. Tendremos que ser los ciudadanos quienes empujemos para que no se mueva de la palabra dada, y también para resistir las fuertes presiones que el gobierno trumpista puede ejercer
Se plantó Pedro Sánchez ante Trump en la cumbre de la OTAN, y yo me dije: “esta película ya la hemos visto antes”. De hecho, la vemos todos los años por Navidad. Sale el primer ministro en rueda de prensa y, preguntado por su relación con el chulesco presidente de Estados Unidos, responde:
“Me temo que esta se haya convertido en una mala relación, una relación basada en que el presidente norteamericano se lleve todo lo que él quiere, y desoiga tranquilamente todo aquello que realmente importa a nuestro país. Puede que seamos un país pequeño, pero somos un gran país, el país de Shakespeare, Churchill, Los Beatles, Sean Connery, Harry Potter, el pie derecho de Beckham, y ya puestos el izquierdo. Un amigo que abusa de nosotros ya no es un amigo, y puesto que los abusones solo reaccionan ante la fuerza, a partir de ahora estaré dispuesto a ser mucho más fuerte. Y el presidente norteamericano deberá estar preparado”.
Según avanza en su discurso, va subiendo la música épica, y los periodistas y funcionarios allí presentes acaban aplaudiendo y vitoreando al valiente primer ministro.
¿La has reconocido? Sí, es Love Actually, la comedia romántica navideña que hemos visto mil veces. También la habrá visto mil veces Pedro Sánchez, y el miércoles en La Haya debió de sentirse como aquel Hugh Grant que le paraba los pies a un presidente norteamericano con maneras de abusón y que acosaba a las funcionarias. Coge el discurso anterior tal cual, cambia los nombres ingleses por nuestros Cervantes, Nadal, Velázquez y Rosalía, y ya lo tienes hecho: un presidente digno que no cede al chantaje, el único que se mantiene en pie mientras los demás gobernantes europeos agachan la cabeza y el secretario de la OTAN se ofrece de felpudo. Aplausos.
Ay, pero la vida no es una comedia romántica, y Sánchez no es un Hugh Grant enamorado. Así que esperamos mucho más que un gesto. Su actitud ha sido valiente y coherente, sí, pero por ahora es solo un gesto. Un gesto arriesgado, teniendo enfrente a un mamarracho tan imprevisible y orgulloso como Trump. Un gesto que en el corto plazo le da un poquito de aire a un Sánchez asfixiado en política interna. Un gesto que, ayudado por la respuesta chulesca de Trump, da a Sánchez talla de líder progresista internacional. Pero ahora viene lo difícil, y para que no quede en solo un gesto, habrá que mantenerse ahí.
La reunión de la OTAN tuvo mucho de patadón y a seguir: los países firmaron un compromiso que ya veremos cómo cumplen, si es que lo cumplen, o si acaban aplazando la fecha límite o recurriendo al maquillaje contable. Pero aunque no fuese finalmente ese caprichoso e inviable 5%, todos van a aumentar el gasto en defensa, y está por ver qué hará España. Como Pedro Sánchez no es Hugh Grant, ni la vida una comedia romántica, tendremos que ser los ciudadanos quienes empujemos para que no se mueva de la palabra dada, y también para resistir las fuertes presiones que el gobierno trumpista puede ejercer sobre España. Y tendremos que mantenernos alerta, no sea que quien nos gobierne después no haya visto Love Actually.