La subida de los precios de la vivienda y en los supermercados asfixian a las familias más vulnerables, mientras que los hogares que viven más holgadamente dedican uno de cada tres euros a ocio, restaurantes, hoteles y transporte
Consultar Idealista antes de aceptar un trabajo: el precio del alquiler lastra la creación de empleo
“El 55% de los encuestados cree que la situación actual de la economía es peor que la anterior a la pandemia y solo el 20% piensa que ha mejorado”, señala el último sondeo a hogares del centro de análisis Funcas. Esta pesimista percepción económica en España choca con los positivos datos de crecimiento económico agregado, del PIB (la forma más habitual de medir la evolución de la actividad), y con la histórica fortaleza del mercado laboral. Para entender esta discrepancia hay que detenerse en la brecha en el gasto entre ricos y pobres. Techo y comida se llevan el 60% del presupuesto de los más vulnerables, 20 puntos más que de los que viven más holgadamente.
Visto de otra manera. De cada 100 euros, en 2024, tras pagar el alquiler, la luz, el gas, el agua y llenar la nevera, las familias más pobres solo gastaron cada mes 40 euros para otras partidas, como la factura del teléfono, la cultura o el dentista, según muestra la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) del Instituto Nacional de Estadística (INE), que se realiza desde 2006 y cuya última edición se ha publicado este jueves con algunos cambios que impiden hacer comparaciones históricas.
Esta distribución del gasto hace que, mientras las subidas de los precios de la vivienda y de los supermercados asfixian a los españoles más pobres, los hogares más ricos pueden permitirse dedicar uno de cada tres euros a ocio, restaurantes, hoteles y transporte. Esta es otra forma de identificar la brecha en el gasto: las familias más vulnerables se dejan solo 16 euros de cada 100 de su gasto total en ir al cine, en cenar fuera de casa, en coger aviones…
Hay que entender que cubrir las necesidades básicas tiene lo que la teoría económica define como una demanda inelástica, que no se reduce drásticamente aunque se disparen los precios, porque no se puede prescindir del pan o de la fruta sin pasar hambre, mientras que sí se puede dejar de comprar un televisor o no cambiar el frigorífico sin consecuencias vitales. En el siguiente gráfico, se puede observar que en categorías como restauración, compra o uso de vehículos personales, servicios de alojamiento y paquetes turísticos, entre otros, la brecha económica se hace más evidente
En esta misma línea, este otro análisis habla de un cambio o desplazamiento general en las preferencias de consumo de las familias hacia las vacaciones que los expertos críticos ven como “el canario en la mina” de la desigualdad, de que “mucha gente ha tirado la toalla”. Es decir, “ya que no puedo comprar una casa, o no me puedo comprar un coche, lo que tenga me lo gasto en un viaje”, resume Ricardo Urrestarazu, profesor de la Universidad de Málaga. “Responde también a que es más fácil viajar, principalmente por la tecnología, y a una moda y a un cambio de gustos; pero está relacionado con la falta de ingresos y, sobre todo, con el exceso de gasto en la vivienda”, continúa este economista
“Cuatro de cada diez entrevistados declara dificultades para llegar a fin de mes. El 90% cree que los salarios están perdiendo poder adquisitivo”, inciden los expertos de Funcas, con datos de su sondeo. “La inflación es el factor más citado como causa del deterioro económico de los hogares, a gran distancia de los demás”, continúan.
Las subidas de precios de consumo y la mayor dificultad para acceder a una vivienda, ya sea por la escalada de los alquileres o por el encarecimiento de las compraventas y de las hipotecas, son la principal causa de malestar social en este ciclo de crecimiento económico, en el que España lidera a las principales potencias de la zona del euro y las empresas de la mayoría de sectores están consiguiendo beneficios récord.
“El crecimiento económico [del PIB] no se traduce en una percepción de mejora en la vida cotidiana de amplios segmentos sociales”, lamenta el equipo de Funcas. “La preocupación por la pérdida o por la ausencia de mejora del bienestar es transversal y se refleja en un amplio consenso sobre el deterioro del poder adquisitivo, el encarecimiento del coste de la vida y el incierto futuro de las generaciones más jóvenes. Destacan, por unos juicios medios especialmente negativos, la población joven y la de edades asociadas a la crianza de hijos, sobre todo en los hogares con niños pequeños”, prosigue.
Bucear en la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE da muchas claves de las discrepancias entre la macro y la micro economía. Entre los ricos y los pobres, incluso pese a que actualmente en nuestro país tienen un empleo más personas que nunca y pese a los incrementos del salario mínimo (SMI) y del resto de sueldos. Una de las claves más preocupantes es el peso que suponen los alimentos para las familias que menos gastan. Exactamente, para el quinto de hogares de la parte baja, escala hasta casi el 20% del gasto total. Mientras que para el quinto de familias de la parte alta es solo un 12% de lo que gastan cada mes en total.
Otra clave es el aumento del precio de la vivienda, del que las nuevas clasificaciones de Estadística sí permite estudiar una evolución en los últimos años.
Este miércoles, en una conferencia, el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, destacó que “España ha crecido mucho más que la media de la zona del euro”, pero advirtió de que nuestro modelo de avance del PIB tiene unos límites, y uno de ellos es la importante creación de hogares, principalmente de inmigrantes, que tienen problemas para acceder a una casa. Concretamente, en las grandes capitales y en los principales destinos turísticos, donde se concentra la mayor oferta de empleo.
“Nadie se va a desplazar 400, 500 o 700 kilómetros si va a tener que trabajar para que la mitad de su salario vaya a pagar un alquiler abusivo”, afirmaba hace unos días el secretario general de Comisiones Obreras, Unai Sordo. Una conclusión que comparten todos los expertos, de todos los colores.
Por ejemplo, el exministro de Economía en los últimos gobiernos del PP enumeró las fortalezas de economía de nuestro país, como “el turismo, junto a las exportaciones de otros servicios, que son francamente positivas, y el despliegue de los fondos europeos del Plan de Recuperación”. Sin embargo, “la cuestión básica inmediatamente es si se pueden producir cuellos de botella, y tenemos uno”, incidió Luis de Guindos. “Cuando tienes un proceso de aumento de población muy intenso, derivado de la inmigración, y una oferta de vivienda restringida, no puedes absorber ese crecimiento”, lamentó.
En definitiva, las dificultades para acceder a una casa digna se comen las subidas de los salarios en algunas familias, incluso aunque haya más miembros trabajando de media por el dinamismo del mercado laboral. Este daño a los hogares ya es una amenaza para el crecimiento del consumo y, por tanto, de la economía en general.