C. M. relata en el escrito que ya investiga la Guardia Civil que “una treintena» de personas con estética de grupo neonazi comenzó a agredir a las personas que vivían en la nave lanzando gases lacrimógenos y pegándoles con bates cuando caían al suelo
La Guardia Civil investiga una agresión grupal a una activista y un migrante en una fábrica abandonada en Aldaia
“Cuando se vaya el hijo de puta de Pedro Sánchez vendrá Vox, los mataremos y los tiraremos al mar”. Este fue uno de los comentarios que le hicieron a C. M. algunos de los integrantes de un grupo ultra que el pasado viernes 20 de junio desalojó de forma violenta una nave abandonada en un polígono industrial ubicado entre Aldaia y Alaquás en la que residían desde hacía años una treintena de personas, la mayoría de origen magrebí.
C. M. fue testigo de este salvaje ataque, ya que llevaba tiempo colaborando con diferentes ONG de ayuda a estos colectivos y conocía a varias de las personas que vivían en el inmueble, motivo por el que el pasado 23 de junio puso una denuncia en la Policía Nacional que ha sido derivada a la Guardia Civil, cuyos efectivos ya han iniciado una investigación para esclarecer los hechos.
La denuncia, a la que ha tenido acceso elDiario.es, relata una situación dantesca, en palabras de C. M. a esta redacción, “fue como una película violenta, de terror”. Según refleja el documento, “en la nave vivían unos 30 chicos magrebíes, desde hacía unos cuatro años, sin provocar problemas”, hasta que fue adquirida por un particular: “Les dijo que el día 20 de junio se tenían que ir, ya que a partir del 21 procederían al desalojo de las personas que allí hubiera”.
La mayoría apuró hasta el mismo día 20 para irse, porque no tenían muchas más alternativas. Según la denuncia, “uno de los chicos le pidió [a la denunciante C. M.] si podría acudir a la nave para ayudarle a recoger sus pertenencias personándose a tal efecto la denunciante ese día a las 15.30 horas. Tenía todos los enseres preparados, solo había que meterlos en el vehículo y marcharse de allí”.
C. M. accedió a acompañarle con su coche y cuando llegaron a la nave, se quedó en la calle esperando a que el chicho saliera con sus cosas: “Mientras esperaba, observo a unas 30 personas con estética de grupo neonazi que salían de una nave que había enfrente, las cuales portaban dos perros pitbull, bates de béisbol, machetes, gases lacrimógenos, dos de ellos portaban un chaleco que simulaba ser de la Policía Nacional portando además esas dos personas lo que parecía ser un arma de fuego tipo pistola metida por el pantalón”.
Me dijeron que me fuera, que cogiera el coche o me rajarían las ruedas
A continuación, siempre según lo relatado en la denuncia, “ese grupo comenzó a agredir a las personas que vivían en la nave” e incluso la propia C. M. recibió insultos, empujones y una bofetada en la cara. Además, dentro de la nave el grupo de agresores “lanzó gases lacrimógenos a las personas que allí vivían y cuando las víctimas caían al suelo, les pegaban con los bates” e incluso uno de los agredidos, para evitar que le siguieran golpeando, “saltó desde el segundo piso de la nave al exterior, fracturándose algunos huesos en la caída, y siendo trasladando posteriormente por una ambulancia al hospital de Manises, donde lo tuvieron que operar”.
Ante toda aquella situación, asegura C. M. que gritaba a los agresores para que dejaran de pegarles. Esto captó su atención, por lo que la interceptaron y la empujaron contra el coche, “me dijeron que me fuera, que cogiera el coche o me rajarían las ruedas”. Asegura que recibió agresiones al llamar ella a la policía por los hechos que estaba presenciando. Los moradores de la nave salían heridos y por eso llamó a la policía. Según cuenta, uno de ellos se interpuso en el momento en que fueron a pegarle: “Se puso delante para defenderme y le rompieron la cara”. Acto seguido, con una máquina excavadora sacaron y tiraron todas pertenencias de los migrantes.
Tras la llamada de C. M. se personó en el lugar de los hechos una patrulla con tan solo dos agentes de la Policía Nacional: “Estaban literalmente rodeados, pero trataron de controlar la situación como pudieron”. Acto seguido, volvió a llamar para pedir refuerzos, por lo que volvió a ser increpada y amenazada: “Antes de que llegaran más agentes, los individuos que portaban los chalecos de la Policía se los quitaron y los hicieron desaparecer junto a los perros, los bates y demás elementos que portaban”. La denuncia afirma también que “la persona que había comprado la nave estaba presente en el lugar de los hechos y le dijo a la denunciante que ese grupo de estética neonazi eran sus amigos; esta persona portaba una riñonera con un fajo considerable de billetes y en un momento después de la agresión le dijo a algunos de los agresores: no os he pagado para eso, se os ha ido de las manos, ahora la culpa va a ser para mí”.
Añade la denuncia que “cuando llegaron los refuerzos y pudieron controlar la situación todos comenzaron a hacer como si no supieran nada de las agresiones que acababan de cometer”.
Hasta el lugar de los hechos se desplazó personal de Cruz Roja y del Ayuntamiento de Xirivella para interesarse por la situación de los agredidos así como director general de inclusión y cooperación de la Conselleria de Igualdad, que dirige Susana Camarero. Desde su departamento han explicado que se personó allí, y estuvo hasta bien entrada la noche: “Ofrecimos recursos de inclusión, con las plazas que teníamos disponibles y, de hecho, 12 personas ingresaron, dado que establecimos procedimiento de urgencia para ello. Aunque los servicios sociales para estas cuestiones son municipales y la competencia de inmigración es nacional, hemos trabajado en particular con este ayuntamiento y nos hemos reunido con ellos varias veces previo a lo sucedido el jueves, para abordar esta cuestión. Además, trabajamos en esta materia con distintos recursos y estamos trabajando para nueva estrategia sinhogarismo”.