En un contexto marcado por fenómenos en redes sociales como las Sephora Kids, algunas familias se preguntan si es bueno dejar que sus peques jueguen a pintarse. Existen argumentos a favor y otros en contra, pero las expertas coinciden en que la clave está en acompañar el juego y evitar estereotipos
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En los últimos años se han popularizado fenómenos como el de las Sephora Kids, una tendencia en redes sociales en la que menores influencers comparten sus rutinas de cuidado facial y consejos de belleza, con todo lo que ello conlleva en términos de sexualización de la infancia y percepción de su imagen. Un estudio de la UNIR del año 2024 analizó la publicidad de cosmética y belleza y cómo las marcas han encontrado un nicho de mercado en menores. Esto tiene consecuencias para ellas, como ya han empezado a avisar profesionales de la psicología y la dermatología. Y existen ya casos documentados de niñas y adolescentes obsesionadas con el skincare.
Pero, ¿qué pasa si los niños y niñas simplemente juegan a maquillarse? Son muchas las familias que dudan sobre si es bueno dejarles que lo hagan o no, por todas las implicaciones que podría tener. ¿Perpetúan este tipo de juegos los estereotipos machistas, la obsesión por la belleza y la sexualización de la infancia, y, por lo tanto, debemos impedirlo? ¿O por el contrario, si el juego simbólico con maquillaje está bien enfocado, puede aportar ventajas en términos de autonomía, conciencia de la autoimagen y psicomotricidad final?
La psicóloga clínica Grecia de Jesús cree que sí debemos dejar que experimenten con este tipo de materiales. “Como cualquier juego simbólico, el maquillaje permite explorar roles, expresarse a través del arte y desarrollar habilidades motrices y sociales. Pintarse la cara puede tener la misma función que disfrazarse o hacer teatro: no es más que una forma de juego y expresión”, asegura.
No se trata de prohibir, sino de observar qué sentido tiene ese juego para el niño o la niña
Sin embargo, Grecia de Jesús añade que la clave está en entender el uso que se hace de ese maquillaje, y para eso hace falta un acompañamiento adulto. “No se trata de prohibir, sino de observar qué sentido tiene ese juego para el niño o la niña. ¿Están jugando desde la inocencia? ¿Están imitando conductas adultas que aún no comprenden? ¿Están empezando a valorarse en función de su apariencia? Ahí es donde debemos intervenir para explicar, por ejemplo, que el maquillaje no debe usarse para tapar defectos ni para gustar más a los demás”, explica la psicóloga.
“El maquillaje tiene tanta carga como la puede tener jugar a la pelota”
Noemí López Trujillo, periodista especializada en igualdad que ha investigado sobre la femmefobia, cree que hay un miedo que subyace cuando nos cuestionamos si debemos o no permitir este tipo de juegos. “Hay una pregunta que ronda mucho, que es si dejar que jueguen con maquillaje es ponerles en la diana de depredadores o sexualizarles de alguna manera. Pero eso sería asumir la mirada sexista que justifica las agresiones sexuales en base a la feminidad”, reflexiona. “La masculinidad construida devaluando la feminidad”, afirma acerca del tema sobre el que publicará un libro en octubre que se titula Me dibujaron así. Por qué el mundo odia la feminidad.
La autora cree que en este debate también hay femmefobia de fondo: “El maquillaje tiene tanta carga como la puede tener jugar a la pelota. Pensar que una niña que juega con maquillaje está estereotipando el género es comprar la idea de que debemos deshacernos de todo aquello femenino para acabar con la desigualdad de género, lo cual es mentira”, apunta López Trujillo.
Pensar que una niña que juega con maquillaje está estereotipando el género es comprar la idea de que debemos deshacernos de todo aquello femenino para acabar con la desigualdad de género, lo cual es mentira
Una idea parecida explica Bel Olid, que se dedica a la escritura, la traducción y la docencia, con el foco puesto en la diversidad y en las disidencias. “Hay quien cree que hay que evitar las marcas de género a toda costa, lo que resulta en realidad en una renuncia a las marcas de género femenino (pelo largo, ciertos colores como el rosa o el lila, faldas, vestidos, pendientes…)”. En esta categoría entraría también el maquillaje. Olid cree que no hay forma de impedir que estos juegos se produzcan: “Las criaturas encuentran formas de jugar a lo que les da la gana, con o sin permiso adulto, igual que en una casa donde no se compran juguetes que simbolicen armas les niñes pueden jugar a guerras con palos o lo que encuentren”. Por eso recomienda una serie de criterios para elegir el maquillaje, como evitar los kits que vienen “en una caja rosa con fotografías de niñas sexualizadas” y optar por presentaciones más neutras, “con una paleta de colores variada, más allá del rosa”.
También recomienda elegir bien los productos la periodista López Trujillo: “Hay maquillaje y pinturas específicas para criaturas”, explica, ya que el que utilizan las personas adultas “puede contener ciertos componentes químicos”. En la misma línea que Olid, cuestiona el hecho de eliminar las marcas de género tradicionalmente relacionadas con lo femenino en la crianza. “Aunque se haga con buena intención, es una forma de perpetuar la devaluación de lo femenino, que es la base de la desigualdad de género. Es decir, compra todo el marco discursivo de que lo femenino es inferior”, argumenta Trujillo.
¿Es igual para niños y niñas?
A la pregunta de si significa lo mismo que un niño o una niña se pinten la cara, Bel Olid responde con otra pregunta que invita a la reflexión: “¿Significa lo mismo que una mujer se maquille o que lo haga un hombre?”. Y amplía esa idea: “Mediante los juegos de imitación del comportamiento adulto las criaturas reproducen (para luego reforzar o rechazar) las normas sociales. Cómo respondemos al juego de nuestres hijes les indicará cuáles son nuestros valores. Si tu hijo se pinta los labios y le mandas a lavarse, le estás dejando claro que no apoyas expresiones de género no normativas y eso le dará pistas claras sobre qué comportamiento se espera de él en casa. Igual que si cuando tu hija juega a maquillarse le dices que está guapísima”.
La psicóloga Grecia de Jesús también cree que no hay que hacer diferencias entre un niño o una niña que quieran maquillarse, pero concede que es normal que surjan dudas. “Es importante no imponer límites rígidos en función del género, especialmente en el juego, que es una vía natural de exploración para la infancia. Sin embargo, también es comprensible que muchas familias se planteen dudas o sientan cierta incomodidad al imaginarse comprando maquillaje a un hijo varón. Este tipo de inquietudes no nos hacen menos respetuosos ni menos comprometidos con la igualdad, sino humanos y parte de una cultura que todavía está en transición”, concluye la experta.