Décadas de corrupción nos han llevado a procedimientos administrativos más exigentes, en aras de la transparencia y la lucha contra la corrupción, para que los tramposos no lo tengan tan fácil. Resultado: los limpios perdemos domingos y noches en trámites interminables y a menudo sin sentido; mientras por arriba corruptos y corruptores se siguen repartiendo adjudicaciones, obras, fondos públicos y mordidas
Como buen autónomo, paso el domingo haciendo facturas y otros papeleos propios de mi condición. Si tú también eres autónomo, podemos llorar y maldecir juntos, venga. Si no lo eres, puedes echarte unas risas, sigue leyendo. Este domingo solo tenía un par de facturas pendientes, de pequeña cuantía, por sendas colaboraciones con dos organismos públicos: una comunidad autónoma y un ayuntamiento. Dos horas frente al ordenador, me digo optimista. Acabarán siendo más de tres. Quien probó la administración electrónica, lo sabe.
Para entretener el ratito y no sucumbir a la “tristeza burocrática” (según magnífica expresión de Remedios Zafra), pongo de fondo las noticias. Están hablando de la trama Koldo-Ábalos-Cerdán. Informes de la UCO, grabaciones, amaños, dinero caliente, acusaciones cruzadas. Salseo del bueno. Venga, vamos allá.
Entro en el portal digital de la primera administración. Empiezo por el alta a terceros, pan comido: rellenar formulario, adjuntar un certificado bancario, firma electrónica. No va. Me pide que actualice a la última versión de Java. Vamos que nos vamos. [Koldo a Ábalos, sobre dos contratos de obra pública: “yo le he dicho (a la presidenta de Adif), mira, dame estas dos, ¿vale?”]. Una vez completado el alta a terceros, voy con la factura. Recupero la proforma que ya tuve que presentar meses atrás. Abro Facturae (si no eres autónomo no sabes de qué hablo, felicidades), voy rellenando casillas, decenas de casillas, hasta que me pide el Código DIR3. Alto ahí. Esto se pone interesante. [Koldo, repartiendo adjudicaciones: “hay que hacer una con Acciona, otra con Sacyr, me dice que tiene que darle una a Ferrovial…”].
Me lleva un ratito pero acabo encontrando los códigos: oficina contable, órgano gestor, unidad tramitadora. Venga, que ya queda menos. Error 408. Huy. Qué es el error 408. Busco en Google. Un foro de autónomos donde comparten soluciones. Me falta un código específico para esa administración. Busco en el portal de la administración. Leo una guía de facturación electrónica. Vuelvo a buscar en Google. [Informe de la UCO: “Era importante que las mercantiles que presuntamente se pretendía que fueran las adjudicatarias no fuesen consideradas ofertas anormalmente bajas. (…) Únicamente requerían que las notas de la valoración subjetiva fueran lo suficientemente altas con respecto al resto de licitadores, para compensar cualquier diferencia surgida de la puntuación obtenida de las ofertas económicas”].
Acabo leyéndome el Boletín Oficial de la comunidad autónoma de marras (¿tú no lees boletines oficiales en domingo?) y encuentro el código que me falta. Ahora sí. Termino de rellenar la factura, reviso bien, la firmo para enviarla. No me deja firmarla. “Error durante la generación de la factura. Los datos no son correctos”. Reviso todo otra vez, no encuentro nada sin rellenar. [Koldo a la presidenta de Adif, sobre Jéssica: “Solo una cosa, que llamen a la chica para que inicie los trámites para la contratación como administrativa, que si no José me corta los huevos”]. Busco en Google. Foro de autónomos. Encuentro una posible solución. Pruebo y no va. Encuentro otra solución. Convierto la factura en un archivo xml. Lo abro con Autofirma, consigo ahora sí firmarlo. Voy a FACE para remitirlo a la administración correspondiente. No lo reconoce, no puedo enviarlo. [Cerdán a Koldo: “550 y de ahí descontamos. Lo de Sevilla diré que te lo pongan por escrito y te lo doy”].
Tras una nueva búsqueda de soluciones, acabo por descargarme otro programa de facturación, uno sugerido por la misma comunidad autónoma. Repito todo el trámite, relleno decenas de casillas, incluyo códigos, genero la factura, no consigo firmarla pero la convierto en archivo xml. La envío. Mensaje de error. [Koldo: “Te iba a pedir un favor personal. Nicoleta. ¿Te acuerdas de la chica rumana? No solo hay que valer para follar. La pobre está en paro. Te lo pido a ti, que le consigamos un trabajo a ella en Valencia”]. Un autónomo youtuber al que le pasó lo mismo ofrece una solución. Sigo sus indicaciones, consigo por fin enviarla. Eufórico, me pongo deprisa a tramitar la segunda factura, antes de que se me acabe la buena suerte, pero nada más empezar llega un aviso: me han devuelto la factura anterior. Muerte. [Ábalos a Koldo, sobre la contratación de otra amiga, ex Miss Asturias: “¿A la de Gijón no la pueden contratar en Renfe, Adif o alguna de sus subcontratas?”].
Seguro que tú también podrías haber escrito este mismo artículo mientras haces tu declaración de la Renta. O mientras atiendes la enésima petición de documentación para la ayuda que solicitaste hace dos años para renovar las ventanas de casa (quien la pidió lo sabe), y que sigues esperando. Ayudas europeas cuyo retraso y parálisis burocrática se achaca a las exigencias europeas de mayores controles para evitar fraudes. Tan europeas como los fondos de esos contratos que Koldo, Ábalos y Cerdán repartían al mejor postor.
El chiste se cuenta solo, ¿verdad? Décadas de corrupción nos han llevado a procedimientos administrativos más exigentes, en aras de la transparencia y la lucha contra la corrupción. Ley de contratos del sector público, ley antifraude, facturación electrónica… Todo para que los tramposos no lo tengan tan fácil. Resultado: los limpios perdemos domingos y noches en trámites interminables y a menudo sin sentido para facturar doscientos euros, solicitar una beca o justificar un billete de tren, sintiéndonos siempre bajo sospecha y temerosos de un error que nos obligue a más domingos y noches de trámites (digitales, que lo iban a facilitar todo más). Mientras, por arriba, corruptos y corruptores se siguen repartiendo adjudicaciones, obras, fondos públicos y mordidas, contratando familiares y amigas en empresas públicas, defraudando impuestos con tramas de hidrocarburos o enriqueciéndose en la compra de mascarillas. Y seguro que no pasan los domingos peleando con una factura electrónica.