domingo, junio 22 2025

Albania también tiene paraísos: diez playas que podrían estar en el Caribe (pero están aquí al lado)

El país no suele estar en el radar de quienes buscan playas espectaculares, pero quizá debería. A solo un paso de Italia, su costa guarda rincones de agua turquesa, calas tranquilas y paisajes de auténtica postal que sorprenden a quien se anima a huir de los destinos más visitados

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Quizá nunca te lo habías planteado, pero Albania se abre paso entre los destinos veraniegos más sorprendentes de Europa con playas que no tienen nada que envidiar a otras mucho más famosas del Mediterráneo. Y como muestra, aquí va una selección para quienes saben mirar un poco más allá del mapa turístico.

Durante mucho tiempo, Albania quedaba fuera de la conversación cuando se hablaba de destinos de playa. Pero eso está cambiando. Su costa, especialmente la del sur, se baña con algunas de las aguas más limpias y cristalinas del Mediterráneo, con un paisaje que alterna calas ocultas, acantilados y playas largas, para que haya planes para todos los gustos.

Un lugar donde el snorkel es un plan casi obligado, donde todavía es posible tumbarse sin agobios y donde, si se esquiva la temporada alta, uno puede llegar a creerse eso de que está ante un secreto bien guardado. Con el mar Jónico y el Adriático repartiéndose la costa, Albania ofrece un Mediterráneo con otro ritmo, más informal, más inesperado.

Grama Bay

Solo se puede llegar en barco o tras una larga caminata. Pero esa dificultad es lo que ha protegido a esta playa. Arena clara, agua turquesa y unos acantilados que cortan la respiración. Está dentro del Parque Nacional de Karaburun y se nota: naturaleza en estado puro, sin construcciones ni servicios. Hay restos arqueológicos tallados en la roca, vegetación abundante y una sensación de estar muy lejos de todo.

Muchos la visitan en excursiones en barco desde Vlorë, que incluyen paradas en otras playas cercanas. Es de esos lugares donde uno entiende por qué Albania empieza a sonar cada vez más entre viajeros que buscan algo distinto. Si el mar está tranquilo, bañarse aquí es de lo mejor que se puede hacer en la costa.

Ksamil

Probablemente la más conocida de Albania. Y con razón. Frente a las costas de Corfú y muy cerca del parque arqueológico de Butrinto, este conjunto de pequeñas calas de arena blanca y agua turquesa sin duda llama la atención. En verano se llena (y mucho), y buena parte de la playa está ocupada por tumbonas privadas, pero fuera de temporada sigue siendo un lugar espectacular. El paisaje lo completan cuatro islotes a los que se puede llegar nadando o en barca.

La arena blanca es poco habitual en Albania, donde mandan los guijarros. Eso hace que Ksamil tenga un punto caribeño que no es fácil encontrar en la región. Aunque la zona ha crecido mucho en los últimos años, sigue siendo una base cómoda para explorar otras playas del sur, con alojamientos y restaurantes para todos los gustos.


Playa de Ksamil, en Albania.

Borsh

Siete kilómetros de playa sin interrupciones. Borsh es una rareza en esta parte del mundo, donde las calas pequeñas suelen ser lo habitual. Esta extensión le permite absorber bien a los visitantes, por lo que incluso en temporada alta es fácil encontrar tu espacio. Tiene chiringuitos, zonas más salvajes y un entorno de montañas y olivares que le da un aire muy distinto a otras playas de la zona.

Pese a su tamaño, se mantiene bastante tranquila. Hay zonas más animadas con servicios y otras más vírgenes donde solo se escucha el mar. Si se busca una playa para pasar todo el día, sin prisas y sin moverse, Borsh funciona muy bien. Y el atardecer desde aquí es uno de los más bonitos del sur.

Gjipe

No se llega en coche hasta la orilla: para acceder a Gjipe hay que caminar unos 30 minutos por un sendero o contratar una barca. Pero merece la pena. La playa está encajada entre acantilados, al final de un cañón que la protege del viento y de las multitudes. Arena gruesa, agua transparente y una sensación de aislamiento que cuesta encontrar en pleno Mediterráneo. En verano puede haber música y algo de ambiente, pero sigue siendo un lugar especial.

Quienes suben al mirador antes de bajar a pie tienen vistas impresionantes del cañón y el mar. Además, hay un pequeño camping junto a la playa, por si la idea es quedarse a dormir con vistas. Para los que buscan desconectar sin perder el contacto con la naturaleza, es de lo mejor de la costa albanesa.


Playa de Gjipe, en Albania.

Jale

A medio camino entre Himarë y Dhërmi, Jale es una playa con personalidad. De día es perfecta para tumbarse, hacer snorkel o explorar las calas cercanas. De noche, cambia el ritmo: bares y restaurantes con ambiente joven y buena parte de los visitantes buscando fiesta. Tiene buena infraestructura, pero también pequeñas zonas donde se puede desconectar.

En temporada alta puede haber conciertos y festivales, por lo que no es el sitio más tranquilo de la lista. Pero tiene su encanto. Desde Jale también se puede llegar caminando a Aquarium Bay, una cala escondida de aguas transparentes y sin servicios, perfecta para sentirse lejos de todo sin estarlo tanto.

Dhërmi

Es una de las playas más populares entre los albaneses, y también una de las más grandes. De arena gruesa y aguas limpias, combina una parte urbana con calas y cuevas a las afueras. Una de las más conocidas es Drymades, que a veces se menciona incluso por encima de Dhërmi. En verano puede haber música y bastante ambiente, pero también es fácil encontrar tramos tranquilos.

El paseo marítimo está lleno de bares, hoteles y terrazas con vistas. Es un buen lugar si se busca algo más cómodo, con servicios y alojamiento cerca. Y si apetece explorar, la carretera que va hacia el norte tiene miradores espectaculares y acceso a otras calitas menos conocidas.


Playa de Dhërmi, en Albania.

Aquarium Bay

La comentamos al hablar de Jale, pero merece una mención aparte. Se trata de una cala pequeña, escondida entre acantilados, con un agua tan clara que parece una piscina natural. Aquarium Bay hace honor a su nombre. Se llega a pie desde Jale o en barca desde Himarë, y no tiene servicios ni tumbonas. Es justo eso lo que la hace especial: naturaleza en estado puro y un entorno casi intacto.

Pese a su tamaño, no suele estar abarrotada, sobre todo si se visita fuera de julio y agosto. Rodeada de vegetación y rocas, es perfecta para nadar, hacer snorkel o simplemente dejarse llevar por el ritmo pausado del mar. Llevar escarpines puede venir bien, porque el fondo es de roca.

Porto Palermo

Una bahía cerrada, un castillo sobre un islote unido a la costa y aguas tranquilas de tonos esmeralda. Porto Palermo tiene algo distinto. Aunque no es la más espectacular para el baño, combina muy bien paisaje, historia y una cierta tranquilidad. Se llega fácil desde la carretera y es una buena parada en cualquier ruta por la Riviera.

El castillo de Ali Pasha se puede visitar, y desde sus murallas se tiene una de las mejores vistas del litoral. La playa es de guijarros y no muy grande, pero tiene una atmósfera singular, con menos desarrollo urbanístico que otras zonas cercanas. Perfecta para una parada entre trayectos.


Albania tiene algunas de las playas más cristalinas del Mediterráneo.

Lukovë

No suele estar en los rankings más altos, pero tiene su encanto. Una playa tranquila, de guijarros, con buenos accesos y algún restaurante cerca. Perfecta para pasar unas horas de descanso sin demasiadas complicaciones. Además, desde aquí se puede explorar a pie parte del litoral sur, con calitas escondidas que no salen en muchas guías.

El mar aquí tiene ese azul profundo característico del sur de Albania, y en días claros se puede ver la costa de Corfú al fondo. Es fácil llegar en coche y hay sombra natural gracias a la vegetación que rodea parte de la playa. Sin ser la más espectacular, tiene todo lo necesario para desconectar.

Qeparo

El paseo marítimo del pueblo bordea una playa que no suele estar muy concurrida. El entorno, con montañas cercanas y puestas de sol hacia el oeste, tiene algo especial. Además, es un buen punto de partida para excursiones en barco o para explorar a pie la zona. Tranquila, accesible y con una atmósfera que engancha.

La parte alta del pueblo tiene callejuelas empedradas, casas de piedra y vistas espectaculares. Desde allí se puede bajar andando hasta la playa, que combina zonas con tumbonas y otras más libres. No es la más conocida, pero muchos que pasan por aquí acaban volviendo.