La presión de los roles de género y la carga desigual de responsabilidades en el hogar y la crianza entre hombres y mujeres hace que ellas disfruten de menos tiempo libre que ellos, tanto antes como después de tener hijos
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Cuando le preguntas a Mai Navarro a qué dedica su tiempo libre, le entra la risa. El concepto ha desaparecido de su vida desde que tuvo a su hijo, que ahora tiene tres años. El tiempo para hacer ejercicio consiste en 30 minutos entre ir a la universidad y recoger al niño de la guardería. Se siente afortunada porque mientras trabaja 40 horas semanales en un hospital, también acaba caminando esos 10.000 pasos diarios que recomiendan los expertos. Pero aquello de pasar cualquier rato en el que no está ocupada ni de una tarea de la casa ni con su hijo, lo de ir al cine, salir a cenar, quedarse en casa leyendo o hacer una excursión con amigos, es cosa del pasado. Si tuviera que buscar un hueco para volver a introducir el ocio en su vida, no podría encontrarlo.
Antes de tener a su hijo, Navarro (35 años) disfrutaba de ir a nadar y su pareja hacía escapadas en bici. Ahora es imposible. “¿Dónde metería yo eso?”, se pregunta. La solución que ha encontrado es parar en el gimnasio en un hueco de media hora e ir andando a todas partes. “Y no lo veo como tiempo libre, sé que tengo que hacerlo por mi salud y lo meto ahí como puedo”, explica. La investigadora estadounidense Brigid Schulte pidió a un experto en gestión del tiempo que analizara sus rutinas para corroborar si esos minutos rascados de aquí y a allí se pueden considerar realmente tiempo para el ocio. “Cuando me dijo que tenía 30 horas a la semana, sentí que me habían golpeado la cabeza con una sartén”, escribe en Overwhelmed. “Incluso cuando parecía que tenía algo de tiempo, siempre era un período tan corto que no sabía qué hacer con él”, añade.
Esta realidad está intrínsecamente relacionada con el reparto de tareas domésticas, tanto antes como después de tener hijos, y con el uso del tiempo por parte de cada uno. En Europa, Portugal lidera la brecha de género en el tiempo dedicado al trabajo no remunerado, que incluye desde las tareas del hogar al cuidado de los hijos, según datos de la OCDE publicados el año pasado. Son 328 minutos al día para ellas, frente a 96 de ellos. España está en el quinto puesto, con 289 minutos para ellas y 145 para ellos. Y Suecia, país que siempre viene a la mente cuando hablamos de igualdad, sigue contando con una brecha importante de casi una hora: 206 minutos que dedican ellas, frente a los 153 de ellos.
El único país europeo que roza la igualdad en cuanto a tiempo dedicado al ocio es Noruega, con una diferencia de apenas cinco minutos entre ellos y ellas, y ambos superan las cinco horas al día. En el extremo contrario, las mujeres de Portugal son las que menos tiempo libre disfrutan: 299 minutos, frente a los 289 de los portugueses. Y en España la diferencia es de poco más de una hora: 347 minutos libres para ellos y 284 para ellas. “La constante, sistemáticamente, es que las mujeres trabajan más y tienen menos tiempo libre”, concluyó el organismo.
Un mes más en tiempo libre al año para ellos
En el caso de Estados Unidos, la diferencia entre hombres y mujeres es de un 13% de tiempo libre más para ellos, pero si la pareja tiene hijos, la distancia entre unos y otras aumenta al 19%, según datos del Instituto de Políticas de Igualdad de Género (GEPI, por sus siglas en inglés) publicados el año pasado. La diferencia en cantidad de tiempo libre afecta a todas las categorías: las mujeres que trabajan a tiempo parcial tienen un 16% menos de tiempo libre que sus homólogos masculinos, y las que trabajan a tiempo completo tienen un 12% menos de tiempo libre que ellos. Para los trabajadores a tiempo completo, es como si los hombres recibieran un mes más de vacaciones al año en comparación con ellas.
Nancy Cohen, fundadora y presidenta del GEPI, explica a elDiario.es que Estados Unidos sirve de base para entender qué ocurre cuando no hay ningún tipo de prestación social universal, cuando las bajas pagadas por maternidad no son obligatorias y las de paternidad siguen siendo un ideal. “En prácticamente todos los grupos de edad, las mujeres siguen asumiendo más del doble de responsabilidades que los hombres”, dice Cohen.
En prácticamente todos los grupos de edad, las mujeres siguen asumiendo más del doble de responsabilidades que los hombres
Cuando el Pew Research Center analizó en qué emplean esas horas, también descubrió que los padres dedican mucho menos tiempo que las madres a casi todas las actividades de cuidado infantil, excepto a jugar con los niños, donde la diferencia es menor. En cuanto a las tareas del hogar, dice la misma investigación, los padres dedican más tiempo a las reparaciones y el mantenimiento del hogar que las madres —cuatro horas semanales frente a una hora—, pero ellas cocinan y limpian mucho más que los ellos —un total de 15 horas semanales frente a cinco.
“Solo tendría que sumar una tarea más: sacar la basura”
A finales del año pasado, una usuaria de TikTok decidió poner nombre a esta diferencia y las consecuencias del reparto desigual de las tareas entre madres y padres. Lo llamó la “brecha del ocio” porque los padres siguen disfrutando de más tiempo libre que las madres, incluso cuando son ellas las que tienen un permiso de maternidad y ellos trabajan a tiempo completo. El resultado es que, en aquellos países donde se ha medido la diferencia, las mujeres disfrutan de menos tiempo libre que los hombres y la brecha es aún mayor durante la crianza.
Paige Turner logró casi 70.000 visualizaciones explicando por qué “los hombres tienen más tiempo para descansar y para sus aficiones, mientras que las mujeres suelen dedicar ese tiempo al trabajo no remunerado que requiere gestionar la vida familiar y la casa”. Las respuestas al vídeo confirman que Turner había puesto el dedo en la llaga. Incluso entre aquellas usuarias que, como Navarro, aseguran sentirse afortunadas por contar con parejas que asumen el 50% de las tareas, resulta difícil ignorar que estén celebrando una excepción a la regla.
“Mi marido y yo nos sentamos un día a hablar de las tareas de cada uno. Le dije que si él no estaba aquí el día de mañana, yo solo tendría que sumar una tarea más: sacar la basura”, dice una de las usuarias. “Se quedó asombrado porque no se había dado cuenta de lo poco que hacía. Esto ocurrió hace años y ahora es increíble”. Otras apuntan a uno de los temas predominantes en esta conversación: la carga mental. “Hasta cuando parece que solo estoy sentada en el sofá mirando el teléfono, estoy buscando ropa para los niños, consultando trucos para que dejen de usar pañales o haciendo la compra en el supermercado”, contesta una de ellas. “Mi marido trabaja a tiempo completo y aun así sale a correr dos veces a la semana. Mi ‘tiempo libre’, cuando él se lleva a los niños un par de horas, lo dedico a comprar o limpiar”, dice otra.
Mi marido trabaja a tiempo completo y aún así sale a correr dos veces a la semana
Esa es la escala más personal del asunto. A nivel global, las mujeres siguen llevando a cabo tres cuartas partes del trabajo no remunerado en todo el mundo: 11.000 millones de horas al día, según este estudio publicado en la revista científica The Lancet. Otras investigaciones han demostrado que el empleo de la mayoría de las mujeres no supone una razón para delegar los cuidados en otra persona —y conseguir así liberar más tiempo para ellas— como sí sirve a los hombres, y que las labores que desempeñan las mujeres en casa es diferente en términos de la flexibilidad con la que deben abordarla.
“Cocinar y cuidar a los niños, tareas predominantemente a cargo de las mujeres, no pueden adaptarse fácilmente a otras exigencias, ya sean laborales o de salud, porque son rutinarias, cotidianas, rígidas y, a menudo, urgentes en cuanto a cuándo deben realizarse”, concluye esta investigación sobre por qué las mujeres no hacen tanto ejercicio como los hombres. “En cambio, cortar el césped o jugar con los niños pueden ser flexibles; son menos imperativos y menos rígidos, por lo tanto, se adaptan mejor a otras necesidades de tiempo, como el trabajo o la actividad física”.
Esto solo tiene una explicación y es que seguimos criando de maneras muy diferenciadas por género, y eso es realmente difícil de abordar
“Esto demuestra lo poderosas que son las normas culturales de género que prevalecen en las sociedades occidentales”, argumenta Cohen. El GEPI estadounidense encontró que la brecha de género en las tareas domésticas, incluido el cuidado de menores, también está presente en adolescentes de 15 a 17 años. “Esto solo tiene una explicación y es que seguimos criando de maneras muy diferenciadas por género, y eso es realmente difícil de abordar”, concluye.
La visibilización de la carga mental
Navarro cuenta que el primer año de maternidad fue uno de conflicto y de negociación con su pareja por la cantidad de tareas relacionadas con la crianza que “se asumía” que iba a hacer ella. “No es solo el trabajo que se ve, es también el trabajo de llevar las cosas en la cabeza, este médico, esta cita…”. Ella lo achaca a la dependencia del bebé con respecto a la madre en los primeros meses de vida, pero asegura que a base de hablarlo pudieron resolverlo: “Yo he estado muy muy ocupada ahora con el trabajo, he empezado a estudiar una carrera y el niño tiene que ir al colegio el año que viene. Mi pareja ha sido el que ha hecho toda la investigación de qué colegios hay, cómo se hace, etcétera”.
Ejemplos de las cartas para dividir tareas domésticas de «Fair Play».
Ese trabajo de visibilizar las tareas que suelen llevar a cabo la mayoría de las madres durante la crianza fue lo que inspiró a Eve Brodsky a crear una base de datos personal que transformó después en un libro y finalmente una curiosa baraja de cartas. Le puso el nombre de ‘Fair Play’ —juego limpio, en inglés— y sirve para dividir en varias categorías todas las tareas que implica la vida diaria, la crianza, el trabajo y las relaciones personales. También hay una carta “comodín” para aquellas excepciones en las que ocurre algo como la pérdida de un ser querido y que tiene tal carga emocional que no puedes asumir ninguna otra.
Más allá de esta oportunidad de negocio que bien aprovechó la empresa de la actriz Reese Witherspoon, Hello Sunshine —Rodsky es la esposa de su socio—, las cartas de Fair Play cuentan en el reverso la realidad del trabajo ‘invisible’ además de no remunerado que suele recaer sobre ellas. La dedicada a la salud de un bebé, por ejemplo, exige cumplir con la compra de los medicamentos, llevar el calendario de recetas y citas médicas, tomar notas durante las visitas al pediatra, saber qué vacunas son necesarias o qué alimentos pueden tomar. Y quien elija esta carta debe cumplir con el 100% de las tareas. Si la escogida tiene que ver con los deberes escolares, el o la responsable debe conocer las fechas de entrega de proyectos y exámenes, comprar los materiales necesarios o rellenar el calendario de reuniones con profesores y vacaciones.
Es mucho más difícil convencer a los hombres de que cuiden más que convencer a las mujeres de que trabajen más fuera de casa
“Es mucho más difícil convencer a los hombres de que cuiden más que convencer a las mujeres de que trabajen más fuera de casa”, explica a este diario Libertad González, investigadora de Barcelona School of Economics. “Eso tiene un beneficio directo para ellas, que es la independencia económica. Sin embargo, al intentar promover que los hombres trabajen más dentro de casa, estamos intentando que hagan algo que no tiene un beneficio directo para ellos”. La solución, dice esta investigadora, puede estar en la dirección en la que apunta una de las últimas ganadoras del Nobel de Economía, Claudia Goldin. Según ella, deben ser las empresas las que ofrezcan una mayor flexibilidad de horarios y permisos para que a la hora de conciliar, no sigamos asumiendo que será la madre quien reduzca su jornada laboral.
Qué hacemos con la baja de paternidad
Reducir esa brecha ha sido uno de los objetivos de la ampliación de los permisos de paternidad, como ha hecho España en los últimos años, y una de las razones para reivindicarlos en la primera economía del mundo, Estados Unidos, donde no existen. Sin embargo, eso no es lo que han encontrado varios estudios recientes que buscaban ese impacto tanto en el mercado laboral —para conocer si la maternidad sigue teniendo un impacto negativo en la carrera profesional de las mujeres—, en el aumento de la natalidad o en la salud de los niños, al contar con más tiempo de calidad con sus progenitores.
“Los padres y las madres usan las bajas de manera muy diferente. Las madres siempre cogen el permiso justo al tener el niño, cuando no lo empiezan antes, y se toman las 16 semanas normalmente seguidas, mientras que los padres cogen al principio las seis semanas obligatorias y luego suelen fraccionar el resto de la baja”, añade González, coautora de un estudio que ha indagado si una de las claves está en cómo se usa el tiempo de la baja por maternidad y paternidad. “Eso nos llevó a preguntarnos si algunos padres no estarían tomando la baja pero haciendo usos del tiempo diferentes a los cuidados, que se supone que es el objetivo de la prestación”, explica a elDiario.es.
La respuesta es que sí. Tras detectar la probabilidad de que las bajas de paternidad tienden a concentrarse en los meses de verano, el equipo de González buscó un evento en el calendario que pudiera ayudarles a comprobar su teoría. Lo encontraron en las atípicas fechas del Mundial de Fútbol de 2022, celebrado en el mes de noviembre. “Pensamos que a muchos hombres les podía interesar tener esos días sin trabajar”, recuerda la investigadora. El estudio descubrió que la proporción de padres que cogieron la baja en esas fechas no estaba justificada con la proporción de nacimientos ese año, ni coincidía con el mismo número de bajas de maternidad.