El republicano libera a los productos electrónicos del arancel del 125% con China y aplaza unas semanas la entrada en virgor del gravamen alternativo
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El duelo entre EEUU y China que llevó los aranceles entre ambas potencias a un recíproco 125% ha creado una trinchera comercial sin precedentes. Una batalla a la que los economistas de todo el mundo han asistido con preocupación, pero que llegó a ser mortal de necesidad para la industria tecnológica estadounidense. Cada punto porcentual que Donald Trump elevaba los gravámenes era un recorte directo al margen de beneficio de las grandes tecnológicas que lo apoyaron en su campaña, o bien al bolsillo de los ciudadanos. Sin embargo, la ansiedad no ha durado demasiado en Silicon Valley.
Trump les ha quitado la soga del cuello eximiendo a los dispositivos electrónicos del pago del arancel recíproco con China. Un alivio para uno de los mayores poderes económicos del país que llega tras un fin de semana de caos, pero que llega con un nuevo recordatorio por parte del republicano de que su objetivo es repatriar las cadenas de producción a EEUU. Incluida la tecnológica, por muy caro y dificultoso que resulte. El plan del iPhone ‘made in USA’ sigue adelante. “Nadie se librará de la responsabilidad”, ha dicho Trump en su red social.
Del 125% al 20%, con unas semanas de tregua
Todo comenzó el viernes, cuando un aviso de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos sugirió que los dispositivos electrónicos se beneficiarían de la misma exención que Trump concedió a los chips. Esto implicaba que la importación de ordenadores, móviles, tabletas, relojes inteligentes, routers, chips de memoria, circuitos integrados, LEDs y otros productos electrónicos no tendrían que abonar el arancel del 125% que actualmente pesa sobre China, como tampoco el 10% que recae sobre todas las importaciones estadounidenses.
Esta posibilidad hizo disparar el optimismo en los inversores y analistas tras dos semanas caóticas. El iPhone volvía bajo ese supuesto a su precio previo a la guerra comercial. El dispositivo de Apple se ha convertido en un indicador del impacto de los aranceles en la industria tecnológica, por la gran dependencia de China que tiene la marca, pero también porque más del 60% de los estadounidenses es usuario de iPhone, según la consultora DemandSage; y el 90% de ellos solo los reemplaza por otros dispositivos de Apple, según Oxford Economics. Más 155 millones de ciudadanos de EEUU tienen uno: con el arancel a China del 125% activo, el precio de los más modernos se iría por encima de los 3.000 dólares.
Necesitamos fabricar productos en los Estados Unidos y no ser rehenes de otros países
Pero esa esperanza se desvaneció rápidamente. Trump aclaró el domingo que no se había anunciado ninguna “excepción” arancelaria para la electrónica. “Estos productos están sujetos a los aranceles vigentes del 20% para el fentanilo, y simplemente se están trasladando a otra categoría arancelaria”, dijo en Truth Social: “Lo que se ha expuesto es que necesitamos fabricar productos en los Estados Unidos, y que no seremos rehenes de otros países, especialmente de naciones comerciales hostiles como China, que hará todo lo que esté en su mano para faltar al respeto al pueblo estadounidense”.
El secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, abundaba más tarde en una entrevista con la cadena de televisión ABC que la decisión del viernes es “solo temporal”. Lo que la Casa Blanca está haciendo, explicó, es hacer que estos productos electrónicos queden exentos de los aranceles “recíprocos” (el del 125% de China), pero que estarán “incluidos en los aranceles de semiconductores que llegarán en probablemente uno o dos meses”. Puede que del 20%, según avanzó Trump.
China, por su parte, ha observado toda la jugada de su adversario desde el otro lado del ring. “Esto representa un pequeño paso por parte de Estados Unidos para corregir su enfoque unilateral erróneo”, afirmó en un comunicado emitido por su Ministerio de Consumo.
“Y para mis donantes especiales, una exención especial”
Pese a la rectificación de la Casa Blanca y el aviso de que los dispositivos electrónicos no estarán finalmente exentos de aranceles, los mercados han recibido la cadena de acontecimientos del fin de semana con optimismo. Las acciones de todas las grandes tecnológicas estadounidenses han repuntado, así como las de sus contrapartes asiáticas y las de los proveedores de Apple, que se habían hundido desde que Trump declaró la guerra arancelaria. Los accionistas de la propia Apple, la más afectada a nivel bursátil por la guerra arancelaria (llegó a dejarse unos 700.000 millones de dólares), ven pasar lo peor de la crisis.
“Empresas como Apple, Nvidia, Microsoft y la industria tecnológica en general pueden respirar aliviadas este fin de semana”, ha afirmado la firma de análisis Wedbush Securities, que el sábado ya había calificado como “la mejor noticia posible para los inversores tecnológicos” la exención arancelaria que Trump terminó desmintiendo el domingo.
La liberación para la electrónica del arancel recíproco con China ha provocado las primeras críticas sobre el doble rasero de Trump para con una industria que fue clave en su campaña y toma de posesión. “Los inversores no invertirán en Estados Unidos cuando Donald Trump esté jugando a la ‘luz roja, luz verde’ con los aranceles y diciendo: Ah, y para mis donantes especiales, una exención especial”, ha afeado la senadora Elisabeth Warren en un debate en la CNN. Warren, conocida por su posición beligerante con Silicon Valley, afirma que la rebaja que ha obtenido el sector tecnológico es una muestra del “caos y corrupción” en la gestión de los aranceles.
Apple y el resto de grandes tecnológicas siguen guardando silencio ante las novedades de la guerra arancelaria. Sus patronales también están siendo cautelosas a la hora de posicionarse sobre cada novedad, aunque la Asociación de Consumidores de Tecnología, la referencia de clase en EEUU, aplaudió la decisión de Trump de pausar los aranceles durante 90 días. “Si bien es una excelente noticia, nuestros miembros nos informan directamente que los aranceles universales adicionales del 10% y la continua incertidumbre ya están perjudicando a las pequeñas empresas estadounidenses. La CTA insta al presidente Trump a centrar sus esfuerzos en lo que mejor sabe hacer: negociar”, dijo su presidente.
Llevar la producción a EEUU
Este mismo lunes, Nvidia ha anunciado que ya ha comenzado la producción de sus chips especializados para la inteligencia artificial en su nueva factoría de Arizona. La multinacional que está liderando la producción de equipos especialmente diseñados para desarrollar esta tecnología también tiene en marcha la construcción de otra planta en Texas. “Se espera que la producción en masa en ambas plantas aumente en los próximos 12 a 15 meses”, ha adelantado la compañía en un comunicado.
Nvidia comenzó esta apuesta por llevar parte de su producción a EEUU aprovechando las enormes ayudas ofrecidas por el Gobierno de Joe Biden como respuesta a las roturas de stock durante la crisis del coronavirus. Tras años de trabajos y unos 500.000 millones de dólares de inversión, las cadenas de producción se han puesto en marcha, aunque todavía deberá pasar al menos un año para que puedan ser un factor a tener en cuenta para satisfacer el mercado interno, como la propia marca reconoce: “La cadena de suministro de chips de IA y supercomputadoras es compleja y exige las tecnologías más avanzadas de fabricación, empaquetado, ensamblaje y prueba”.
Apple anunció en febrero su propio plan de inversión de medio billón de dólares para relocalizar su producción a EEUU, pero ahora deberá recorrer el mismo camino que ha emprendido Nvidia. Aunque no llega a las cotas de los chips para la IA, la fabricación de teléfonos inteligentes o tabletas de última generación se basa en una cadena de suministro global muy compleja, donde los materiales provienen de diversos países y los componentes se fabrican en diferentes lugares antes de ser ensamblados mayoritariamente en China.
Intentar replicar esta intrincada red de proveedores y la capacidad de producción a gran escala en Estados Unidos es inviable a corto plazo, razón por la que Apple había sido la tecnológica más castigada en Wall Street desde la declaración de la guerra comercial. Las semanas de tregua antes de la aplicación de aranceles que ha concedido Trump le ofrecen un alivio para seguir haciendo acopio de stock de iPhone y iPads en EEUU. Según la agencia Reuters, la compañía fletó al menos seis aviones de carga para llevar sus productos a EEUU antes de la entrada en virgo de los aranceles, permitiéndole introducir en el país aproximadamente 1,5 millones de dispositivos por la vía rápida.