miércoles, abril 16 2025

George Church, el genio rebelde que sueña con crear un parque temático de especies ‘resucitadas’

El padre de la biología sintética aspira a revivir un mamut con las herramientas de edición genética, un proyecto con claroscuros, como el resto de su brillante carrera

Ni son lobos gigantes ni la especie ha sido “desextinguida”: por qué el anuncio de Colossal es pura propaganda

El científico estadounidense George Church es un genio con ideas de charlatán. Su nombre está implicado en casi todos los grandes logros de la biotecnología de las últimas décadas, desde el proyecto Genoma Humano a las herramientas CRISPR, ha fundado decenas de empresas y muchos creen que merece un premio Nobel. Pero su afán por llegar cada vez más lejos en ingeniería genética le ha llevado más de una vez a bordear los límites de lo éticamente admisible y a concebir ideas descabelladas.

Muchas de estas ideas se le ocurren en los sueños súbitos que le produce la narcolepsia que sufre y que a él le parece una ventaja. “A veces me sorprende lo rápido que se me ocurren las cosas cuando duermo y me despierto”, confiesa. “¡Tengo soluciones que de otro modo me habrían llevado días!”. También es muy conocido que en su laboratorio en Harvard está prohibida la palabra “imposible” y, según Marc Güell, experto en biología sintética que trabajó junto a él durante años, no es una exageración. “Tienes absoluta libertad, pero si dices que algo es imposible se levanta y te regaña”.

Una de estas ideas estrafalarias es la de resucitar especies extinguidas en el pasado. Church es cofundador y genetista principal de la compañía Colossal Biosicences, que ha saltado a los titulares estos días por sus anuncios grandilocuentes y falsos, primero con ratones lanudos y más recientemente con la presunta desextinción del lobo salvaje. Fundada en 2021 con una fuerte inyección de capital y el fichaje de algunos de los mejores genetistas del mundo, Colossal se propone mantener la atención pública con un goteo de anuncios espectaculares que ya le han servido para conseguir inversiones millonarias y aumentar su valoración por encima de los 1.000 millones de dólares. 


Uno de los cachorros de lobo modificados genéticamente para parecerse al lobo gigante.

La estrategia es ir presentando un carrusel de falsas especies desextinguidas (un trampantojo consistente en híbridos a los que se han cambiado algunos genes relacionados con la apariencia) hasta llegar al gran anuncio de 2028, fecha en la que prometen tener las primeras crías híbridas de Mammuthus primigenius. En la lista de especies a recuperar de la web no han puesto límites a sus fantasías: incluyen especies míticas como el dodo o el tilacino y otras criaturas extintas como los antílopes azules, los megaterios, las hienas de las cavernas o los dientes de sable, por mencionar solo algunos. 

Un parque temático del pasado

Cuando el fundador de Colossal, Ben Lamm, acudió a él, Church llevaba años trabajando en el proyecto Revive & Restore, con la vista puesta en la resurrección de animales extintos. Su obsesión por recuperar a los mamuts y otras especies mediante ingeniería genética viene de lejos. Según reveló hace poco, su primer recuerdo de estos animales es de la infancia, cuando le impresionó ver una versión animatrónica de un mamut lanudo. Pero fue a mediados de la década de 2000 cuando, en una entrevista con el periodista científico Nicholas Wade, saltó la chispa y la posibilidad de convertir la historia científica de Parque Jurásico en realidad se volvió cada vez más atractiva. 

Pocos años después, el desarrollo de las herramientas de edición genética CRISPR hizo que la idea empezara a no parecer tan lejana. Fue entonces cuando entabló amistad con los científicos rusos Nikita y Sergey Zimov, fundadores del Parque del Pleistoceno, una enorme reserva natural en el noreste de Siberia donde quieren recuperar la fauna del pasado. Es allí donde Church fantasea con ver híbridos de mamut corriendo por las praderas árticas en un futuro no muy lejano, lo que, según él, podría ayudar a transformar estos ecosistemas y ayudar a combatir el cambio climático.

Un ‘enfant terrible’ de la ciencia

¿Qué sucede en la cabeza de un científico cuando concibe ideas que parecen de ciencia ficción? “Muchas veces, cuando te cuenta una idea, parece que te está contando una película, porque parece imposible”, asegura Marc Güell. Para Church no hay límites, defiende la necesidad de pensar con total libertad sobre cualquier asunto y sin ataduras. “Es verdad que es un excéntrico, pero siempre ha sido un científico por delante de su tiempo”, señala Güell. “En su laboratorio se han hecho proyectos realmente que parecían una locura y muchos de ellos han acabado siendo las tecnologías más importantes que ha habido en las biociencias de las últimas décadas”.

En su laboratorio se han hecho proyectos realmente que parecían una locura y muchos de ellos han acabado siendo las tecnologías más importantes que ha habido en las biociencias de las últimas décadas

Marc Güell
Experto en Biología Sintética de la UPF, ex mimebro del equipo de Church.

“Físicamente es un gigantón, es un tipo de casi dos metros con una pinta imponente que disfruta siendo el enfant terrible, al que le gusta ir a contracorriente y ser un iconoclasta, alguien que no cree nada de lo establecido y que marca sus propias normas” asegura Lluis Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) y experto en edición genética. Esto ha hecho que su carrera tenga algunos claroscuros, con su implicación en proyectos como este, opina, “técnicamente fantásticos, pero éticamente cuestionables”.


Cultivo celular en los laboratorios de Colossal.

Church no es un charlatán, sostiene Montoliu, porque suele cumplir sus promesas y su estela de descubrimientos es impresionante, pero siempre se ha movido en los límites. Gemma Marfany, catedrática de Genética de la Universidad de Barcelona (UB), comparte esta impresión. “A mí es un personaje que me genera admiración por su genialidad, fascinación por su capacidad de innovar, a la vez que siento cautela y precaución, porque muchos de sus proyectos tienen consideraciones bioéticas importantes, y no tengo claro que deban llevarse a término”, asegura.

Incursiones en el lado oscuro

Entre las controversias protagonizadas por Church están su asociación con biohackers de distinto pelaje, el desarrollo de una aplicación de citas con tintes eugenésicos o la puesta en marcha de una vacuna basada en la autoexperimentación. En 2013, un malentendido en una entrevista con la revista Der Spiegel dio lugar a informaciones que hablaban de que estaba buscando mujeres voluntarias para dar a luz a un neandertal gracias a la ingeniería genética. También fue uno de los primeros en proponer la experimentación con bacterias espejo, un ámbito que él mismo y otros científicos han pedido limitar por su peligrosidad, y en poner encima de la mesa la idea de usar el “impulso génico” (gene drive) para modificar poblaciones enteras de organismos silvestres.

Church disfruta siendo el ‘enfant terrible’, al que le gusta ir a contracorriente y ser un iconoclasta, alguien que no cree nada de lo establecido y que marca sus propias normas

Lluis Montoliu
Investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC)

Church está tan convencido de las posibilidades de sus herramientas genéticas para mejorar la salud humana que en ocasiones pasa por alto otros aspectos o trata de saltarse los marcos establecidos por el resto de la comunidad científica. Un ejemplo es su Proyecto Genoma Personal, que recluta voluntarios para publicar su genoma completo sin anonimizar, por el bien del conocimiento. A la pregunta clave de si los científicos deberían hacer algo solo por el hecho de que es posible —que se plantea en el trasfondo de Parque Jurásico— a veces parece inclinarse por un , como sucedió con su apoyo tácito al escandaloso experimento de He Jiankui en 2018 con las dos gemelas chinas modificadas genéticamente

“Church creó la lista de los deseos de mutaciones que creía que podríamos incorporar en el genoma humano mediante CRISPR para mejorar la especie humana”, recuerda Montoliu. “Entre ellos estaba el CCR5, que es el receptor que usa el virus de la inmunodeficiencia humana causante del sida, que es el que finalmente utilizó He Jiankui. Por lo tanto, sensu estricto, no hizo más que leer y seguir el consejo de lo que había indicado el propio George Church, aunque luego este borró la lista de su web”. Lo peor vino después, cuando al ser preguntado por la revista Science aseguró que lo que se había hecho mal era el papeleo. “Church vino a decir que, si quitamos esas minucias, lo que nos quedaba era un experimento de edición genética germinal en humanos del que podíamos aprender, lo que le ha granjeado también muchas críticas”.

¿Una puerta al futuro?

A pesar de todo, su discípulo Marc Güell está convencido de que Church es una persona íntegra, cuya genialidad ha hecho posible que la biotecnología haya dado saltos de gigante o que se hayan reducido muchísimo los costes de la secuenciación de genes. “Él fue, por ejemplo, la persona que más contribuyó al desarrollo del Next Generation Sequencing. Y cuando lo propuso lo trataban de loco. Ha hecho muchas veces los primeros pasos en cosas muy revolucionarias que después han acabado otros”. 

El genetista estadounidense optimizó las herramientas CRISPR y fue el primero en demostrar que funcionaban en células animales. También ha sido el primero en conseguir cerdos para xenotransplantes libres de retrovirus, en fabricar chips de ADN o en almacenar una película dentro material genético. Para Güell, el proyecto de desextinción de Colossal se enmarca en este contexto de intentar aumentar nuestras capacidades en biotecnología. “En el fondo es una grandísima plataforma para hacer ingeniería de cromosomas”, señala.

“Los investigadores implicados destacan por un elevado control de la tecnología CRISPR”, coincide Montoliu. “Hay muy pocos laboratorios que sean capaces de crear animales de cualquier especie con muchas modificaciones, están en la avanzadilla de la ciencia”. Tal vez, cuando revisemos dentro de unos años la fantasía de crear un zoo de animales del pasado la veamos de otra forma. Quizá sea el comienzo de una gran revolución científica, de esas que empiezan gracias a tipos como Church, empeñados en empujar las fronteras del conocimiento para que encajen sus ideas.