El Ministerio de Juventud e Infancia celebra este viernes un acto para presentar su nueva ubicación, el palacio situado en Marqués de Riscal 16 (Madrid), donde el fundador del partido fascista fue elegido su primer Jefe, se celebró su primer Consejo Nacional y se aprobarían los estatutos
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En uno de los despachos en los que hace 91 años estaba la bandera roja y negra de Falange hoy hay un cartel que declara “esta casa no se toleran actitudes fascistas” y otro que reza “migrar es para siempre”. Es el espacio en el que trabaja la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, desde hace unos tres meses, cuando el ministerio desembarcó en su nueva sede. No es un edificio cualquiera: situado en el exclusivo barrio Salamanca de Madrid, es el conocido como Palacete del Marqués de la Eliseda, el mismo que sirvió de primera ubicación para la Falange de José Antonio Primo de Rivera tras la fundación del partido.
Entre sus paredes el joven abogado dirigió la organización fascista y en sus habitaciones y salones se reunían y debatían quienes entonces depositaban en ella sus esperanzas de tumbar la democracia republicana. El palacio, ubicado en la calle Marqués de Riscal 16, acogió el Primer Consejo Nacional de Falange Española de las JONS, cuando la fusión con las Juntas de Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma ya se había producido. Según afirma Eduardo Álvarez Puga en Historia de la Falange (Dopesa), la reunión se convocó a las 10 de la mañana del 4 de octubre de 1934. Dos días después se aprobarían los primeros estatutos y Primo de Rivera sería allí nombrado primer Jefe de Falange.
El partido ya había nacido casi un año antes. “No hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la Patria”, diría el primogénito del dictador ya fallecido Miguel Primo de Rivera en el acto fundacional, celebrado en el Teatro de la Comedia de Madrid el 29 de octubre de 1933. El primero de los 27 puntos que formaron parte del ideario inicial de la organización, que preconizaba la violencia como forma de llegar a sus metas, llamaba a todos los españoles a “elevar” la “suprema realidad de España” y aseguraba: “Tenemos voluntad de Imperio”.
El fundador de Falange, Primo de Rivera, desde su despacho del palacio, el 1 de enero de 1934.
El palacio, situado en uno de los márgenes del paseo de la Castellana, frente a la sede de un conocido banco y cerca de un restaurante de dos estrellas Michelín, ha servido hasta ahora para alojar el Instituto de la Juventud (INJUVE). Pero Sira Rego lo presentará al público este viernes como nueva sede del ministerio en un acto oficial de inauguración en el que habrá, entre otras cosas, un encuentro entre jóvenes y veteranos defensores de la democracia durante el franquismo. La reunión se celebrará precisamente en el que se cree que fue el despacho de Primo de Rivera, en el que trabaja la exeurodiputada de Izquierda Unida. El acto está enmarcado en los 50 años de libertad que conmemora el Gobierno y se prevé como un diálogo sobre la dictadura y la “resignificación” del palacio, en el que la idea es colocar una placa.
Cada vez más fascistas
De estilo austero y sobrio, casi como haciendo gala del ideario fascista, el palacete de la calle Marqués de Riscal fue construido entre 1900 y 1905, según documenta Ignacio González-Varas en el libro Los palacios de la Castellana. Historia, arquitectura y sociedad (Turner). Fue adquirido por el aristócrata y gran propietario andaluz Francisco de Asís Moreno y Herrera, que tras su matrimonio con Teresa de Arteaga y Falguera se convertiría en marqués de la Eliseda. Moreno y Herrera, que era miembro de la sociedad ultraconservadora Acción Española y también fundador de Falange, le alquiló el palacete al partido por “solo cinco pesetas al año”, cuenta González-Varas.
Lo que unía al marqués de la Eliseda con la formación fascista no eran solo las ideas, era amigo de Primo de Rivera, a quién conocía desde la infancia, tal y como contó su hijo en un artículo publicado en El Debate en 2023, en el que confirma que a nombre de su padre “figuraba la sede del partido en la calle Marqués de Riscal”. Tanto Moreno y Herrera como Primo de Rivera fueron elegidos diputados por Cádiz en las Cortes republicanas en las elecciones de noviembre de 1933, en las que resultarían victoriosas las formaciones de derechas –la CEDA y el Partido Republicano Radical de Lerroux–.
El palacio, nueva sede del Ministerio de Juventud e Infancia, situado en la calle Marqués de Riscal nº 16 de Madrid.
Sin embargo, los amigos de infancia acabarían cada uno por su lado porque poco después de que Falange celebrara en el palacio su Primer Consejo Nacional, el marqués de la Eliseda decidiría abandonar el partido. Su salida se ha atribuido a su descontento por el programa que salió de aquella reunión, en el que se adoptaba la separación entre Iglesia y Estado, pero historiadores como Joan Maria Thomàs, uno de los mayores expertos en falangismo, cree que fue parte de un contexto más amplio de “fascistización” de Falange, es decir, el proceso por el que Jose Antonio pasó de ser “un ultraderechista a un auténtico fascista” y se fue distanciando cada vez más de las derechas monárquicas.
Esta evolución es, de hecho, indisoluble de la experiencia del partido en el palacete madrileño, tal y como cuenta Thomàs, autor de Postguerra y Falange (Debate): “En aquel momento los alfonsinos del partido Renovación Española financiaban a Jose Antonio porque les interesaba tener un grupo de choque, pero cuando comienza a hacerse más fascista y a criticar a las derechas le cortan la subvención”. La formación atraviesa entonces problemas económicos hasta el punto de que se queda sin electricidad y debe hacer las reuniones con velas para después abandonar el palacio y buscar otro local como sede.
La guardia del palacio
“En ese momento José Antonio se va a ver a Mussolini a Italia y consiguió una subvención de 50.000 liras mensuales que va a cobrar directamente a la embajada italiana de París. Eso le permitiría financiar el periódico arriba –órgano de FE de las JONS– y la revista Haz, vinculada a la organización juvenil SEU”, cuenta Thomàs, catedrático de la Universidad Rovira i Virgili.
Empezaría así a partir de 1935 una nueva etapa para Falange, un partido que buscó la destrucción de la democracia y el liberalismo político haciendo uso de la acción directa violenta, auténtico distintivo fascista. Sus miembros funcionaban como una milicia paramilitar y eran entrenados para ello. De hecho, el Palacio del Marqués de la Eliseda era custodiado día y noche por un cuerpo de guardias armado. Uno de ellos, de solo 16 años, falleció el 17 de junio de 1934 en la sede al disparar su pistola por accidente, según contó el periódico Diario de Córdoba, que hacía referencia a que en Marqués de Riscal 16 “cada noche permanecen de guardia varios jóvenes”.
El rastro que dejó el palacio en la prensa llegó hasta El Socialista, que el jueves 12 de julio de 1934 publicaba una información sobre una reunión fascista clandestina que se había celebrado en la sede y en la que “se incitaba a la revolución nacionalsindicalista”. Los agentes policiales detuvieron a varios miembros, entre los que no se encontraba Primo de Rivera, que llegó después y que se haría cargo de la defensa de sus compañeros como abogado. En el edificio se incautaron “numerosos explosivos, pistolas y municiones”, cita el artículo.
Un inmueble Patrimonio del Estado
Después de que Falange abandonara el palacio, este fue incautado por el gobierno republicano y tras la Guerra Civil permaneció vacío un tiempo hasta que durante el franquismo pasó a formar parte del Patrimonio del Estado porque, según defendía el régimen, la finca “guarda solemne memoria de los primeros pasos falangistas”, describe González-Varas en Los palacios de la Castellana. Es por eso que el edificio es uno de los que el Gobierno tiene a disposición para desplegar su estructura ministerial y uno de los que mayor potencia simbólica tiene. Desde el inmueble, la ministra Rego trabaja en algunas leyes pendientes como la de Juventud o la reforma de la de violencia hacia la infancia.
Primo de Rivera en el segundo Congreso de la Falange, en Madrid (8 de junio de 1935).
Su vocación es que la nueva sede sea un espacio abierto, al que cualquier organización o iniciativa infantil o juvenil pueda acudir para reunirse o llevar a cabo actos. El de este viernes contará con la presencia de varios que fueron jóvenes durante la dictadura, entre ellos el exeurodiputado por IU Willy Meyer, que fue víctima del policía conocido como ‘Billy el Niño’, la sindicalista del sector textil Nati Camacho, que fue encarcelada en la prisión de Carabanchel, el militante antifranquista Julián Rebollo, la feminista Carmen Pérez o la directora de cine Azucena Rodríguez.
La idea es que, tras las reflexiones que surjan en el encuentro con jóvenes, se elabore una placa conmemorativa “que sirva como homenaje de la juventud a los valedores de la democracia” y acabe instalada en el palacete, según explican fuentes del ministerio. Ya por la tarde habrá dos asambleas, una de adolescentes y otra de jóvenes hasta los 30 años en las que se debatirá sobre sostenibilidad y cuyos resultados servirán luego al departamento de Rego para elaborar campañas.
Al palacio del yugo y las flechas de Jose Antonio y al de la democracia le separa ya ahora casi un siglo. Después de que los fascistas lo abandonaran, el jefe de Falange, que había perdido su inmunidad parlamentaria al no salir diputado en las elecciones de febrero de 1936, sería detenido y encarcelado y, tras el golpe de Estado, fusilado en la cárcel de Alicante el 20 de noviembre. La dictadura, que nombró a Falange partido único del régimen, otorgó a Jose Antonio tintes mesiánicos y le sacralizó como el “mártir” por excelencia de “la Cruzada”.
En el tercer aniversario de su muerte, sus restos serían trasladados en un cortejo de 11 días de Alicante a El Escorial (Madrid). Un viaje de 467 kilómetros que los fascistas harían a pie y el féretro de “El Ausente” a sus hombros. En 1959 su cuerpo se movió al Valle de Cuelgamuros, donde ocuparía un lugar preeminente. Primo de Rivera está hoy fuera del mausoleo mandado erigir por Franco en memoria de “los caídos” y un ramo de flores con los colores de la República que el fundador de Falange luchó por destruir –una roja, otra amarilla y otra morada– decoran una de las mesas del despacho que quizá ocupó en Marqués de Riscal.