El expresidente culpa al Gobierno de abandonar Valencia en la reconstrucción y asegura que, cuando se produjo la crisis del Prestige, él mismo se trasladó durante un mes a Galicia para liderar una gestión que será recordada por las órdenes que acabaron con la rotura del barco y sus palabras minimizando el impacto al hablar de «hilillos de plastilina»
¿Qué fue de los protagonistas de la catástrofe del ‘Prestige’?
El presentador del Hormiguero, Pablo Motos, preguntó este jueves a Mariano Rajoy si creía que el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, debía dimitir por su gestión de la DANA, que arrasó multitud de localidades, provocó más de 200 muertos y cuyas responsabilidades dirime ahora un juzgado de Catarroja. El expresidente del Gobierno eludió la respuesta directa para elegir un azaroso camino de crítica al Gobierno de Pedro Sánchez. En un tono de tertulia de bar Rajoy vino a decir que el problema de Valencia era la incomparecencia del Gobierno de Sánchez. Y puso ejemplos, se puso de ejemplo a sí mismo. “Yo viví algo mucho menos dramático que lo de Valencia, el Prestige. (…) Yo estuve un mes allí”. El argumento del expolítico se coroló con la siguiente reflexión: “En Valencia echo de menos al Estado y al Gobierno de España”.
Lejos de provocar un abucheo, las palabras de Rajoy fueron premiadas con un sonoro aplauso del público que seguía en directo el desarrollo del programa. No hubo ni una sola matización sobre las competencias que, en materia de Salvamento Marítimo, son exclusivas del Estado y que en el caso de la DANA lo son de la Comunidad Autónoma, ya que en ningún momento se solicitó la declaración de emergencia nacional. Al poner la gestión del Prestige como ejemplo, Rajoy olvidó decir que fue el Gobierno de Aznar, con Rajoy de vicepresidente, quien decidió alejar el petrolero de la costa primero, intentar llevarlo a aguas francesas después y, por último, ordenarle rumbo sur para ver si los portugueses no estaban atentos y se comían el problema. Portugal esperó al barco con una fragata, mensaje claro que acabó provocando el enésimo cambio de rumbo hasta que el Prestige no dio más de sí y se rompió a 140 millas de la costa, generando una marea negra en toda la costa gallega y que llegó hasta las playas de Portugal y Francia. El ministro de Defensa de entonces, Federico Trillo, también aportó su granito de arena en la gestión de aquella crisis y propuso bombardear el barco con aviones de combate. Esa idea finalmente no se llevó a cabo.
Pero lo que Rajoy quería vender en El Hormiguero es la idea de que él estuvo en Galicia tras la catástrofe y dar a entender que el Gobierno central no está en la reconstrucción de Valencia. No hubo repreguntas de Motos, tan solo aplausos tras la perorata. Ni una sola referencia a aquellas cuatro semanas que él pasó en Galicia, ni a su frase, convertida en parte de la historia, que hablaba de “hilillos de plastilina”, como si la marea negra que se cernía ya sobre la comunidad fuese un invento periodístico o un constructo de la oposición parlamentaria. Tampoco le dijo nada Rajoy a Motos de la crisis política que rompió su partido en dos, cuando los líderes del PP gallego criticaron la gestión de Madrid y se echaban las manos a la cabeza cuando los ministros hablaban de “playas esplendorosas”. Ni siquiera explicó el expresidente que Aznar decidió remplazarle en Galicia tras sus fiascos y se inventó un comisionado, al frente del cual situó al exministro franquista, Rodolfo Martín Villa, que dedicó más esfuerzos a controlar medios de comunicación que a ejecutar el Plan Galicia, un conjunto de inversiones que se vendió como respuesta a la catástrofe.
La pregunta sobre una eventual dimisión de Mazón quedó sin responder en el programa y, tras la ovación del público, la diversión continuó en el programa de Atresmedia. Como gran reflexión sobre competencias, Rajoy deslizó el siguiente argumento: “El Estado está para cosas gordas”.