La vicepresidenta del Gobierno y ministra de Hacienda empuja a la federación andaluza a una catarsis colectiva en la presentación de su candidatura a la secretaría general de la mano del líder saliente, Juan Espadas, con el que ha visibilizado la unidad del partido
Intrahistoria de la transición en el PSOE andaluz: la renuncia de Espadas reunifica al partido en torno a Montero
La estampa del PSOE andaluz, minutos antes de que entrara por la puerta María Jesús Montero, no se recordaba en las filas socialistas desde hacía años. Algo ha pasado. Las caras han cambiado, los ceños fruncidos se han relajado, los ánimos se han venido arriba. Entró la vicepresidenta del Gobierno, ministra de Hacienda y vicesecretaria general del PSOE federal, pero los socialistas andaluces vieron llegar a “una de los nuestros”, y con ella un fogonazo de esperanza.
Y nada más a entrar, bajo los acordes atronadores de Medina Azahara, la ministra alzó al aire los dos brazos con los puños cerrados, enérgica, en señal de victoria. El PSOE estalló en una euforia catárquica. “Andalucía, el lugar al que no he vuelto porque nunca me marché. Sigo en Andalucía, siempre he trabajado por Andalucía”, fueron sus palabras, respondidas con un aplauso atronador.
La esperanza es intangible, más en un partido de vocación laica, pero aquí en Sevilla es normal llevar estampitas de santos en el bolsillo y ponerle una vela a la Virgen pidiendo un milagro. El PSOE andaluz tiene una espina dorsal de emociones y sin esa pulsión se desdibuja. No se reconoce.
Lo primero que le dijo Montero a los suyos es que “Andalucía necesita un PSOE fuerte, que se lo crea”. De creencias y emociones ha versado el acto de presentación de la precandidatura de la ministra a las primarias para liderar la federación más numerosa del partido, con sus más de 40.000 afiliados. “Hemos elegido lo mejor que teníamos porque el mensaje es la ambición: vamos a jugar al o todo o nada”, decía una dirigente de la ejecutiva regional, apuntando a las elecciones autonómicas de 2026.
Montero entró en el salón del hotel de Sevilla donde la esperaba medio centenar de militantes de todas las provincias, de todas las familias hasta ayer enfrentadas en el PSOE. Le acompañaba Juan Espadas, el líder que ha renunciado a la reelección para sumarse a una “opción ganadora”, una imagen de unidad que era el primer objetivo de esta “transición pactada” entre Montero, Espadas y el propio Pedro Sánchez, según fuentes que han participado en la negociación.
Quien le va a sustituir ha dedicado grandes palabras de elogio y reconocimiento a Espadas, que ha pilotado el partido en la oposición los últimos tres años y medio, con cuatro derrotas electorales en su haber. “El compañero que ha traído el testigo aquí es un compañero comprometido que se ha dejado la piel, quiero reconocer el trabajo y la tarea realizada por Juan Espadas, nuestro secretario general, que ha hecho un trabajo inmenso. Gracias Juan, el partido te está inmensamente agradecido”, le ha dicho.
La dirigente sevillana presentó su precandidatura a las primarias socialistas para ser la próxima secretaria general del PSOE andaluz, pero antes de eso anunció que ha venido para ganar las próximas elecciones autonómicas al presidente Juan Manuel Moreno. Es la prioridad, y lo repitió una y otra vez. “Vamos a ganar, a ganar, a ganar”, dijo. Para recuperar el poder y volver al gobierno del que fueron expulsados en 2018.
Montero ya ha empezado a hacer campaña electoral y oposición al PP andaluz, al que acusó por su “falta de ambición y su incapacidad de ejercer el autogobierno”. “Juanma Moreno no ejerce políticas que vienen refrendadas en nuestro Estatuto de Autonomía, hay motivos de sobra para decir que estamos decididos a ganar las próximas elecciones autonómicas, porque las vamos a ganar. ¡Las vamos a ganar!”, repitió otra vez.
La vicepresidenta del Gobierno tiene previsto compatibilizar una agenda del demonio en Madrid con la puesta a punto del PSOE andaluz en tiempo récord, apenas año y medio para los comicios. Consigo se trae la negociación pendiente de los Presupuestos Generales para 2025, la reforma del modelo de financiación autonómica, con un capítulo aparte para la financiación singular de Cataluña ya pactada con ERC, y el rediseño de la arquitectura fiscal de España, con una carga impositiva inferior a la media europea.
Mientras tenga un pie allí y otro aquí, el PP de Moreno cuestionará su compromiso con Andalucía. La portavoz de la Junta y consejera de Hacienda, Carolina España, ya le exigió que dimitiera de sus cargos en Madrid por la mañana, en la intervención posterior al Consejo de Gobierno. Montero, con un desparpajo del que Espadas nunca hizo gala, se pitorreó de la “preocupación” que ha desatado su candidatura en el Ejecutivo de Moreno, y le instó a “gobernar en vez de inmiscuirse en los asuntos de otro partido”.
La ministra ha venido también a reclutar a todos los militantes que tuvieran las manos metidas en los bolsillos, exhortándoles para que se remanguen y entiendan que recuperar el poder es una cosa de todos. “Mi paso adelante en esta secretaría general debe ser un paso adelante de cada militante para decir sí, estamos aquí para combatir la injusticia, traer riqueza, distribuirla y construir entre todos una tierra rica, que permita que el sur se eleve con ambición, ganas y fuerza. Os invito a todos”, resumió.
La organización del PSOE de Sevilla había trasladado la presentación de la candidatura de Montero de la sede provincial a un hotel en el barrio de Nervión, porque las llamadas de militantes para asistir al acto desbordaron el espacio previsto en la sede. Se les citó luego en un salón con capacidad para 250 sillas, que se quedó enseguida pequeño porque más del doble de asistentes se agolpó a su entorno, la mayoría de pie.
Había alcaldes y concejales susanistas que llevaban años sin dejarse ver y, a su lado, diputados y dirigentes afines a Juan Espadas, el líder que ha renunciado a la reeleción para “apoyor a un proyecto ganador”, en referencia a Montero. Había tres secretarios provinciales -Sevilla, Cádiz y Huelva-: uno crítico, que pidió la dimisión de Espadas, el gaditano Juan Carlos Ruiz Boix, junto a otro que le respaldó hasta casi el final, como el sevillano Javier Fernández. Había veteranísimos del PSOE andaluz como Luis Yañez, José Caballos, Amparo Rubiales, y dirigentes nacionales, como el vicepresidente del Congreso, el sevillano Alfonso Rodríguez Gómez de Celis.
“El ambiente es enérgico, enrabietado. Hay ganas. Hemos dejado la pesadumbre atrás”, resumía un dirigente provincial. Montero ha repetido varias veces que le “duele Andalucía” bajo los gobiernos del PP. “Esta tierra necesita elevar la voz. El sur es imprescindible para una España justa”, ha sentenciado. Y ha terminado agradeciendo a la militancia que se ha desplazado desde “todos los rincones de Andalucía sólo y exclusivamente para decir que estamos aquí. Estamos aquí y estamos dispuestos a daar la batalla, por vamos a ganarla”, sentenció. Su discurso duró algo menos de 40 minutos, pero luego se quedó a repartir abrazos, besos y compartir fotos con todo el que se lo pidió.