Una agencia del Departamento rescindirá 22 contratos federales para las vacunas de ARN, una tecnología que se considera que contribuyó a poner fin a la pandemia de la COVID-19
¿Quién es Robert F. Kennedy Jr, el antivacunas y conspiranoico nuevo responsable de Sanidad de Trump?
El Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos anunció el martes que rescindirá 22 contratos federales para vacunas basadas en ARN mensajero (ARNm), cuestionando la seguridad de una tecnología que se considera que contribuyó a poner fin a la pandemia de COVID-19 y a salvar millones de vidas.
La unidad que rescindirá los contratos es la denominada Autoridad de Investigación y Desarrollo Biomédico Avanzado (BARDA por sus siglas en inglés), que ayuda a las empresas a desarrollar suministros médicos para hacer frente a las amenazas para la salud pública y había proporcionado miles de millones de dólares para el desarrollo de vacunas durante la pandemia.
Cancelación de contratos y solicitudes
El Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) de EEUU explicó que la reducción incluye la cancelación de un contrato adjudicado a Moderna para el desarrollo en fase avanzada de su vacuna contra la gripe aviar en humanos y el derecho a adquirir las dosis, tal y como se informó anteriormente en mayo.
La agencia sanitaria estadounidense también ha rechazado o cancelado múltiples solicitudes previas a la adjudicación, incluidas las de empresas como Pfizer, Sanofi Pasteur, CSL Seqirus, Gritstone y otras.
En total, los proyectos afectados tienen un valor de “casi 500 millones de dólares”, según el HHS. Algunos proyectos en fase avanzada quedaron excluidos de la medida “para preservar la inversión previa de los contribuyentes”.
Esta es la última medida tomada por el secretario de Salud de EEUU, Robert F. Kennedy Jr., escéptico de larga data respecto a las vacunas que ha estado realizando cambios radicales para reformular las políticas sobre vacunas, alimentos y medicamentos.
Jeringas de vacunas antes de una campaña de vacunación contra el sarampión, las paperas y la rubéola en el Departamento de Salud de la ciudad de Lubbock, Texas.
“Revisamos la ciencia, escuchamos a los expertos y actuamos”, afirmó Kennedy en un comunicado. También aseguró que el HHS está poniendo fin a estos programas porque los datos muestran que estas vacunas “no protegen eficazmente contra infecciones de las vías respiratorias superiores como la COVID y la gripe”, pero no aportó pruebas científicas.
“Estamos destinando esos fondos a plataformas de vacunas más seguras y amplias que siguen siendo eficaces incluso cuando los virus mutan”, afirmó Kennedy.
El HHS dijo que la decisión se toma tras una revisión exhaustiva de las inversiones relacionadas con el ARNm iniciadas durante la emergencia de salud pública de la COVID-19.
El responsable de Sanidad antivacunas
Desde que asumió el cargo, Kennedy, que pasó dos décadas difundiendo información errónea sobre la inmunización, ha supervisado una importante reforma de la política sanitaria de Estados Unidos, por ejemplo, despidiendo a un grupo de expertos en vacunas que asesora al Gobierno y sustituyéndolos por personas de su confianza.
En su primera reunión, el nuevo panel votó rápidamente a favor de prohibir un conservante de vacunas utilizado desde hace mucho tiempo y que era blanco del movimiento antivacunas, a pesar de su sólido historial de seguridad.
También ha ordenado un nuevo estudio exhaustivo sobre la relación entre las vacunas y el autismo, que hace tiempo que ha sido desmentida.
A diferencia de las vacunas tradicionales, que suelen utilizar formas debilitadas o inactivadas del virus o de la bacteria que deben combatir, las vacunas de ARNm introducen una muestra del virus o bacteria (llamada antígeno), lo cual provoca una respuesta del sistema inmune de forma que pueda reconocer al patógeno en caso de una infección activa y eliminarlo o, al menos, atenuar el avance de la enfermedad.
Aunque se llevan desarrollando desde hace décadas, las vacunas de ARNm pasaron de los laboratorios a su uso generalizado gracias a la Operación Warp Speed de Donald Trump, una asociación público-privada liderada por BARDA que invirtió miles de millones en empresas para acelerar su desarrollo.
Los pioneros de esta tecnología, Katalin Karikó y Drew Weissman, recibieron el Premio Nobel de Medicina 2023 por su trabajo, que contribuyó “al ritmo sin precedentes de desarrollo de vacunas durante una de las mayores amenazas para la salud humana en la era moderna”.
Traducción de Uma Santos