domingo, agosto 3 2025

30 años de ruina en el palacete abandonado de Carabanchel y una ‘maldición’ que impide reinventarlo

Primero fue un hotel de aristócratas y luego, un asilo para personas con discapacidad. En el número 159 de la infinita avenida de General Ricardos, antigua carretera de los Carabancheles, un edificio salta a la vista por su estética neoclásica cubierta de grafitis. Lleva en ruinas desde los noventa y nadie logra darle uso

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Aunque hoy pueda recordar a la casa embrujada de Big Fish, su historia no es de película. La vía del General Ricardos es una de las amplias calles que vertebra el distrito de Carabanchel, en Madrid. Repleta de comercios y encapsulada por el vaivén constante del tráfico o los paseantes, hay un pequeño tramo que llama poderosamente la atención. En el número 159 de la avenida, a escasos metros de la plaza de Oporto y junto a una de las muchas casas de apuestas por la zona, resalta un palacete abandonado. La estructura luce descuidada, pero destaca a primera vista por su apariencia neoclásica oculta entre grafitis, que recubren buena parte de la fachada. El edificio está en ruinas y, pese a que el acceso está vallado por un panel de obras, hace mucho que nadie se atreve a repararlo.

La parcela sobre la que se levanta el palacete se extiende por 3.001 metros cuadrados según el Visor Urbanístico del Ayuntamiento de Madrid, un portal online que permite revisar la planificación urbanística en la ciudad. De la superficie total, 1.575 m² son de suelo construido en dos plantas. El edificio tiene una estructura simétrica que corona un friso en lo alto de la fachada principal. Tiene varias ventanas en cada una de sus caras, la mayoría cerradas o con las persianas rotas. Las paredes parecen desgastadas y el deterioro es más que visible.

Aunque hoy suene extraño, el palacete actualmente abandonado se construyó como un lujoso hotel para aristócratas. De eso hace más de un siglo: a finales del XIX, el edificio se construyó pensando en albergar a gente adinerada que veraneaba en el actual distrito. Por aquel entonces, a General Ricardos se le conocía como la carretera de los Carabancheles, un punto clave y también estratégico al ser la vía de acceso a Madrid. Con el paso de los años una burguesa llamada Ramona de Goicoechea e Isusi se haría con la propiedad, iniciando un nuevo capítulo en su historia.

La aristócrata se había hecho cargo de una cuantiosa fortuna familiar a la muerte de su marido, Baldomero Murga. Él era familia del marqués de Linares, título que se otorgó al magnate José de Murga y Reloid, así que provenía de un linaje privilegiado. Su viuda dedicó parte de ese dinero a labores de filantropía. Cuando falleció, cedió una parte del patrimonio a distintas obras de beneficencia. El palacete, en concreto, pasó a manos de la Fundación Casa-asilo Goicoechea e Isusi. En la década de 1920 reabrió como un asilo para “inválidos del trabajo manual e intelectual”; es decir, personas con alguna discapacidad o que no podían valerse por sí mismas.


Detalle del friso superior, en el que puede leerse el nombre de la Fundación Goicoechea e Isusi

Así pasaron los años hasta que, en 1995, se declaró el edificio –que entonces cumplía un siglo– en estado de ruina. Había dejado de utilizarse como asilo de la fundación y pasado a manos privadas, pero los proyectos que trataron de implementarse en sus instalaciones naufragaron. El palacete de General Ricardos consta como edificio protegido en el Geoportal del Ayuntamiento de Madrid. Tiene un nivel 2 de protección, el tramo intermedio entre el blindaje integral y el parcial, que es bastante más laxo.

Como el nivel de protección condiciona su uso y, también, los procedimientos de tramitación u obras que puedan ejecutarse sobre la estructura base, surgen más limitaciones. “La configuración arquitectónica del edificio se puede restaurar, pero sin alterarla o modificarla”, explica sobre el nivel 2 de protección estructural, que afecta al edificio, el vocal de Patrimonio del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), Ramón Andrada. En resumidas cuentas, lo que tiene que prevalecer en caso de una reforma es el esqueleto del edificio, aunque la mayoría de los acabados interiores sí podrían rehabilitarse.

Las paredes difícilmente podrían recubrirse con otro material en este grado de protección, aunque cada ficha técnica puede contener especificidades sobre qué puede o no tocarse según el estado de cada inmueble. El declive del antiguo hotel que un día acogió a la aristocracia de Carabanchel o albergó un asilo para la asistencia social se incrementa con los años mientras nadie da el gran paso. Eso sí, hubo algún amago.

Después de 27 años en caída libre, en 2019 el Gobierno local de Manuela Carmena anunció que compraría el edificio histórico para reconvertirlo en un nuevo espacio público, que ofreciera fines culturales o sociales desde un enclave accesible para el barrio. Costaría 2,5 millones de euros a las arcas municipales, pero la adquisición se haría con fondos del programa IFS, un mecanismo previsto en la ley nacional de estabilidad presupuestaria para las entidades locales con superávit o remanente de tesorería positivo. Es decir, que no hayan gastado todo el presupuesto previsto para ese año.


La gente pasea por la calle del General Ricardos, en Carabanchel, a la altura a la que se encuentra el palacete abandonado

Las inversiones financieramente sostenibles, como se les llama, permiten destinar este excedente a otras inversiones que no estaban inicialmente previstas. El único requisito es que acabe en algún tipo de inversión sostenible, entre ellas la apertura de equipamientos culturales o centros de asistencia social. En la liquidación de las cuentas locales del año previo, 2018, el remanente de tesorería alcanzó los 1.250 millones de euros y un superávit de 1.072 millones, por lo que una parte de ese dinero podría destinarse a proyectos IFS. Llegó incluso a sopesarse albergar allí la sede de la Junta Municipal del Distrito, actualmente en la plaza de Carabanchel, pero la idea terminó descartándose.

Pero los planes se fueron al garete. La compra no llegó a ejecutarse con Carmena y el nuevo gobierno, ya con José Luis Martínez-Almeida al frente aunque en coalición con Ciudadanos, desistió de hacerlo alegando que el estado de ruina del palacete dificultaba su reparación “principalmente por argumentos técnicos, pero también por no tener enlace con los objetivos de este equipo”. Es lo que digo el coordinador general de Contratación y Política Financiera, José Canal, cuando llegó a Cibeles con el PP.

Sobre la primera parte, la de las dificultades logísticas, no siempre hay consenso. En noviembre de 2023, el PSOE de Carabanchel solicitó a la Junta Municipal que adquiera y rehabilitara el inmueble abandonado en General Ricardos para convertirlo en un espacio cultural. El vocal socialista David Calvo llevó el asunto a debate en un pleno del distrito, que ya entonces dirigía el actual concejal-presidente y exconsejero de la Comunidad de Madrid, Carlos Izquierdo. La propuesta no salió adelante y el PP de Izquierdo votó en contra alegando que, más allá de los 2,5 millones con los que Carmena pretendía comprar el edificio, el coste de una rehabilitación en su estado “se dispararía sobremanera”.


Carteles y anuncios colados en el vallado del palacete, visto desde uno de sus laterales

En conversación con este periódico, Calvo sostiene que la reforma “no es imposible de realizar” y apunta a un “trato desigual” entre barrio, comparando la inacción con el palacete en Carabanchel con la reforma del Beti Jai en Chamberí. “Ahí no tuvieron problema en invertir lo que hiciera falta”, lamenta el vocal. Cuando llevó la propuesta al pleno del distrito, el concejal-presidente también aludió a la complejidad de inaugurar allí un centro cultural por la calificación del edificio en el PGOU, el Plan General de Ordenación Urbana, donde tiene categoría de equipamiento para el bienestar social.

Según explicó Carlos Izquierdo, habría que destinarlo a otro fin o iniciar los trámites para cambiar su uso. De hecho, se comprometió a eso último: “Aunque nuestro voto sea necesario, me comprometo como concejal del distrito a cambiar esa calificación […] La finca está en una ubicación sensacional y yo también espero que se pueda recuperar, sea por lo público o por lo privado”. Casi dos años después, esto aún no ha ocurrido.