sábado, agosto 2 2025

No hagáis caso a Feijóo, es bueno coger vacaciones

Las contorsiones de Feijóo sobre su apoyo a Mazón alcanzan un nuevo hito al describir sus reuniones con asociaciones de víctimas de la dana. Sostiene que ninguna le pidió su dimisión, aunque una de ellas le contó que «nuestra opinión es que el señor Mazón no debería continuar». Y se quedó tan ancho

La Xunta desprecia la prevención de los asesinatos machistas y dice que el motivo de muchos es que las mujeres rompen la pareja

Alberto Núñez Feijóo no puede evitarlo. Podía haber dado por clausurada la temporada y empezar las vacaciones. El lunes, había dado un discurso ante la ejecutiva y el partido la había retransmitido en directo. ¿Para qué salir tres días después para contar lo mismo en una rueda de prensa? Cuando se está más sobreexcitado, no se desaprovecha la oportunidad de golpear el mismo clavo aunque casi no sobresalga. La inseguridad habitual en Feijóo le empuja a insistir, insistir e insistir. Si no puede ganar por calidad en el mensaje o en la forma de venderlo, al menos que sea por insistencia.

Siempre está el peligro de que un intento por resultar divertido u ocurrente se estrelle contra la realidad. En la despedida, deseó felices vacaciones a todos, incluidos los que aparentemente no vayan a disfrutarlas: “Los que no puedan descansar que sepan que las vacaciones están sobrevaloradas”. Se la dejó botando a Gabriel Rufián: “Sobre todo, con narcos”. Será que sus barcos no son como los que salían en ‘Corrupción en Miami’. Algunos se rieron, pero no deberían. Los trabajadores valoran mucho las vacaciones. No creen que sean un síntoma de debilidad. Los psicólogos –también los expertos en ‘coach’ que no sean unos psicópatas– explican que sirven para estrechar lazos con familia y amigos y volver luego con más fuerza al trabajo. Para sobrevivir, en definitiva.

Y luego están los dirigentes políticos que creen que dar a entender que ellos no descansan nunca les va a hacer ganar puntos ante el electorado. Sólo entre sus votantes más fieles, los que se lo creen todo.

A estas alturas, Pedro Sánchez no tiene que disimular. Necesita las vacaciones como el comer y así no tener que pensar en Ábalos y Cerdán, si eso es posible. Se dice que pasará 23 días en la residencia oficial de La Mareta, Lanzarote. La derecha de la isla hizo un intento fracasado por declararle persona no grata en el pleno del cabildo. Allí ganó el PSOE en las elecciones de 2023, lo que no impidió al PP simular que hablaba en nombre de toda la isla.

Un columnista de ABC ha escrito que le parece “obsceno” que Sánchez descanse casi un mes en Lanzarote. El odio a Sánchez no descansa en verano.

No le parecería extraño a Feijóo. Prácticamente, se le han acabado las palabras en relación a Sánchez, por lo que da vueltas con el mismo mensaje añadiéndole gotas de desprecio: “España padece una crisis institucional porque tiene un presidente sin ningún límite moral”. Las críticas políticas ya no son suficientes. Ahora hay que meter la moral en la ecuación. Pocas personas aceptan que sean los políticos los más indicados para dar lecciones de moralidad, pero eso no les importa a los aludidos, que se les dan de catedráticos de Ética. Sin título en la universidad.

El líder del PP volvió a hablar de putas. Es un tema que le encanta. Antes se mantenía más o menos al margen de los asuntos del fornicio. Ahora no le sacas de ahí. Afirmó el jueves que Sánchez “ha convivido con prostíbulos en la economía familiar”. Eso es como decir que Sánchez se dedicaba a gestionar prostíbulos con sus conocimientos de economía. Lo cierto es que el padre de su esposa abandonó el negocio de las saunas en 2006. Es el año en que Sánchez se casó con Begoña Gómez. Sólo era entonces concejal de Madrid, después de haber figurado en el puesto 23º de la lista electoral.

La tentación de afirmar que Sánchez convivió con la prostitución de la misma forma que Feijóo convivió con el narcotráfico es muy grande. Feijóo diría que ambas cosas no tienen nada que ver. El código moral que se aplica a los enemigos siempre es mucho más estricto.

Su crítica más certera fue aquella en la que destacó que el Gobierno no controla los acontecimientos más inmediatos. “Sánchez no sabe cuándo va a haber elecciones porque no depende de él”, dijo para referirse después a los socios del PSOE. Es por un lado una obviedad al ser un Gobierno sin mayoría absoluta en el Congreso, y por el otro la constatación de que no cuenta con apoyos suficientes para sacar adelante unos presupuestos, la primera misión de un Ejecutivo.

A las preguntas sobre su apoyo a Carlos Mazón, Feijóo tuvo a bien informar de que el tema ha surgido en sus reuniones con dos asociaciones de víctimas de la dana. “Ninguna de las dos organizaciones me ha pedido la dimisión del señor Mazón”, dijo al principio con total rotundidad. Luego, estableció un matiz difícil de entender. “La segunda me ha dicho ‘yo no he venido aquí a pedir la dimisión del señor Mazón’, pero nuestra opinión es que el señor Mazón no debería continuar”.

Cualquiera diría que si crees que un responsable político no debe continuar en su puesto, no le estás dando más alternativa que la dimisión. No es el caso de Feijóo, cuando menos si se está hablando de Mazón. Ahí el lenguaje admite todo tipo de contorsiones.

Para la rueda de prensa, el PP sólo permitió un determinado tipo de imágenes, fotos o vídeo. Las suyas. Prohibió la entrada de fotógrafos y cámaras de los medios de comunicación en la sede para que sólo pudieran tomar imágenes los del partido. Se supone que así se aseguran de que el líder quede más guapo si eso es posible con Feijóo (y por eso la foto que encabeza este artículo no es de la rueda de prensa).

Feijóo habla estos días un montón de machismo. Quién lo iba a decir hace un tiempo. La agitada vida sexual de Ábalos y el catálogo de Koldo con las chicas más simpáticas que conocía han sido un motivo de vergüenza para las socialistas, del que Sánchez ha sido muy consciente. Pedir perdón no sirve para quitarse la mancha de encima. El líder del PP lo ve como una oportunidad de inversión imposible de rechazar: “Quien vino a ondear la bandera feminista quitando esa legitimidad al resto del mundo ha resultado estar rodeado de machistas. El sanchismo es machismo”.

Fue una coincidencia desgraciada para Feijóo que este mismo jueves el Consello de Contas difundiera un informe en el que señala que la Xunta de Galicia no está muy interesada en las politicas de prevención para evitar la violencia de género. Entiéndase, no es que estén a favor de esa violencia, sino que creen que esas medidas preventivas no sirven de nada. El responsable de la Xunta en la lucha contra la violencia de género afirma en las alegaciones al informe que luchar, lo que se dice luchar, no es muy útil: “Uno de los motivos o detonantes que llevó al agresor a acabar con la vida de la mujer –y también a veces, a suicidarse él después–, fue la decisión de ella de dejarlo y poner fin a la relación que mantenían”.

Así que la Xunta no sólo es derrotista sobre las posibilidades de reducir los casos de la peor violencia machista, sino que opina que quien origina los asesinatos es la mujer que abandona a su pareja y que el homicida también puede llegar a ser una víctima, ya que el alto cargo se toma la molestia de añadir que hay casos en que el asesino se suicida después.

Si estos son los feministas del PP, tampoco quedan muy lejos de los machistas que se van de putas. Vienen a ser parecidos y los segundos suelen invitar a copas por la noche.