viernes, agosto 1 2025

El sistema de las tres cuentas que simplifica tu contabilidad doméstica y te ayuda a ahorrar

Las cuentas de casa se pueden descontrolar fácilmente con gastos imprevistos y la inflación: esta es una forma sencilla de mantenerlas a raya

¿A qué temperatura debemos poner el aire acondicionado para que refresque y consuma menos?

La economía doméstica parece estar siembre zarandeada por las buenas intenciones y las realidades no tan buenas. Según el Estudio sobre las Familias Numerosas en España, tres de cada cuatro de estos hogares no llega a fin de mes. Esta fragilidad financiera de los hogares, también en el caso de los no numerosos, se agrava con la actual inflación, un escenario en el que, como señala BBVA en este estudio, el poder adquisitivo se resiente sin previo aviso: una lista de supermercado que costaba 500 euros puede subir a 550 en pocos meses, forzándonos a tomar decisiones dolorosas sobre necesidades básicas.

El Banco de España también advierte de estas dificultades en la Encuesta Financiera de las Familias de 2024, apuntando a la inflación y al aumentos de los gastos de la energía. A esto se suma el que el 36% de las personas en España confiesa no tener los conocimientos financieros necesarios para tomar decisiones importantes, según datos de FUNCAS.

En este escenario se producen los fallos recurrentes en la planificación económica, donde gastos invisibles como el café diario y los variables mal gestionados (luz, agua, desperdicio de alimentos) desbordan mes a mes los presupuestos de los hogares. Aquí es donde organizar nuestro dinero en diferentes cuentas bancarias puede ayudar.

El sistema de las tres cuentas

El sistema de tres cuentas no tiene su origen en el mundo de las finanzas domésticas, sino en la contabilidad empresarial. En las empresas, las cuentas se clasifican según su naturaleza (activo, pasivo y patrimonio) pero, sobre todo, según su función (gastos, ingresos, costos).

El sistema de las tres cuentas también divide los ingresos del hogar en tres categorías según su propósito: gastos, ahorros y fondos de emergencia, cada uno de los cuales se mantiene en cuentas bancarias separadas.

Cuenta corriente (cuenta de gastos): esta cuenta es para gastos cotidianos como facturas, comestibles y gastos discrecionales.
Cuenta de ahorro (o cuenta de gastos diferidos): esta cuenta es para objetivos a más largo plazo, como unas vacaciones, el pago inicial de una casa u otros gastos previstos.
Fondo de emergencia (o cuenta de confianza financiera): esta cuenta es el ‘colchón’ para gastos inesperados, como la pérdida del empleo, facturas médicas o reparaciones del coche.

La innovación del sistema está en su simplicidad, y se alinea con el famoso método 50/30/20 de la distribución ideal de los ingresos: 50% para las necesidades básicas, 30% para deseos y un 20% para el ahorro.

Cómo empezar con el sistema de las tres cuentas

Antes de abrir cuentas, hay que hacer una auditoría exhaustiva, y puede que un poco dolorosa, de los gastos de casa. Si el dinero de la nómina ‘desaparece’ a los pocos días, hay que saber exactamente a dónde va a parar. Tiene dos partes:

Control de gastos:

La estrategia es registrar todos los gastos durante un mes, por pequeños que sean. Una hoja de Excel o su equivalente en Google Docs puede ser un buen principio, pero también se puede hacer con lápiz, papel y calculadora. Por ejemplo, gracias a esta auditoría se puede descubrir que hay pagos a servicios que suponen cientos de euros al mes y que no se utilizan. También puede haber gastos extra por malos hábitos: luces y electrodomésticos encendidos, alimentos caducados, ir a hacer la compra sin lista y volver cargados de caprichos. Aquí pueden ayudar algunas apps de control de gastos que permitirán identificar incluso los microgastos, como el café, que suman sin darnos cuenta.

Asignación estratégica de los ingresos:

La cuenta corriente número uno, la de gastos esenciales, recibirá cada mes idealmente el 50-60% de los ingresos. Aquí está el alquiler o hipoteca, servicios, seguros y gastos en educación y transporte. Su única tarjeta asociada es para emergencias. La cuenta corriente de ‘deseos’ o gastos discrecionales recibe el 20-30% del dinero y es para gastos que no queremos recortar, pero que podríamos en caso de necesidad, como ocio, restaurantes o ropa que no sea urgente. Lo más importante es que cuando se agote el dinero en esta cuenta, está prohibido ‘robar’ de las otras. El 20% restante se ingresa en la cuenta de ahorro o la cuenta ‘del futuro’. En esta cuenta lo ideal es acumular suficiente dinero para cubrir seis meses de gastos esenciales, y también ir ahorrando dinero para gastos como las vacaciones o la renovación del hogar.

La automatización del sistema de las tres cuentas

Lo mejor es programar transferencias automáticas el día del depósito del sueldo a cada una de las tres cuentas. Reducir las decisiones evita la ‘fatiga financiera’ que sienten muchas personas cada vez que miran su estado bancario. Saber que el ocio tiene un límite presupuestado disminuye la culpa al gastar, mientras el ahorro automatizado transmite la idea de que ese dinero no está disponible para caprichos.

Precisamente este fondo de emergencia en la cuenta tres actúa como un parachoques ante imprevistos como reparaciones de coche, averías en casa o incluso el desempleo. También evita que haya que endeudarse de forma peligrosa para superar estos imprevistos.

Para quienes viven en pareja, es una buena idea duplicar algunas partes del sistema. Por ejemplo, es posible tener una cuenta común para gastos fijos y una cuenta común de ahorro, mientras que cada uno de los miembros de la pareja puede tener su propia cuenta para gastos discrecionales. Esto respeta la individualidad de cada persona y evita conflictos, al mismo tiempo que garantiza que los gastos personales no interfieran con los más esenciales.

La otra ventaja de tener una cuenta con un presupuesto fijo para gastos discrecionales es que se puede ver en tiempo real cómo disminuye el saldo a lo largo del mes, por ejemplo cuando se multiplican las salidas a restaurantes o de ocio, y permite frenar el gasto a tiempo.

El sistema de tres cuentas parece demasiado simple, pero es solo en apariencia. Nos obliga a poner el dinero en sitios separados y, además, hay un coste mental si se intenta mover el dinero de una cuenta a otra, por lo que se desincentiva el hacerlo. El sistema es además adaptable, y lo pueden usar desde las parejas que quieren separar sus gastos propios como las personas que tienen un negocio y necesitan separar sus gastos personales. En un mundo de gastos invisibles, es siempre recomendable sacarlos a la luz.