¿Estar enamorados es suficiente si nadie lo ve? La oficialización de las relaciones ha migrado de los testigos presenciales a los seguidores en redes sociales. En un tiempo en que lo privado se vuelve público, Instagram y TikTok se han convertido en escenarios donde se validan, negocian y exponen los vínculos
El dilema de contarle todo a tu pareja o no: “Muchas veces detrás no hay una necesidad de conexión, sino de control”
A comienzos del verano, Gracie Abrams hizo algunos movimientos en Instagram que confirmaban un año de rumores: la cantante aparecía en sus Stories bailando a hombros del actor Paul Mescal mientras Olivia Rodrigo y Robert Smith cantaban Friday I’m in Love en Glastonbury. Pocos días después de que la artista también actuara en el festival británico, otro selfi de la pareja publicado entre un carrusel de imágenes de Abrams lo hacía completamente oficial: su post se llenó que comentarios que en mayúsculas subrayaban su “hard launch”, el “lanzamiento” público y sin medias tintas del noviazgo.
Apenas un mes antes, la modelo Gigi Hadid había subido a Instagram una recopilación de fotos por su 30 cumpleaños. De las numerosas imágenes que aparecían —rodeada de su hija, sus amigas, instantáneas de tartas, decoración y bebidas con hielos serigrafiados con su nombre—, a la gente le llamó la atención la número 18, en la que aparece besando al actor Bradley Cooper. “Ummm esto lo vuelve Instagram official?!”, se preguntaba alguien en un comentario que acumula más de 10.000 likes. Hasta ese momento, a la modelo y al actor se les había visto juntos en varias ocasiones, incluso dándose un beso en marzo de 2024, pero no fue hasta la publicación de Hadid cuando numerosos medios lanzaron titulares sobre el salto de categoría que había dado su relación hasta convertirse en Instagram official.
A pesar de que este es el caso de dos parejas de personajes públicos de la cultura pop, lo cierto es que es una muestra bastante significativa de cómo operan las relaciones amorosas hoy —especialmente para los millennials en adelante—, y del papel que juegan las redes sociales a la hora de oficializar nuestros vínculos afectivos. Lo que nos lleva a preguntarnos: si una relación no aparece publicada en Instagram, ¿eso quiere decir que, de cara al mundo, no existe?
Vínculos oficiales y testigos públicos
En su estudio sobre el cortejo y los matrimonios premodernos —aquellos comprendidos desde el siglo XVII hasta el siglo XIX—, el historiador John R. Gillis explica que lo que transformaba a los amigos en novios, y a los novios en futuros cónyuges, era el consentimiento otorgado en público. El amor no pertenecía a la esfera privada ni a la elección individual, como más tarde se defendería en la modernidad, sino que estaba regulado por la comunidad, la familia, las instituciones religiosas o políticas. Por lo tanto, para que se considerara que dos personas estaban juntas —en la mayoría de los casos como fruto de alianzas económicas o sociales— debía existir un sistema objetivado en base a regalos y testigos.
Y es que, aunque el amor nunca se ha mantenido ajeno a las lógicas económicas, sociopolíticas y culturales, esta noción de los testigos como oficializadores públicos de una relación parecía que había perdido fuerza hasta la llegada de las redes sociales. En 2004, con el lanzamiento de Facebook en las redes universitarias norteamericanas, una de las funcionalidades que más éxito alcanzó dentro de la cultura del hook up [ligar y acostarse con personas sin compromiso] fue aquella que te permitía colocar tu “situación sentimental” en tu perfil. “Soltera”, “en una relación”, “casada” o, simplemente, “es complicado” eran algunas de las opciones que la plataforma te permitía elegir.
Gracie Abrams y Paul Mescal en un foto publicada por la artista en su Instagram.
Esta funcionalidad fue muy popular hasta que, de repente, la gente dejó de usarla: “Ya nadie quería admitir que tenía una relación en Facebook”, porque luego “nunca olvidaban la aplastante vergüenza social de vivir una ruptura online al tener que cambiar el estado de ”en una relación“ a ”soltero“ o ”soltera“, explica la periodista Barbara Speed en su artículo Facebook official: the rise and fall of the relationship status.
Sin embargo, aunque esta opción —al igual que la propia red social— ha quedado desfasada entre las generaciones más jóvenes, otras plataformas como Instagram o TikTok siguen ejerciendo una función similar bajo otros códigos. Carolina Bandinelli, investigadora sobre cultura digital del amor en el Centre for Cultural & Media Policy Studies de la Universidad de Warwick, explica a elDiario.es que “las personas nativas digitales están desarrollando una especie de métodos y tácticas más sofisticadas para negociar qué se hace público y por qué. Cada vez es más posible detectar toda una serie de códigos y normas no escritas que regulan todo esto”.
Gigi Hadid hizo su relación con Bradley Cooper ‘Instagram-official’ cuando compartió un carrusel de fotos de su cumpleaños.
Del soft launch al hard launch
La actriz Anna Camp y su novia, la estilista y escenógrafa Jade Whipkey, también han llevado a cabo también en los últimos meses dentro de sus redes sociales algo que se conoce como soft launch, una forma de dar a intuir que estás saliendo con alguien a través de pequeños vistazos de la relación. Estos pueden tomar la forma de Stories con la presencia de la otra persona de forma ocasional o comentarios en sus publicaciones, pero siempre desde un lugar que no dé a entender de forma explícita que mantienes una relación amorosa con esa persona.
Frente a esta declaración a cuentagotas, otras personas optan por una declaración más directa que se conoce como hard launch. Esta puede darse, como en el caso de Hadid, de forma sutil —pero con plena consciencia— al publicar una foto besando a tu pareja dentro de un carrusel de imágenes variadas. O, como en el caso del actor francés Lucas Bravo, dedicando todo un post a un viaje que realizó junto a la actriz Shailene Woodley.
Las personas nativas digitales están desarrollando métodos y tácticas más sofisticadas para negociar qué se hace público y por qué. Cada vez es más posible detectar toda una serie de códigos y normas no escritas que regulan todo esto
Publicar que estás saliendo con una persona no solo está relacionado con el carácter público que ha adquirido nuestra vida, sino con la forma en la que las redes sociales actúan como un escaparate de nuestros momentos de mayor felicidad, y con las dinámicas amorosas que en ellas se generan. Lara Herrero, socióloga y sexóloga en Dialogasex, explica que “el significado que hoy en día seguimos otorgando al hecho de tener pareja se percibe mayoritariamente como un signo de estatus”. Por lo tanto, “publicar fotos o mensajes no siempre responde exclusivamente al deseo de compartir algo bonito o que genera felicidad, sino que, en ocasiones, tiene que ver con la necesidad de validar el vínculo, demostrar que existe, que es real o que está bien”.
Esto se enmarca dentro de una lógica cultural en la que se concede capital simbólico a aquellas personas que tienen parejas hetero monógamas, y donde lo afectivo —y cualquier otra dimensión de nuestra identidad— debe ser compartido, visto y validado por la mirada ajena. En TikTok, por ejemplo, es habitual encontrar reels en los que, mayoritariamente mujeres jóvenes y heterosexuales, muestran su alegría cuando “él las comparte en sus Stories sin siquiera tener que pedírselo”.
El hecho de que haya personas pidiendo a sus parejas que las publiquen en redes sociales es algo que también observa Herrero en las formaciones que imparte a jóvenes, donde es frecuente “encontrarse con la demanda por parte de la pareja de subir una foto o mencionarles en sus historias”. Y de cómo estas prácticas, explica, “a veces se convierten en una forma de control, como si se tratara de una especie de prueba pública de compromiso. Algo que, muchas veces, recae más sobre una de las partes, las mujeres”.
Esta nueva forma de vigilancia afectiva está vinculada con el hecho de considerar el contenido de tu perfil como un indicador de disponibilidad amorosa. Es decir, una “buena pareja” debería subir fotos con su novio para demostrar que está “fuera del mercado”. De lo contrario, el mensaje que está transmitiendo esa persona es que está soltera.
El significado que hoy en día seguimos otorgando al hecho de tener pareja se percibe mayoritariamente como un signo de estatus
Del compromiso a la ruptura pública
Conceder tanta importancia a las redes sociales sobre el carácter oficializador de las relaciones amorosas lleva a la gente que está atravesando una ruptura a preguntarse: ¿debo comunicar también esta información? Y, ¿qué hago con todos los recuerdos públicos que tengo con mi expareja?
Una de las rupturas más icónicas dentro del ámbito digital español —por la forma que adoptó— fue la de los youtubers Ter y Jaime Altozano, que publicaron un vídeo titulado Ya no estamos juntos, que acumula más de un millón de visualizaciones y en el que hacen un repaso de lo que ha significado para ellos la relación, y explican las razones por las que ya no están juntos. Esta exposición pública de algo que, aparentemente, solo debería concernir a aquellas personas que conformaban el vínculo se confronta con otra forma —más habitual— de transmitir el mismo mensaje: borrar todo rastro de esa persona.
De acuerdo al estudio llevado a cabo por varias investigadoras para el artículo From #RelationshipGoals to #Heartbreak. We use Instagram differently in various romantic relationship statuses, un 47% de personas borra todas las fotografías en las que aparece con su expareja, mientras que un 22%, además, elimina todo lo que le recuerda a ella. Podemos recordar cómo la modelo Lori Harvey borró todo rastro del actor Michael B. Jordan después de su ruptura, algo que también hizo la cantante Halsey con Evan Peters, Sam Smith con Brandon Flynn, Rauw Alejandro con Rosalía o, recientemente, Sydney Sweeney al borrar esa única fotografía de un carrusel en la que aparecía besando a su exprometido Jonathan Davino.
En definitiva, las redes sociales han transformado no solo cómo nos mostramos al mundo, sino también cómo amamos, cómo nos vinculamos y cómo terminamos esos vínculos. Lo que antes se decidía en la intimidad de una conversación o se oficializaba ante un círculo reducido de testigos, hoy pasa por los filtros de una visibilidad pública que opera como prueba social. Y parece que lo íntimo, en tiempos de algoritmos, ya no puede ser pensado sin su reflejo digital. Todo ello parece dirigirnos hacia un lugar en el que ya no solo debamos preguntarnos si estamos enamorados, sino si estamos preparados para hacerlo oficial en Instagram.