viernes, julio 18 2025

Quisimos entrevistar a esta exdirectiva de Facebook. Mark Zuckerberg no lo ha permitido

Sarah Wynn-Williams, ex jefa de Políticas Públicas de Facebook, ha publicado un libro sobre el comportamiento «irresponsable» de la empresa y de su fundador. Pero la compañía ha logrado vetar legalmente que hable sobre él

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“Trabajé allí durante siete años y, si tuviera que resumirlos en una sola frase, diría que empezó siendo una farsa esperanzadora y acabó en una tragedia llena de oscuridad y arrepentimiento. Yo era una de las personas que asesoraban a la cúpula de la empresa, Mark Zuckerberg y Sheryl Sandberg, mientras ellos ingeniaban cómo negociaría Facebook con los Gobiernos del planeta. Al final contemplé desesperanzada cómo se plegaban ante regímenes autoritarios como China y engañaban a la opinión pública como si nada”.

Es un fragmento de las memorias de Sarah Wynn-Williams, la que fuera directora de Políticas Públicas de Facebook de 2011 a 2018, su momento de máxima expansión. Esta diplomática neozelandesa acaba de publicar Gente Irresponsable (Editorial Planeta), donde denuncia la cultura de poder, encubrimiento y abuso dentro de la compañía hoy renombrada como Meta.

La autobiografía de Wynn-Williams habla de las ambiciones de poder de Mark Zuckerberg, del falso idealismo de la cúpula y buena parte de la plantilla, de las presiones políticas, de la censura y de cómo todo esto se mezcló para crear Facebook, una corporación que priorizó el crecimiento y el beneficio económico por encima de cuestiones éticas que afectaban a miles de millones de personas.

Su valor es el de testimonio directo, una mirada desde dentro y con abundantes detalles tanto a una empresa tecnológica clave en la revolución digital, como a su fundador, la segunda persona más rica del mundo, y sus principales colaboradores. “Volaba en el jet privado de Mark el día en que por fin entendió que probablemente Facebook había colocado a Donald Trump en la Casa Blanca”, resume la propia autora.

El libro, sin embargo, no incluye ningún hecho que no hubiera salido ya a la luz. Facebook ha sido una de las empresas más escrutadas del planeta y sus vergüenzas han sido levantadas tanto desde fuera como desde dentro. No hay noticias escabrosas en las páginas de Gente Irresponsable. Pese a ello, la compañía ha prohibido a Wynn-Williams hablar del libro o hacer cualquier declaración sobre él. El día siguiente a su publicación en inglés (12 de marzo) invocó una cláusula de no difamación que la autora firmó al salir de la compañía para censurarla.

“La autora no está disponible para entrevistas a causa de la orden provisional de un tribunal de arbitraje estadounidense que, a petición de Mark Zuckerberg, le prohíbe hacer cualquier tipo de promoción del libro”, lamenta la editorial.

Desde entonces Wynn-Williams se ha mantenido en silencio. Meta lo ha hecho todo por ella, generando un efecto Streisand de manual sobre su libro: se convirtió en un best seller del New York Times llegando al número 1 de su lista de no ficción, fue número 3 en biografías Amazon o número 2 de Apple Books en la lista de libros de pago. En el Reino Unido ha vendido más de 100.000 copias y ha sido traducido al castellano en tiempo récord: sale a la venta el 16 de julio.

¿Por qué ahora?

Han pasado más de ocho años desde la salida de Wynn-Williams de la corporación de redes sociales. Su libro, sin duda, habría sido mucho más útil entonces que ahora. El escándalo de manipulación electoral de Facebook y Cambridge Analytica estalló en marzo de 2018. “En Estados Unidos, pusieron a trabajadores de Facebook a disposición de la campaña de Trump para ayudarlo a organizar la guerra de la desinformación, el troleo y las mentiras que le dieron la victoria en las elecciones”, revela.

Mientras, en verano de ese mismo año la ONU empezó a documentar que la red social tampoco había sido capaz de detectar los llamamientos a la violencia contra los rohingya en Myanmar. Su algoritmo amplificó el odio y permitió que el ejército birmano usara la plataforma para incitar al genocidio.

La empresa tardó meses en reaccionar y acabó reconociendo que no hizo lo suficiente, entre otras cosas porque no contaba con suficientes moderadores que hablaran birmano. La violencia contra los rohingya terminó con más de 25.000 muertos y cerca de 700.000 personas obligadas a huir a Bangladés, según estimaciones de Naciones Unidas. Un genocidio retransmitido en directo en la mayor red social del mundo sin que esta se diera cuenta de lo que ocurría.

La responsable del caso me dijo que no creía que infringiera nuestras normas, pero que no podía encontrar a nadie que hablara birmano y Google Translate no traducía del birmano, así que no podía asegurarlo a ciencia cierta

Wynn-Williams también habla de estos hechos en el libro, con información que habría sido muy relevante en su momento. “Estaban provocando violencia real —seguía habiendo disturbios, las turbas budistas estaban atacando los negocios musulmanes, había muertos—, así que parecía estar claro que infringían nuestros estándares. Pero el equipo de operaciones de contenidos, con sede en Dublín, no quería eliminar las publicaciones. La responsable del caso me dijo que no creía que infringiera nuestras normas, pero que no podía encontrar a nadie que hablara birmano y Google Translate no traducía del birmano, así que no podía asegurarlo a ciencia cierta”, narra.

“Recurrí a su superior, un hombre que se puso en contacto con el mismo trabajador externo que habían contratado hacía unos meses —un birmano con residencia en Dublín— para que revisara el material. Pasaron cinco horas”, continúa: “¿Cuánto crees que tardará?, pregunté. Había disturbios en las calles por culpa de aquello. Necesitaba que se eliminaran esas publicaciones. Me temo que no lo sé —respondió mi contacto en Dublín—. No está conectado. Le he mencionado en Facebook y espero que lo vea y se ponga en contacto conmigo”.

“Cuando hay gente muriendo, ese no puede ser el sistema al que tenga que recurrir Facebook”, lamenta su ex directora de Políticas Públicas.

Con todo, hay incluso un aspecto más en el libro sobre el que Wynn-Williams podría haber alertado al resto de la sociedad. Es un problema que está revelándose ahora en su gravedad real: la voluntad de parte de la junta directiva de Facebook de potenciar los discursos de extrema derecha en su beneficio.

Uno de los miembros de la junta sugirió a nuestra cúpula, en su mayoría judía, que a Facebook le conviene estrechar lazos con los partidos políticos de la extrema derecha en Europa porque el poder se está desplazando hacia ahí

“Uno de los miembros de la junta sugirió a nuestra cúpula, en su mayoría judía, que a Facebook le conviene estrechar lazos con los partidos políticos de la extrema derecha en Europa porque el poder se está desplazando hacia ahí”, revela: “En su propuesta, el susodicho miembro de la junta sugería aprovechar el apoyo electoral y las herramientas para hacer campaña que ofrecíamos a los candidatos presidenciales estadounidenses (y que Donald Trump estaba usando de manera agresiva en su campaña de 2016) y ofertárselos a Alternativa por Alemania, la extrema derecha alemana, y a Marine Le Pen y el Frente Nacional, la extrema derecha francesa”.

“Acercarse a estos partidos políticos y ayudarlos a llegar al poder sería la manera más eficaz de evitar que los Gobiernos regularan Facebook”, propuso el directivo, según el relato de Wynn-Williams. La autora también escribe que la plataforma sabía de la existencia de más de doscientos grupos extremistas en la plataforma que violaban las normas de discurso de odio, pero que hizo “apenas nada” para eliminarlos.

Si Wynn-Williams tenía toda esta información, ¿por qué ha esperado ocho años para alertar de ello al resto de la sociedad? Esta sería una de las principales preguntas a realizar en una entrevista, que Meta no permite que se celebre.

Siguen siendo gente descuidada. Le han cambiado el nombre a la empresa, de Facebook a Meta. Pero los leopardos no cambian de manchas. El ADN de la empresa sigue siendo el mismo. Y cuanto más poder tienen, más irresponsables se vuelven

La exdirectiva argumenta en el libro que la motivación para publicarlo en 2025 es impedir que Meta siga comportándose como hasta ahora, también durante la revolución de la inteligencia artificial. “Siguen siendo gente descuidada. Le han cambiado el nombre a la empresa, de Facebook a Meta. Pero los leopardos no cambian de manchas. El ADN de la empresa sigue siendo el mismo. Y cuanto más poder tienen, más irresponsables se vuelven”, avisa.

“Estuve presente en los primeros encuentros de tanteo entre Mark y los mandatarios mundiales. Y fui testigo de la exploración y del acopio de un poder que ha seguido expandiéndose. En la actualidad, Meta es una de las empresas más poderosas del mundo. Y avanzamos por la dirección que ha señalado. Vivimos en un mundo al que han dado forma estas personas y su indiferencia letal. Por no hablar del futuro. Si no abordamos lo que ya se ha encubierto, repetiremos los errores de Facebook”, concluye.

¿Qué dice Meta?

Básicamente, que todo lo escrito en Los irresponsables es mentira o está sacado de contexto. Preguntada por elDiario.es, la compañía se remite al comentario oficial que hizo cuando pidió al Tribunal de Arbitraje que lo parara. “Esta sentencia confirma que el libro falso y difamatorio de Sarah Wynn-Williams nunca debió publicarse. Esta urgente acción legal se hizo necesaria porque Williams, más de ocho años después de ser despedida por la empresa, ocultó deliberadamente la existencia de su proyecto de libro y evitó el proceso estándar de verificación de datos de la industria con el fin de apresurarse a publicarlo en las estanterías después de esperar ocho años”, declara.

Sin embargo, lo que afirma Meta en esa declaración no está sustentado por lo que dice la resolución de arbitraje publicada. El árbitro no ha entrado a valorar la validez del contenido, solo determinó que existía un riesgo contractual y legal por incumplimiento de la cláusula de no difamación, lo cual justificó la medida cautelar de bloquear las entrevistas de Wynn-Williams.

En concreto, el laudo prohíbe a Sarah Wynn‑Williams promocionar el libro y hacer “comentarios despectivos, críticos o perjudiciales” sobre Meta, sus ejecutivos o sus trabajadores. También le obliga a eliminar los comentarios en esta línea que haya realizado previamente y estén bajo su control. Pero no hace valoraciones sobre la veracidad de la obra. La resolución es, además, temporal, solo hasta que se resuelva si Los irresponsables viola efectivamente la cláusula que su autora firmó con Meta.

Andy Stone, el jefe del equipo de Comunicación de Meta, recopiló en su momento las impresiones de una decena de ejecutivos y trabajadores de la compañía que apoyaron en redes sociales el posicionamiento de esta, destacando las “exageraciones” de libro o contradiciendo el punto de vista de su autora en algunos aspectos.

Las declaraciones de Wynn-Williams, no obstante, están en línea con otros ex ejecutivos de la compañía que han decidido levantar la voz. Filtradores como Arturo Béjar, que destapó en entrevistas y en el Congreso de EEUU la desprotección de Meta con los menores de edad; o Frances Haugen, cuyo testimonio sirvió de base para lanzar una investigación a gran escala contra la compañía.

También resulta llamativo que la compañía evoque a la “verificación de datos de la industria” para afear la publicación del libro. Se trata del mismo mecanismo que Mark Zuckerberg ha eliminado de todas sus redes sociales para congraciarse con Donald Trump y la extrema derecha internacional, que llevaban años con profesionales en su punto de mira.

Una comedia trágica

Wynn-Williams escribe sobre un período clave en la historia de Internet. Los movimientos de Facebook en la pasada década han ayudado a definir la red de hoy y la redistribución del poder hacia las manos de uno pocos tecno-oligarcas, inmortalizados en la fotografía de la toma de posesión de Donald Trump.

Pero no hay épica en su relato. Más bien, como ella misma reconoce, su historia es una comedia trágica. “La mayoría de los días, trabajar en temas políticos para Facebook tenía mucho menos de interpretar capítulos que parecían redactados por Maquiavelo y mucho más de cuidar de una pandilla de chavales de catorce años a los que les habían dado superpoderes y una suma impía de dinero mientras volaban alrededor del mundo intentando comprender qué les había otorgado y comportado ese poder”, avisa.

El libro de Wynn-Williams está lleno de anécdotas y situaciones que justifican esa declaración, pero ella no puede hablar abiertamente de ellas. Meta dice que todo es falso, pero que haya tratado su libro como una amenaza puede que termine revelando más sobre la empresa que muchas de sus páginas.