Ecologistas y vecinos de Montecarmelo denuncian que 70 de los 103 árboles desplazados para ubicar el futuro cantón de limpieza «han muerto o están muriéndose». La cifra puede aumentar, ya que según un maestro jardinero «para comprobar si el árbol sobrevive al proceso hay que esperar mínimo dos años»
Vecinos denuncian que los trasplantes de Madrid Río han acabado en un “cementerio de árboles” en Valdebebas
“Es un paripé”. Para Luciano Labajos, maestro jardinero que ha trabajado durante décadas para el Ayuntamiento de Madrid en entornos como la Casa de Campo o el Retiro, el trasplante de árboles ejecutado en abril por el Gobierno de José Luis Martínez-Almeida en Montecarmelo solo merece ese calificativo. “Los árboles están condenados al fracaso, porque los trasplantes que se hacen en abril no suelen salir adelante. Es una manera de engañar a la ciudadanía para mantener la apariencia de que no talas, pero en realidad es peor, porque no solo acabas con los árboles, sino que te gastas más dinero”, expone este miembro fundador de Ecologistas en Acción Madrid.
Labajos es coautor de un demoledor informe sobre la actuación municipal en la arboleda que el Consistorio ha intervenido para colocar el polémico cantón del barrio de Montecarmelo, una instalación que albergará residuos procedentes del norte de Madrid y maquinaria del servicio municipal de limpieza. El área de Medio Ambiente, Urbanismo y Movilidad que lidera el concejal Borja Carabante ha talado 104 ejemplares en la zona, pese a que a finales de abril una sentencia del Juzgado Contencioso-Administrativo nº 9 de Madrid declaró nula la ubicación elegida al carecer el proyecto de evaluación ambiental. Al ser un fallo recurrible, desde Cibeles optaron por continuar con los trabajos.
A las talas le siguieron el trasplante de árboles, hasta 103, que se movieron unas decenas de metros para dejar vía libre al solar del futuro cantón. En principio solo 49 árboles iban a salvarse de la tala con esta otra fórmula, pero el Ayuntamiento los amplió después de la fuerte oposición vecinal. Sin embargo, 70 de esos 103 especímenes ya “han muerto o están muriéndose” en apenas tres meses, un 68%.
Es lo que recoge el mencionado informe, al que ha tenido acceso Somos Madrid. Además de Labajos, firman el documento el ingeniero técnico forestal Fernando Luis de Gómez Gavira (socio fundador de la Mesa Ciudadana del Árbol de Madrid) y dos miembros de la Plataforma de Afectados por el Cantón y la Asociación Vecinal de Montecarmelo, Vicente Sánchez y María Torrens.
Para Labajos, “esa cifra de árboles que están muriendo puede ir a más”. Cuenta que en Montecarmelo “han caído primero los coníferos, como cedros, pinos o cipreses, pero en los próximos meses van a seguir secándose otros ejemplares que ahora están viviendo de sus reservas”. Lo achaca a “cortes de raíces que llevan inevitablemente a que se sequen, sobre todo si, como en este caso, no se han ejecutado correctamente”.
Varios árboles secos o muertos después de ser trasplantados por el Ayuntamiento de Madrid ante la instalación del cantón de Montecarmelo. Al fondo, las Cuatro Torres de la capital.
La estampa en la parcela en la que se han replantado los árboles da cuenta de la situación: más marrón que verde por la abundancia de árboles secos, sobre todo los de mayor porte, que hasta llegan a parecer quemados. Las cortezas que se desprenden del tronco o la sequedad de ramas y hojas reflejan la delicada salud de los especímenes. Los vecinos han colocado cintas amarillas en todos los que consideran muertos y otras con la palabra “frágil” en los que ven al límite.
El maestro jardinero cree que la de Montecarmelo es una actuación “manifiestamente negligente”, pero sostiene que el propio modelo de trasplantes, que el equipo de Almeida ha presentado como alternativa a las talas en obras tan dispares como la Fórmula 1 de Ifema o la reforma de la plaza de la Luna, acarrea contraindicaciones intrínsecas: “El Ayuntamiento de Madrid y casi cualquier institución pública suele decir que uno de cada cinco árboles no sobrevive al trasplante. Es más bien al revés, se mueren cuatro de cada cinco. No sé qué parámetros usan, porque para comprobar si efectivamente el árbol sobrevive al proceso hay que esperar como mínimo dos años, cuando ya se hayan acabado esas reservas que pueden permanecer en el tronco”.
Varios árboles secos o muertos después de ser trasplantados por la instalación del cantón de Montecarmelo.
El efecto es todavía más “devastador”, en cualquier caso, cuando las maniobras se llevan a cabo sin las debidas garantías. Piensa que es el caso de Montecarmelo, donde “se ha actuado con una falta de escrúpulos que queremos denunciar”. Habla, en primer lugar, de la fecha escogida, abril, pocos días antes de que trascendiera la sentencia judicial que ordena detener el cantón: “Los árboles de cierto porte tienen pocas posibilidades de sobrevivir a un trasplante en general. Pero si queremos que lo hagan, hay que hacerlo en su periodo de parada vegetativa [cuando necesitan una menor absorción de nutrientes de la tierra], más o menos de noviembre a marzo”.
Los “despropósitos” que Labajos describen van mucho más allá: “Aquí además se les ha desplazado a un secarral, una zona con un suelo inadecuado en el que hay hasta escombros y cemento”. Por si fuera poco, arremete contra la ejecución de los trasplantes: “Llegado un momento, los operarios arramplaron con todo porque sabían que no había posibilidad de que los árboles sobrevivan, les encargaron un trabajo sin sentido y poco profesional. Han llegado a serrar la raíz pivotante o central de los árboles, cuando para hacer eso el árbol debe pasar por un vivero al menos dos años, y aun así es un proceso complejo recomendado solo a árboles jóvenes”.
Se les ha desplazado a un secarral, una zona con un suelo inadeucado en el que hay hasta escombros y cemento. Los operarios arramplaron con todo porque sabían que no había posibilidad de que los árboles sobrevivan
“Es como si a un ser humano le cortan por la cadera. En realidad es una sentencia de muerte, una tala”. Así lo resume María Torrens, otra de las autoras del exhaustivo informe. Cuenta que, cuando la presencia mediática disminuyó, “dejaron de cubrir los cepellones [la tierra que se adhiere a las raíces para su trasplante] y pasaron a llevarlos al aire o colgando de las excavadoras, con las raíces arrancadas”. Fuentes del área de Medio Ambiente desestiman estas críticas y, en declaraciones a este periódico, aseguran que la intervención “se ha hecho con las máximas garantías y la mejor tecnología”.
Torrens alude por su parte al asunto de los viveros, un recurso que el Ejecutivo municipal no ha utilizado en esta intervención pese a que ofrece mayores garantías. La vecina recuerda que Carabante declaró hace solo un mes que los 27 árboles que serán replantados en la céntrica plaza de Santa Ana (otra actuación en la que el Ayuntamiento sustituyó talas por trasplantes) se encuentran en un vivero municipal. Según el edil, están ahí “para poder trasplantarlos una vez finalicen las obras y llegue el mes de septiembre u octubre, que es cuando se puede producir el trasplante [sin cumplir tampoco en este caso el que para Labajos es el periodo idóneo para ello]”. Carabante puntualizó que, si hoy se plantaran árboles en la plaza de Santa Ana, “lo más probable es que se secaran”. Justo lo que está ocurriendo en Montecarmelo.
El nuevo panorama ha provocado que los vecinos amplíen la denuncia contra la actuación del Ayuntamiento de Madrid, como aclara María Torrens: “Cuando se formuló la primera denuncia, solo teníamos (gracias al portal de transparencia y no por el diálogo del Gobierno municipal madrileño) el estudio inicial de impacto en la vegetación, que circunscribía la tala y trasplante a 146 árboles. Luego lo ampliaron a 207 y eso lo tenemos que avisar a los juzgados de Plaza de Castilla, incluyendo además un inventario exhaustivo de los árboles que están muertos o muriéndose”.
Uno de los árboles talados en Montecarmelo, con un dibujo de Almeida en el tocón.
“Almeida comenzó calificando de ‘inocuos’ los trasplantes que se produjeron cuando empezaron los trabajos. Hemos visto que no es así. Le pedimos al alcalde que rectifique y reponga en calidad y en cantidad, de acuerdo a la Ley de la Comunidad de Madrid, los árboles talados. Digo ‘talados’ porque en la práctica han talado los 207 al incumplir los requisitos más básicos para un correcto trasplante. Un árbol arrancado, como ha sucedido como la mayoría que están aquí, equivale a un árbol talado”, sentencia Torrens.
Frente a los duros reproches al Ayuntamiento, Labajos elogia la labor vecinal. No solo en la defensa de los más de 200 árboles afectados por talas o trasplantes, y en los que aún resisten. También en la repoblación que los residentes están desarrollando en un entorno que conecta el barrio, en el corazón del distrito de Fuencarral-El Pardo, con el Parque Natural de la Cuenca Alta del Manzanares (ubicado a apenas 150 metros): “En ningún momento han tirado la toalla. Están haciendo plantaciones por su cuenta para recuperar la zona. Vienen a regarlas y a cuidarlas”. Algunos de estos brotes, dice el jardinero, corresponden a madroños. El gran símbolo de Madrid, de una ciudad cuyos habitantes saben lo que es resistir, pelear y unirse para defender lo que creen justo.