viernes, julio 11 2025

El Gobierno obligará a los fabricantes de ropa y calzado a pagar la gestión del millón de toneladas de residuos que crean

Deberán financiar y organizar la recogida y tratamiento de los productos desechados de una industria con crecientes impactos ambientales y que ahora terminan en un 80% en el vertedero

Los fabricantes deberán pagar la limpieza de los ‘monstruos de toallitas’ en las alcantarillas

Los fabricantes de ropa y calzado tendrán que hacerse cargo y pagar un sistema de recogida y tratamiento de la basura textil que genera su negocio. Así lo refleja el proyecto de real decreto elaborado por el Ministerio de Transición Ecológica, que acaba de ser puesto a información pública.

El artículo concreto dice que estarán obligados a “financiar y organizar, total o parcialmente, la recogida y tratamiento de los residuos de productos textiles y de calzado”.

La basura que proviene de la moda –especialmente de la moda de usar y tirar o fast fashion– está generando cada año una montaña de residuos gigante. Del, aproximadamente, millón de toneladas de estos desechos, el 80% termina en el vertedero o quemado. El sistema de fast fashion, que renueva temporadas de manera acelerada, hace que, aunque se compra el doble de ropa que hace 20 años, se utilice, de media, la mitad de tiempo. La fórmula es: mucha generación de artículos efímeros muy desechables que luego terminan en basureros sin más.

La idea de la norma, todavía en proyecto, es reducir la cantidad de basura a base de ropa y calzado descartados. En cuanto a cifras, el borrador indica que, para 2030, deberá recortarse un 5% ese peso respecto al volumen total registrado en 2027. Y elevar ese porcentaje a un 10% en 2035.

Y, en cuanto a reciclaje, Transición Ecológica traza unos objetivos de recogida: la mitad de los residuos generados deberán recuperarse de manera selectiva en 2025 y llegar al 70% en 2030, “en todo el territorio español”.

El Ministerio admite en la memoria justificativa del decreto que “el textil y el calzado se han convertido en uno de los flujos de residuos prioritarios en el ámbito europeo debido al gran incremento en la producción y consumo global” y subraya que “este flujo de residuos se considera el cuarto mayor de la Unión Europea respecto de su impacto medioambiental y sobre el cambio climático y el tercer en uso de agua y territorio”.

“La sociedad ya es consciente”

“Está bien que salgan estas normativas, porque la sociedad ya es consciente de la contaminación de los textiles, pero son políticas que siguen basándose en la recogida de residuos”, analiza la responsable de consumo sostenible de Greenpeace, Celia Ojeda. “El Ministerio reconoce que el tema de los textiles y los zapatos y sus residuos son un problema y, sin embargo, los objetivos nos parecen escasos. Debería ser más ambicioso”.

En esa línea, el proyecto normativo exige que, dentro de cinco años, “al menos el 20% del peso de los residuos” estén preparados para reutilizarse. Y en una década (en 2035) alcanzar el 35%. “Se maximizará la recuperación de los residuos de productos textiles y de calzado de la fracción resto contribuyendo así al cumplimiento de los objetivos de gestión establecidos para los residuos municipales”, incluye el articulado.

España sigue incumpliendo los niveles de reciclaje de residuos municipales establecidos en la normativa europea y la fracción “resto” (donde se mezcla sin seleccionar basura que luego no puede ser reutilizada o reciclada) está detrás de este incumplimiento.

“Echamos en falta que haya normativa clara y fuerte que fomente la reutilización y la reparación”, insiste Ojeda. “Si estás admitiendo que el sector textil te está generando un problema de gran magnitud deberías hacer un decreto en el que se ponga más peso en la reparación y la segunda mano. Y eso no existe”. Dicho de otra manera: “Que no sea más barato comprarte unos zapatos nuevos que arreglarlos”, resume la ambientalista.

El margen de mejora en ese aspecto concreto es enorme. Hace un par de meses, un recuento de la Fundación Humana mostraba lo lejos que está España de que el circuito de comercios de segunda mano sea una herramienta relevante para afrontar el problema del flujo constante y creciente de residuos textiles: contabilizaron 800 tiendas de ropa utilizada frente a las, por ejemplo, 10.000 registradas en Gran Bretaña.

Puntos de recogida de material

De vuelta al sistema que tendrá que ponerse en marcha, el Ministerio establece que la recogida de los residuos se haga en puntos que coloquen los fabricantes o que distribuyan los ayuntamientos, además de en puntos propios de entidades de economía social. Asimismo, los que vendan ropa o calzado –comerciantes y distribuidores– deberán “colaborar en la recogida separada” si “así lo prevé” el sistema de gestión organizado por los fabricantes.

Para rematar, los “poseedores” de estos productos “en ningún caso podrán abandonar los residuos en el entorno o fuera de los puntos de recogida”. Prohibido tirar la ropa o los zapatos usados en cualquier sitio.

Este real decreto es un primer movimiento para acotar parcialmente el perjuicio ambiental que está generando el modelo de moda ultrarrápida. En este caso, se pone el acento especialmente en la recogida de residuos y su posible reutilización o reciclaje. Para Celia Ojeda, “solo gestionar la basura no sirve. Recoger suena muy bien, pero así volvemos a situar la presión en los consumidores sin abordar que seguimos produciendo textiles y zapatos por encima de nuestras posibilidades para gestionarlos. Si no tenemos vías alternativas para dar salida a los residuos nos vamos a encontrar con la misma situación que con el plástico: exportar a países en peores condiciones para dejar el textil en su sus vertederos”.

Sin embargo, hace algo más de un año, Francia aprobó una ley que enfocaba el problema desde otra perspectiva: prohibir publicidad y cargar a las prendas con una tasa verde para recortar el flujo de ropa desde el origen y rebajar así el volumen de prendas que se pone en circulación.