miércoles, julio 9 2025

Muere Suso Díaz, histórico dirigente sindical, comunista ferrolano y padre de la vicepresidenta Yolanda Díaz

Preso político tras los asesinatos franquistas de 1972, fue además secretario general de Comisións Obreiras en Galicia entre 1988 y 2000, amante del jazz y en los últimos años apoyo político de su hija

Hemeroteca – El hilo rojo del Ferrol obrero que explica a Yolanda Díaz

Suso Díaz, histórico dirigente sindical ferrolano, veterano militante comunista, y padre de la vicepresidenta segunda del Gobierno español, Yolanda Díaz, ha muerto este martes a causa de un cáncer. Tenía 81 años.

La historia de cómo Jesús Díaz Díaz, Suso Díaz, nació en Ferrol, trabajó en los astilleros y entró en la militancia comunista clandestina no deja de ser una historia común. Su familia, numerosa, procedía del interior agrario de Galicia, de Guitiriz concretamente, y se asentó en la ciudad buscando oportunidades. Que allí estaban relacionadas con la industria naval. Díaz entró joven en la escuela de aprendices de Astano, factoría privada de barcos ubicada en Fene, al lado de Ferrol, que hacia 1951 tenía 1.200 trabajadores. Dos décadas después, unos 6.000, y se había convertido en uno de los epicentros del movimiento obrero antifranquista gallego. Uno de sus jóvenes dirigentes ya era, entonces, Suso Díaz.

“Era de menor edad que la generación de Julio Aneiros [mítico obrero comunista, asalriado de Bazán, uno de los primeros organizadores de la resistencia en las fábricas gallegas después de la Guerra Civil]”, explica a elDiario.es el historiador Víctor Santidrián, especialista en el comunismo gallego, “y cuando entra en contacto con las células comunistas y sindicales, él mismo cuenta que no eran muchos en Astano”. Su quinta era la de Rafael Pillado, Manuel Amor Deus o Sari Alabau, históricos del Partido Comunista y de Comisións Obreiras, todos del área de Ferrol, todos camaradas de Suso Díaz, todos víctimas de la feroz represión desatada por la dictadura tras asesinar la policía a los obreros comunistas Amador Rey y Daniel Niebla el 10 de marzo de 1972.

Díaz pasó dos meses en prisión -donde, por cierto, lo visitó su hija Yolanda, entonces de apenas un año de edad. No era la primera vez, en 1970 ya había caído, acusado de pertenecer a las ilegales Comisiones Obreras. Era verdad. Porque, aunque mantuvo la militancia en el Partido Comunista toda su vida, Suso Díaz fue sobre todo sindicalista. “Tenía doble militancia, como todos en aquella época, pero él siempre insistía en que lo que le gustaba era estar en la fábrica y a pie de calle”, recuerda Santidrián, quien hace unos meses lo entrevistó en profundidad a lo largo de varias sesiones. Díaz no fue un obrero manual, sino empleado de la llamada oficina de métodos de Astano. “Su posición en el centro de trabajo marcaría su militancia”, entiende el historiador.

Pero el sindicato acabó convirtiéndose en su vida: de constituir el periódico clandestino A voz de Astano, preocupado por la propaganda pero también por la seguridad o la higiene laboral, a, ya en democracia, referente de la unión comarcal de A Coruña y, en 1988, secretario general del Sindicato Nacional de Comisións Obreiras. Sustituyó a su viejo compañero Manuel Amor Deus y, en 2000, cedió el mando a otro comunista a quien conocía de la lucha contra la dictadura, Xan María Castro. Tenía entonces 56 años y se había prejubilado. De alguna manera, considera Santidrián, comenzó a moverse más políticamente.

Miembro de Esquerda Unida, una organización que en Galicia solo esporádicamente obtuvo diputados, en el último ciclo político apoyó los diferentes experimentos -prácticamente extinguidos- de alianzas amplias entre la izquierda federal y algunos sectores del soberanismo gallego. Uno de sus hermanos, Xosé, con quien había compartido militancia comunista, fue después parlamentario del BNG y, como economista, uno de los defensores de la idea de que Galicia debe dotarse de una hacienda propia. Su relación, dice Santidrián, era magnífica. Ya más apartado de los focos, Suso Díaz siguió disfrutando de su enorme colección de discos -era un profundo aficionado al jazz- y de su estrecha relación con su hija menor, Yolanda.