Nos quieren convencer de que la corrupción se trata de un problema de peso pero, diría que también es un problema de memoria, no sólo de PP y PSOE, sino de falta pensamiento crítico de una ciudadanía cada día más escorada a ser simple espectadora de una de las lacras más corrosivas de la democracia
Corría 2010 y José María Aznar convocaba en Sevilla a los suyos para conmemorar los 20 años de su llegada al poder en el PP, en 1990, en el X Congreso Nacional. La frase que destacaron los medios ya afines fue esta: “El PP era y debe seguir siendo incompatible con la corrupción”.
Hubo otras palabras del líder destacadas por su fuerza: contundente, implacable, determinación. Mariano Rajoy -unos días antes se había levantado el secreto del sumario del caso Gürtel- no hizo alusión a la corrupción en su intervención. Aún no era conocido como M.Rajoy. “Aquí seguimos con los mismos principios”, dijo Rajoy. Era 2010. Ello a pesar de que su silencio por ese caso de corrupción había despertado la expectación adecuada y concedido al cónclave popular una especial “notoriedad”, señalaban los medios (fin de la cita).
Entre los invitados a la misa de Aznar, el citado Rajoy, también Álvarez-Cascos, Federico Trillo, Ana Botella, Tomás Burgos, Abel Matutes, Luis Ramallo, Jaime Mayor Oreja y así hasta una treintena. Destacable la ausencia, se excusó, de Rodrigo Rato, entonces presidente de Caja Madrid.
No fueron convidados ni Rosendo Naseiro, otrora administrador del PP, implicado en tramas de financiación ilegal del PP, ni Gabriel Cañellas, imputado en el caso del Túnel de Sóller, acusado de prevaricación y cohecho.
Cuenta la crónica que Aznar aprovechó para felicitar a Romay Beccaria como nuevo tesorero del PP, una saga inagotable. El nuevo tesorero reconocería tiempo más tarde en el Congreso que se habían dado casos de corrupción y financiación ilegal en el PP pero no con él. Entre las palabras de Aznar, estamos en 2010, tronaron las admoniciones habituales sobre los que quieren destruir España.
Se le olvidó hacer alusión alguna a la práctica totalidad de miembros de su gobierno con problemas con la justicia, algunos de los cuales ingresaron por méritos judiciales propios en la recién creada cátedra de corrupción de Soto del Real. Podría haber exhibido las fotos de familia de la boda de su hija, pero ¿cómo prever el futuro?
Este Aznar es el mismo que ha aparecido sin hombreras, flanqueando, junto con un ya reconocido M.Rajoy, a Alberto Núñez Feijóo en un congreso que pretende reconstruir una España doliente por los presuntos casos de corrupción en el PSOE. Sí, un señor con antecedentes graves de corrupción sistémica en su entorno y partido, partido condenado, por cierto; y otro, perdedor de una moción de censura, la primera en la historia constitucional de España, precisamente por una condena por corrupción.
A ellos les parece que su corrupción es más leve que las del PSOE; corrupción al peso, a la que también se refirió prácticamente en el zaguán del Ferraz, Emiliano Garcia Page, para decir, pesar, que la corrupción posible del actual PSOE es la mayor que ha conocido. Sin duda que le parecerá que pesan menos aquellas cosillas de la Navarra de Urralburu, el caso Roldán, todo lo que rodeó al caso Guerra, la corrupción política de los GAL, por no decir, el peso del fangal de los ERES.
Al final, quizá nos quieren convencer de que se trata de un problema de peso pero, diría que también de memoria. Juegan con ventaja, no solo por los problemas de memoria de PP y PSOE, sino por la falta de memoria y pensamiento crítico de una ciudadanía cada día más escorada a ser simple espectadora de una de las lacras más corrosivas de la democracia.