Mientras el Estado Islámico aumentó más del doble sus ataques en mayo respecto al mes anterior, otro grupo radical suní ha reivindicado este mes el último y mayor atentado suicida contra cristianos desde el fin del régimen de Al Asad
¿Qué esperar de los islamistas de Hayat Tahrir al Sham en la nueva Siria?
Después del colapso del régimen de Bashar Al Asad en diciembre de 2024, se vaticinó que el Estado Islámico (EI) podría renacer de sus cenizas en medio del vacío de poder en Siria –donde el grupo controló amplios territorios durante varios años–. Aunque las nuevas autoridades han querido mandar un mensaje de tranquilidad al mundo —y en concreto a Occidente— sobre la presencia y actividad de grupos radicales en suelo sirio, el EI ha incrementado notablemente sus ataques y otros grupos terroristas están muy activos en el país.
El pasado mes de mayo, cuando el presidente Donald Trump se reunió por sorpresa con su homólogo sirio, Ahmad al Sharaa, en Arabia Saudí, le pidió precisamente expulsar a todos los “terroristas extranjeros” de Siria y ayudar a Estados Unidos a evitar que el Estado Islámico resurja en el país árabe, según informó la Casa Blanca en ese momento. Esta semana, el presidente de EEUU ha firmado una orden ejecutiva levantando las sanciones al país.
No sólo el llamado Daesh representa una preocupación, sino otros combatientes radicales que durante años lucharon en Siria contra el régimen, incluso en las filas del grupo islamista que lideraba Al Sharaa, Hayat Tahrir al Sham (HTS). Muchos de los milicianos de HTS han sido integrados en las nuevas fuerzas de seguridad sirias después de que la agrupación armada liderara la toma de Damasco el pasado diciembre, pero varios meses después sigue siendo un reto para el nuevo Gobierno la presencia de miles de combatientes extranjeros radicales que fueron a Siria para luchar contra Al Asad –en los pasados más de diez años, esos hombres se han casado, han tenido hijos y se han afincado en el país–.
Aumento de los ataques terroristas
El 22 de junio se produjo el mayor atentado suicida desde la caída del régimen hasta la fecha. Un atacante accedió a la iglesia de Mar Elías en Damasco y abrió fuego contra los feligreses; posteriormente hizo detonar su chaleco explosivo, matando a 25 personas e hiriendo a otras 63, de acuerdo con el recuento oficial. Las autoridades sirias responsabilizaron al grupo yihadista Estado Islámico (EI), aunque otra agrupación radical de reciente creación fue la que asumió la autoría del atentado: Saraya Ansar al Suna.
Un hombre en la iglesia de Mar Elías, en Damasco, tras el atentado suicida del 22 de junio de 2025.
El Ministerio del Interior sirio anunció pocos días después que todos los miembros de la célula que planificó el ataque fueron arrestados y que también se incautaron armas y explosivos. Según la versión del Ministerio de Interior, la célula estaba liderada por un ciudadano sirio, quien facilitó la llegada del atacante suicida (de nacionalidad no siria) a Damasco desde el infame campamento de Al Hol, que alberga a miles de familiares de miembros del Estado Islámico en el noreste del país.
La organización ACLED (Armed Conflict Location & Event Data), que recoge y analiza datos de los conflictos en todo el mundo, ha contabilizado al menos 13 ataques contra ciudadanos cristianos y sus propiedades. Los ataques han sido perpetrados por varios actores, incluidas las nuevas autoridades sirias.
Por otra parte, ACLED ha registrado unos 50 ataques del Estado Islámico entre el 1 de mayo y el 23 de junio de 2025. En el mes de mayo, aumentaron más del doble respecto a abril, llegando casi a 40, la cifra mensual más alta desde la caída del régimen de Al Asad cinco meses antes. Además, el EI asumió en mayo sus primeros ataques contra las nuevas autoridades.
El investigador jefe para Oriente Medio de ACLED, Muaz Al Abdullah, destaca que hay “un riesgo continuado de violencia sectaria en la transición siria, que se extiende más allá de la comunidad cristiana”. La comunidad alauí (una rama del islam a la que pertenecía Al Asad) ha sido la más golpeada con diferencia desde la caída del régimen.
Respecto al ataque contra la iglesia de Mar Elías, reivindicado por Saraya Ansar al Sunna, Al Abdullah cree que “si bien iba dirigido contra un grupo específico de la sociedad siria y una religión en particular, tuvo como blanco al mismo tiempo el nuevo Gobierno sirio. El experto explica a elDiario.es que el objetivo es el de ”socavar los esfuerzos para construir un nuevo Estado tras la caída del régimen de Al Asad y presentar al nuevo Gobierno como una entidad frágil y débil, incapaz de lograr la estabilidad civil y social. Por lo tanto, su objetivo principal es el Estado sirio emergente“.
Al Abdullah destaca que, además, el ataque pone el foco en “un tema de especial importancia en Occidente: la cuestión de las minorías”. Precisamente, Saraya Ansar al Sunna ha declarado que sus principales objetivos en Siria son las minorías. El experto agrega que esa agrupación suní radical no ha declarado abiertamente su lealtad al Estado Islámico, pero no se puede descartar una conexión entre ambos grupos. “Hemos visto escenarios similares con organizaciones que operaban principalmente bajo el Estado Islámico sin [haber declarado] una lealtad explícita” a este grupo.
Los últimos movimientos del EI, con el aumento de sus acciones en Siria desde mayo, “reflejan una respuesta adaptativa frente a una vigilancia más estricta y a la mayor presión de las fuerzas sirias e internacionales”, dice Al Abdullah en referencia tanto a las autoridades sirias como a los kurdosirios, que luchan contra el EI con el apoyo de EEUU. El analista afirma que el grupo sigue siendo mucho más débil que durante su auge entre 2014 y 2017, cuando estableció su califato en Siria y en Irak, pero no hay que olvidar “su constante ambición de recuperar su relevancia y perturbar la frágil transición política [ante] los riesgos que enfrenta el orden político emergente de Siria”.
El presidente interino de Siria, Ahmed al Sharaa, en París el 7 de mayo de 2025.
Combatientes yihadistas extranjeros
Ese orden político también está amenazado por la presencia de otros actores armados. Un reciente informe del centro de análisis e investigación Soufan (con sede en EEUU) sobre los combatientes extranjeros en Siria advierte de que los desarrollos de la transición en el país árabe tendrán implicaciones a largo plazo, no sólo a nivel local, sino para “el panorama de la amenaza terrorista en general”.
Los combatientes extranjeros (entre los que hay uigures, albaneses, uzbekos, tayikos, rusos, turcos, etc.) adquirieron una gran experiencia en la guerra civil Siria y enseñaron a sus compañeros locales a luchar frente a las fuerzas del régimen, explica el informe. Ahora pueden ser fundamentales en la formación del nuevo Ejército sirio, pero también “deben ser vigilados” porque podrían tener “objetivos futuros fuera de Siria”, alerta el centro Soufan.
Esos grupos de combate –de los que el informe excluye el Estado Islámico y Al Qaeda– “no sólo están altamente entrenados, sino que también están fuertemente motivados ideológica y religiosamente”. Además de cooperar entre sí, también han colaborado estrechamente con HTS y otros grupos sirios, y participaron directamente en la ofensiva que los rebeldes lanzaron en noviembre del año pasado en el noroeste de Siria y que acabó derrocando al régimen en Damasco.
“Muchos de los combatientes extranjeros en las filas de HTS llevan muchos años en Siria; algunos se han casado con mujeres sirias y han tenido hijos durante su estancia en el país. Si estas personas no se incorporan a las fuerzas armadas sirias, podrían unirse a Al Qaeda o al Estado Islámico”, señala el informe. “También existe la posibilidad muy real de que, si son abandonados, esos combatientes extranjeros podrían volverse contra el propio Gobierno interino sirio, desestabilizando al país en un momento crucial”.
“Para los grupos yihadistas y sus aliados extranjeros, el teatro de operaciones sirio ha sido un escenario donde entrenarse y adquirir experiencia, un paso crucial para expandir la lucha yihadista a otros teatros de operaciones”, destaca el centro Soufan. Ahora que la guerra en Siria ha terminado –aunque el informe recoge que los grupos siguen publicando fotos y vídeos de su entrenamiento militar en el país–, el objetivo que tienen es el de “regresar a sus países de origen y luchar para liberar sus tierras de aquellos a quienes consideran opresores”, al igual que antes lucharon contra Al Asad.
Recientemente, EEUU dio luz verde a la integración de algunos combatientes extranjeros en el Ejército sirio, en una división creada específicamente para ellos, junto a soldados sirios, después de que Trump pidiera a Al Sharaa su expulsión del país. La expulsión de miles de combatientes, yihadistas en su mayoría, no es factible para el Gobierno sirio y generaría inestabilidad tanto en Oriente Medio como en sus países de origen.
EEUU y las Fuerzas de Siria Democrática
Washington ha desempeñado un papel destacado en la lucha contra el EI en Siria desde hace una década y ha contado con un aliado sobre el terreno: las milicias mayoritariamente kurdas llamadas Fuerzas Democráticas de Siria (FSD). Las FSD operan en el noreste del país, donde los kurdosirios establecieron su autogobierno durante la guerra civil. Desde la caída del régimen siguen actuando contra el EI y gestionando los centros de dentención de excombatientes y sus familiares, como el campamento de Al Hol.
Combatientes de las Fuerzas de Siria Democrática en Alepo (Siria), en abril de 2025.
Las tropas de EEUU desplegadas en el noreste de Siria han empezado a retirarse desde que Trump volvió a la Casa Blanca el pasado enero. La Administración de Trump dijo en junio que reduciría su presencia militar de ocho a una sola base en Siria (todas ellas en la región controlada por las FSD).
El comandante de las FSD, Mazloum Abdi, declaró a la agencia de noticias Reuters que “la amenaza del Estado Islámico ha aumentado significativamente recientemente” y que unos pocos centenares de soldados estadounidenses no van a ser suficientes para hacer frente a dicha amenaza. “Este es el plan del Ejército estadounidense. Lo sabemos desde hace mucho tiempo… y estamos trabajando con ellos para asegurarnos de que no haya brechas [de seguridad] y de que podemos mantener la presión sobre el Estado Islámico”, afirmó.
Abdi aseguró que células del EI se han reactivado en varias ciudades sirias, incluida Damasco, y que un grupo de yihadistas extranjeros que en su día combatieron al régimen sirio se han unido a sus filas. También señaló que en medio del caos tras la caída del régimen los extremistas se hicieron con armas y municiones de las fuerzas armadas de Al Asad.
El analista Muaz Al Abdullah asegura que hay “muchas células durmientes” del EI en Siria que pueden actuar en distintos puntos del país, pero el grupo “actualmente no puede lanzar una gran campaña de reclutamiento ni atraer nuevos combatientes a sus filas”.