La UE ya asumió que una parte de los aranceles de Trump habían llegado para quedarse y se encamina a aceptar un gravamen general del 10%, como ocurrió en el caso del Reino Unido, e intenta lograr exepciones a sectores estratégicos
El comisario de Comercio y técnicos de la UE viajan a EEUU para intensificar la negociación arancelaria con Trump
Minimizar el impacto de los aranceles en los sectores estratégicos. Es la estrategia de la negociación de la Unión Europea ante la guerra comercial de Donald Trump tras asumir que una parte de los gravámenes ha llegado para quedarse. Los técnicos comunitarios se han desplazado a Washington para perfilar los detalles de un posible acuerdo que tiene, como fecha límite para producirse, el 9 de julio. Y así evitar que el golpe de los aranceles de Trump afecte a en torno al 50% de las exportaciones europeas. El comisario de Comercio, Maros Sefcovic, viajará este miércoles con la intención de mantener un nuevo encuentro con sus interlocutores a nivel político, el secretario de Estado, Howard Lutnick, y el asesor comercial, Jamieson Greer. El eslovaco aseguró este lunes que era una “buena señal” que los dos bloques pasaran del “intercambio de puntos de vista” a trabajar en un borrador de lo que podría ser un principio de acuerdo.
Las negociaciones han vuelto, por tanto, a intensificarse en la recta final del plazo que acordaron Ursula von der Leyen y Donald Trump. Y tras la última oferta que llegó a Washington, las aguas se han revuelto en el seno de la UE, entre quienes, como Alemania, quieren un acuerdo lo más rápido posible, dando por hecho que la situación arrastra al bloque comunitario a un perjuicio frente a su principal socio comercial, y quienes apuestan por exhibir músculo y no tragar con cualquier cosa, como Francia.
Pero la UE ya ha aceptado el arancel universal del 10%, según ha publicado Bloomberg, y la negociación se centra ahora en ir sector por sector intentando que la guerra comercial pase la menor factura posible a las áreas clave para la UE, especialmente para Alemania. Y es que salvar la industria alemana, que tiene en EEUU su principal cliente, se ha convertido en un objetivo prioritario. Así, la presión de la UE también se dirige a establecer cuotas y exenciones que reduzcan el arancel del 25% a los vehículos y sus componentes de fabricación, así como al 50% del aluminio y el acero.
El superávit comercial de Alemania con EEUU llegó a un récord de 71.400 millones en 2024, según los datos de la oficina estadística Destatis. Las empresas alemanas exportaron el pasado año bienes por un valor de 163.400 millones de euros hacia Estados Unidos, es decir, un 10,5% del total de sus ventas internacionales. Y, en plena crisis industrial, lo que le preocupa al nuevo Gobierno es empeorar la situación con unos aranceles desorbitados y generalizados que, por el contrario, afectarían en menor medida a España, por su menor exposición al mercado estadounidense.
“Es mejor actuar de forma rápida y sencilla que de forma lenta y muy complicada”, advirtió el canciller, Friedrich Merz, tras la reunión de los líderes de los 27 el pasado jueves: “Tenemos menos de dos semanas hasta el 9 de julio y no se puede acordar un sofisticado acuerdo comercial”. “Industrias que tenemos en Alemania –química, farmacéutica, la ingeniería mecánica, el acero, el aluminio, el automóvil– todas ellas están siendo gravadas actualmente con aranceles tan altos que realmente está poniendo en riesgo a las empresas”, agregó.
Muchos de esos sectores son los que están negociando específicamente los técnicos comunitarios, según Bloomberg, que también incluye el alcohol –relevante para países como España, Italia o Francia por el vino o el champán– y los aviones comerciales, es decir, Airbus, que es la joya de la corona europea a la que EEUU tiene en la diana por su competencia con Boeing. De hecho, en las medidas de ‘re-equilibrio’ que esbozó la Comisión Europea para introducir aranceles a EEUU en caso de que finalmente mantenga parte de sus gravámenes, incluía al sector aeronáutico por esa misma razón.
El presidente francés, Emmanuel Macron, advirtió, por su parte, que la UE debe evitar un acuerdo “desequilibrado”, es decir, apostó por introducir aranceles proporcionales al castigo que imponga finalmente Trump. El francés mencionó expresamente que si Washington finalmente impone un gravamen del 10%, la UE deberá responder con un 10% equivalente. La UE se revolvía hasta hace muy poco contra esa posibilidad, pero la negociación ha sido muy complicada.
Para la posible respuesta, Bruselas elaboró un listado de bienes por valor de 95.000 millones de euros que podrían estar sujetos a gravámenes en caso de que, como ocurrió en el caso de Reino Unido, se mantuvieran los aranceles. En paralelo a la negociación con Washington, la Comisión Europea está escuchando a los estados miembros y partes interesadas para determinar qué se podría gravar si las contramedidas son necesarias ante la falta de un acuerdo de “cero por cero” aranceles.
Cuando se acerca la fecha límite para la negociación, ha vuelto a rebrotar la exigencia de EEUU de que la UE suavice su legislación digital para salvar a las ‘Big Tech’, que se enfrentan a multas multimillonarias si incumplen las normas.
Según ha informado The Wall Street Journal, la Comisión Europea ha ofrecido excepciones en la aplicación de la ley de Mercados Digitales así como a respecto a leyes medioambientales como el impuesto fronterizo sobre el carbono. “No vamos a comprometer la soberanía de la UE”, fue la respuesta de la vicepresidenta primera, Teresa Ribera. Y es que en Bruselas sostienen que el cambio de sus leyes vigentes es una “línea roja” que no va a traspasar.