domingo, julio 6 2025

Pedir una excedencia en verano para cuidar de tus hijos: “Me sale más barato no trabajar que pagar campamentos»

La conciliación en verano es el tema estrella en las familias con menores. ¿Cómo cubrir los más de dos meses de vacaciones escolares con el mes escaso de vacaciones laborales? Algunas madres —en mayor medida que los padres— tiran de excedencias u otros permisos

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El verano ya está aquí y, como cada año, muchas familias llevan ya semanas o meses planificando la conciliación durante julio y agosto –y parte de junio y septiembre–. Mientras que niños y niñas tienen más de dos meses de vacaciones escolares, padres y madres consiguen a duras penas juntar un mes sin trabajar. Sin apenas recursos públicos para conciliar, las soluciones pasan por abuelos y abuelas, campamentos urbanos y otras actividades infantiles. Algunas familias –especialmente las madres– tiran incluso de excedencias: prefieren tomarse semanas sin empleo ni sueldo para poder cuidar.

Carla tiene un niño de tres años y dos padres mayores dependientes. Es madre sola. Cada verano hace “malabares” para cuidar de los tres. Desde hace dos años ha decidido pedirse una excedencia en cuanto termina el curso. “En la empresa no les gusta demasiado, pero he conseguido que al menos lo acepten. Para eso tengo que renunciar a mi sueldo, pero es que de otra manera me lo gastaría en campamentos y cuidadoras para mi hijo, y en horas extra para el cuidado de mis padres. Me sale más barato dejar de trabajar que pagar para externalizar cuidados, y así disfruto con mi hijo y con mis padres. Al ser una familia monomarental, es fundamental tener medidas como esta”, explica a elDiario.es.

Belén también ha optado por pedirse excedencias en verano desde que sus hijos nacieron; tanto ella como su pareja trabajan en grandes empresas y pueden permitirse tomárselas. “Soy consciente del privilegio que tenemos, porque, aunque perdemos dinero, nadie nos pone problemas. Y además lo hacemos para poder viajar y disfrutar en familia, no por necesidad”, reconoce. Laura, autónoma con tres hijos, explica que “aunque como autónoma no tengo derecho a una excedencia como tal, me organizo para hacer algo parecido. Trabajo muy intensamente durante el curso, y en cuanto se acerca junio empiezo a bajar el ritmo y a no aceptar proyectos para poder dedicarme a estar con mis hijos”.

Un derecho mayoritariamente utilizado por mujeres

Las excedencias son un derecho que tienen las personas trabajadoras para solicitar la suspensión temporal de su contrato de trabajo, manteniendo su puesto pero renunciando al salario. Como en otros derechos relacionados con la conciliación y los cuidados, los utilizan mayoritariamente las mujeres: en 2024, más del 84% de las excedencias por cuidado de hijos, menores en acogida o familiares fueron disfrutadas por trabajadoras, según datos de la Seguridad Social. Y aunque no existen cifras específicas que permitan conocer cuántas de ellas se toman en verano, lo cierto es que se han convertido en una fórmula más de conciliación en las familias.

No contamos con medidas de conciliación reales para poder cuidar de los hijos durante las vacaciones de verano. Los campamentos valen mucho dinero, que no todas las familias se pueden permitir

Aida Casanova
abogada de familia especializada en conciliación

La abogada de familia y experta en conciliación Aida Casanova confirma esta tendencia: “Por desgracia, aún no contamos con medidas de conciliación reales para poder cuidar de los hijos durante las vacaciones de verano. Los campamentos valen mucho dinero, que no todas las familias se pueden permitir. Así que hay familias que optan por pedir una excedencia, porque sale más caro el campamento que su sueldo. Y somos las mujeres las que nos pedimos de manera mayoritaria la excedencia, con pérdida de sueldo y de oportunidades laborales”, explica.

Teresa Jurado, socióloga experta en conciliación y profesora en la UNED, ha estudiado la brecha de género en diferentes fórmulas de conciliación. En lo que se refiere a parejas heterosexuales, confirma que esa desigualdad también se da en las excedencias: “Hay un sesgo de género enorme: en 2024, el 84,4% de todas las excedencias por cuidado familiar fueron disfrutadas por mujeres. Si nos fijamos solo en las excedencias por cuidado de menores, también son las madres sus usuarias en un 80% de los casos”. Aunque reconoce que en los últimos años ha habido avances: “En 2005 lo hacían un 97% [de mujeres], por lo que se ha cerrado algo la brecha de género. Pero es muy improbable que los padres usen en el futuro las excedencias de forma similar a las madres mientras no estén remuneradas, porque para conciliar la vida laboral y familiar no solo se necesita tiempo sino también ingresos”, denuncia esta experta.

Aida Casanova señala que esta falta de equilibrio tiene consecuencias: “La más inmediata es la pérdida de ingresos: al estar en excedencia, no se cobra salario. Pero también hay impactos a largo plazo: la mujer interrumpe su carrera profesional, lo que frena sus posibilidades de promoción. Además, se generan desequilibrios económicos dentro de la pareja, lo que perpetúa una mayor dependencia financiera. A su vuelta al trabajo, es frecuente que tengan peores condiciones laborales o menor salario en comparación con sus compañeros varones”, explica.

Iván Molina Herrero forma parte de ese bajo porcentaje de hombres (15,6%) que se piden excedencias para poder cuidar, específicamente en verano. Él es padre de un niño de 11 años y de una niña de 9, y es funcionario. En su familia, él y su mujer han ido alternando la excedencia con otras fórmulas en los últimos años, como pedirse reducciones de jornada o jornadas acumuladas. Pero su mujer tiene un puesto de dirección, por lo que la pareja ha decidido que sea él quien se toma la excedencia en verano. Esta es su organización en julio y agosto: “Un mes de vacaciones pagado y un mes de excedencia sin cobrarlo, para poder disfrutar en familia y depender menos de campamentos, de abuelos u otras opciones”, detalla.

Al tener un puesto de trabajo público, Iván no ha tenido problemas para disfrutar de este derecho, pero sí ha notado el descenso de ingresos que supone. “El gran problema de la excedencia es que te tienes que apretar mucho el cinturón para poder vivir toda la familia con un sueldo. O tienes un colchón económico o gastas muy poco ese verano, porque si no no es sostenible”. A medida que los niños han ido creciendo y haciéndose más independientes, han necesitado menos reducciones y excedencias, pero ahora se suma el cuidado de los abuelos: “Se van haciendo mayores y nos han ayudado muchísimo en la crianza, así que ahora nos toca a nosotros acompañarles al médico y echarles una mano”, afirma este padre.

La conciliación es una cuestión de dinero, y eso es injusto para las familias y los niños

Algunas soluciones a la conciliación

Tanto Iván como Belén, Carla y Laura creen que este modelo de excedencias “no es sostenible”. “Yo puedo permitírmelo durante unos años y a base de ahorrar mucho, pero es a costa de mucho esfuerzo y renuncias”, explica Laura. Para Belén, al final “la conciliación es una cuestión de dinero, y eso es injusto para las familias y los niños”.

Algo que confirman también las expertas: “No, este modelo no es sostenible ni justo, sólo hay que ver el descenso en la natalidad para darse cuenta de que las familias necesitan medidas de apoyo para poder criar a sus hijos e hijas”, denuncia la abogada Aida Casanova. La socióloga Teresa Jurado tampoco cree que las excedencias sean una solución a largo plazo: “Generan una sobrecarga física y mental a las madres que redunda negativamente en su salud y en su felicidad”. Para Jurado, la conciliación real en el caso de parejas heterosexuales pasa por que los padres se corresponsabilicen: “Lo más importante es cambiar las expectativas de género e incentivar que los padres se impliquen más en los cuidados desde el principio, turnándose con las madres en el uso del permiso por nacimiento y cuidado del menor, pagado al 100%, para así incorporar el cuidado a su identidad masculina”, explica.

En cuanto a medidas concretas para épocas como el verano, Jurado propone algunas, como “permisos retribuidos al 100% y actividades extraescolares accesibles, asequibles y de calidad”. La abogada Aida Casanova reclama que se cumplan las medidas de conciliación prometidas: “España sigue sin cumplir con la Directiva Europea que exige medidas de conciliación efectivas. Las ocho semanas de permiso parental retribuido —por cada hijo o hija hasta los 8 años— siguen sin implementarse, y eso nos está costando sanciones de la Unión Europea. Además, seguimos a la espera de la prometida ampliación del permiso por nacimiento a 20 semanas por progenitor, anunciada en el marco de la Ley de Familias, una norma que lleva años atascada en el Congreso sin avances reales”. Mientras eso no se cumpla, las familias –sobre todo, las madres– seguirán tirando de excedencias: “No porque quieran dejar de trabajar, sino porque simplemente no les salen las cuentas”, concluye Casanova.