Desde el arranque de las negociaciones previas a la conferencia de la ONU, los países del Sur Global reclaman medidas concretas y urgentes ante una situación que califican de “insostenible”
Claves – Qué debatirán los líderes mundiales en la Conferencia de Sevilla: de los recortes de Trump a la deuda que ahoga al Sur Global
“En Nigeria tenemos algunas estadísticas increíbles. Y estas estadísticas son humanos. Están vivos, son gente a la que podemos tocar y ver”, dice Andrew Mamedu, director de Action Aid en Nigeria. Action Aid, una organización enfocada en el combate contra la pobreza, ha enviado a Sevilla a muchos de sus miembros, repartidos por todo el continente africano y afectados por una misma situación: los crecientes pagos de la deuda externa.
La capital andaluza acoge hasta el 3 de julio la IV Conferencia Internacional sobre Financiación al Desarrollo, y lo hace en un momento crítico para la cooperación: a principios de este año los Estados Unidos anunciaron un recorte del 80% de USAID, la agencia de cooperación estadounidense -y la más grande del mundo.
Los representantes africanos de la sociedad civil en Sevilla remarcan en sus discursos que África necesita dos cosas: la cancelación de la deuda y una transformación estructural de la arquitectura financiera global. Según Andrew Mamedu, la arquitectura actual sirve para beneficiar a los países más ricos: “El tipo de interés al que se financian los países del Sur es más elevado que el tipo que pagan los países del Norte, y nosotros además pagamos en dólares”.
Nigeria, como otros países africanos, utiliza una moneda cuya depreciación durante los últimos años ha dificultado aún más el pago de la deuda externa —la mayoría, en monedas fuertes como el dólar y el euro—: “La arquitectura actual pone a los países del Sur en desventaja, por eso hay que hablar de cambiar los mecanismos de financiación. Si conseguimos la cancelación de la deuda pero mantenemos los mismos mecanismos de financiación, en 10 o en 20 años volveremos al punto de partida”.
No basta con cancelación
Guinea-Bissau, un país de África occidental, es un ejemplo paradigmático del peligro de cancelar la deuda sin tocar nada más: en 2010 debía unos 1.000 millones de dólares a sus acreedores, y al año siguiente su deuda fue rebajada en un 80% después de una cancelación. Guinea-Bissau, un país que obtiene la mayoría de sus ingresos por exportación vendiendo anacardos sin procesar, siguió sin transformar su economía y volvió a pedir prestado usando los mismos sistemas de financiación.
En 2023 volvía a deber más de 1000 millones de dólares de nuevo. Khaita Sylla habla de la necesidad de cambiar estructuralmente países como Senegal, con el objetivo de transformar sus materias primas y venderlas como productos manufacturados -más caros- en el Norte: “Lo que pasa ahora mismo es que no tenemos la capacidad de transformarlas, y estas materias primas acaban siendo incluso una fuente de inestabilidad en nuestros países -y generan contaminación, en el caso de los combustibles fósiles”, lamenta.
Desde el arranque de las negociaciones, los países del Sur Global, respaldados por organismos como la UNCTAD y el PNUD, reclamaron medidas concretas y urgentes ante una situación que califican de “insostenible”. “Ya no hablamos de riesgo, sino de colapso”, advirtió Rebeca Grynspan, secretaria general de Comercio y Desarrollo de la ONU (UNCTAD) durante la presentación de un informe que revela que dos de cada tres países en desarrollo están en riesgo de sobreendeudamiento, con una deuda externa conjunta que ya supera los 11,4 billones de dólares.
Menos dependencia del sector privado
Faides TembaTemba, representante de la sociedad civil, ha venido desde Zambia. Se trata del primer país africano que hizo default de su deuda durante la pandemia. El país debe cuatro de cada 10 dólares a acreedores privados, y desde 2020 el país ha intentado renegociar los términos de pago con todos los prestamistas, que incluyen a grandes socios como China o el Banco Mundial: “Los retrasos debido a la posición de los acreedores privados han alargado la incertidumbre y hecho más frágil nuestra economía, muy vulnerable a las sequías y a las inundaciones”, dice.
Zambia es uno de los grandes productores de cobre del mundo, pero la mayoría de las minas están en manos de empresas privadas -cuyas repatriaciones de capital debilitan estructuralmente a la economía zambiana. Por ese motivo, TembaTemba menciona que es necesaria una reforma fiscal: “Hay que mejorar la transparencia en los impuestos, por eso apoyamos reajustar los royalties y crear un entorno que permita a los gobiernos movilizar más recursos. Zambia necesita un régimen fiscal y unas instituciones fuertes que permitan que la riqueza minera de Zambia beneficie a los zambianos”, añade. “África no está pidiendo limosna, simplemente queremos mecanismos que nos permitan ser socios con los mismos derechos, con más transparencia y justicia”, remata.
Se trata de críticas similares a las que hacen sus compañeros de otros países como Nigeria, Senegal o Ghana. De estos tres países, solamente Ghana se ha declarado incapaz de pagar su deuda [deffault], pero esto no significa que las poblaciones de los países africanos que la siguen pagando estén en una buena situación. “Tenemos un problema por partida doble”, comenta Andrew Mamedu: “Por un lado, tenemos que controlar a nuestros líderes para que rindan cuentas y nos ofrezcan servicios sociales; por el otro, tenemos que ser vigilantes con una arquitectura financiera internacional que está agotando los recursos que necesitamos”.
Según Mamedu, algunos estados nigerianos dedican todos sus ingresos anuales a pagar la deuda; a nivel federal, el Gobierno nigeriano dedica más dinero a pagar la deuda que a invertir en sanidad y educación: “Por cada 4 dólares que gastamos en sanidad, gastamos 20 en pagar la deuda”, concluye. No se trata de algo único de este país de África occidental: según la UNCTAD, ya hay 46 países en esa situación. 3.400 millones de personas viven en países que gastan más en intereses de la deuda que en educación o sanidad.
“Decir que Ghana está afectada por el cambio climático es un eufemismo”, dice John Nkaw, quien ha venido a Sevilla desde este país de África occidental. Pocos países simbolizan el funcionamiento de las finanzas internacionales como Ghana: pese a ser el segundo productor mundial de cacao desde hace décadas, sus agricultores apenas se han podido beneficiar del volumen milmillonario que mueve la industria del chocolate. Ahora, con la sequía y el desempleo, la situación se ha agravado: “Por el cambio climático sufrimos inundaciones y sequías; por otro lado, el desempleo ha lanzado a muchos jóvenes a la minería artesanal de oro. La contaminación del agua por culpa de esta actividad ha afectado -y matado- a algunas plantas de cacao”. El precio se ha disparado desde inicios del año pasado hasta superar los nueve dólares por kilo, pero la venta por avanzado en el mercado de futuros ha provocado que Ghana ingrese menos de cuatro dólares por kilo.
El presidente de Senegal, Bassirou Diomaye Faye, ha sido uno de los principales líderes africanos que ha hablado en Sevilla. Faye llegó a la presidencia de su país el año pasado tras una campaña electoral en la que promovió un mensaje rupturista. En Sevilla se mostró más cauto: su país, ahogado por una deuda superior a la esperada tras llegar a la presidencia, está pendiente de alcanzar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Faye debe elegir entre pedir prestado al sector privado a un 10% o al FMI a tipos más bajos -a cambio de medidas de austeridad.
Khaita Sylla, feminista senegalesa, define su intervención como “decepcionante” por su cercanía al discurso oficial del FMI, también presente en Sevilla: “Con las políticas de austeridad, desde los años 80, no hemos llegado a salir de los problemas. Seguimos siendo dependientes de estas instituciones, que dependen del Norte Global -que quiere mantener sus privilegios”, protesta. Por ello insiste en la necesidad de luchar por las reparaciones tras “la colonización, la esclavitud y la deuda climática” tanto en el Sur como en el Norte Global.
El choque entre el Norte y el Sur
El encuentro, organizado por la ONU y que se celebra cada diez años, reúne a 12.000 asistentes y a delegaciones de 150 países y representantes de organismos internacionales. Más de cincuenta líderes y mandatarios internacionales se han desplazado hacia Sevilla, pero Donald Trump, el presidente de Estados Unidos, no es uno de ellos. Antonio Guterres, secretario general de la ONU, y el presidente español, Pedro Sánchez, hablaron durante el primer día de la necesidad de reforzar el orden multilateral en un mundo en crisis.
El agujero de financiación anual para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible es de cuatro billones de dólares anuales, una cifra inferior a los 7 billones de dólares que el mundo destinó a subsidiar el uso de combustibles fósiles en 2022, según los datos del FMI. El propio continente africano pierde cada año, según UNCTAD, más de 80.000 millones de dólares por la evasión fiscal y el flujo de capitales ilícito fuera del continente. Son conversaciones que los representantes de la sociedad civil del Sur global intentan abrir, pero que chocan con los discursos de los representantes del Norte.
El documento definitivo firmado en el encuentro, conocido como el “Compromiso de Sevilla”, ha sido considerado insuficiente por la Coordinadora de ONG española, que a través de un comunicado critican que lo que comenzó “con un lenguaje ambicioso sobre la reforma de la arquitectura de la deuda, la cooperación fiscal y la financiación” ha acabado diluido por las “prioridades políticas de los países del Norte”.
La economista india Jayati Ghosh, en declaraciones a elDiario.es, apunta a las posibilidades que abre este encuentro, más allá de esta semana: “Tiene aspectos positivos sobre impuestos y regulación, y otras cosas en las que no estoy de acuerdo, como sucede en cualquier negociación. La gran oportunidad de Sevilla es crear coaliciones de países que tengan la capacidad de imponer sus agendas de cara a los próximos años. Es una oportunidad para mostrar que el resto del mundo no tiene que doblegarse ante la presión de los Estados Unidos”.
Ante los ataques a Estados Unidos por haber recortado la USAID, Marco Rubio, secretario de Estado de EEUU, respondió a las críticas a través de redes sociales: “En la escena internacional, los países que más se benefician de nuestra generosidad no suelen correspondernos. Por ejemplo, en 2023, los países del África subsahariana votaron con Estados Unidos solo el 29% de las veces en resoluciones esenciales de la ONU, a pesar de haber recibido 165.000 millones de dólares en ayudas desde 1991”.
Su mensaje encaja con la oportunidad mencionada por la economista india Jayati Ghosh sobre el sentido de estas conferencias: “Ninguna de las viejas certezas existe, y las relaciones de poder están desnudas, se ven de forma abierta. Creo que esto puede dar pie a tener conversaciones más interesantes que creen otras coaliciones”, zanja Ghosh.