sábado, julio 5 2025

Abascal amenaza, el PP se rinde

El éxito de Vox al vetar en Murcia una medida relacionada con los menores inmigrantes y hacerlo humillando a una consejera ofrece un apunte de lo que podría ser un Gobierno de Feijóo en coalición con Abascal

El Gobierno de Murcia cede ante Vox y no comprará viviendas para acoger a menores migrantes

¿Cómo sería un futuro Gobierno del PP y Vox con Alberto Núñez Feijóo en La Moncloa después de un hipotético adelanto electoral? Entre los periodistas no es difícil encontrar a muchos que dicen tener sorprendentes dotes adivinatorias, pero en realidad nadie lo sabe con total seguridad, quizá ni siquiera sus propios protagonistas. Se pueden encontrar pistas en los gobiernos autonómicos de ambos partidos que tuvieron una vida escasa, pero siempre es mejor recurrir al presente.

En Murcia, ha bastado un tuit de 27 palabras de Santiago Abascal para que el Gobierno del PP rectifique de inmediato y una consejera se humille sin dudarlo en menos de dos horas.

Es un escenario que conviene tener en cuenta en todos los cálculos sobre un escenario alternativo al actual, uno en el que Pedro Sánchez tira la toalla en algún momento de este año y se celebran elecciones en el peor momento posible para la izquierda. Puede obtener como resultado la llegada de Alberto Núñez Feijóo a La Moncloa, aunque acompañado por un pasajero peligroso. No exactamente un polizón, sino un socio.

El Gobierno murciano creía haber encontrado una salida a la situación creada por el cierre del centro de acogida de menores de la pedanía de Santa Cruz impuesto por Vox a cambio de su apoyo a los presupuestos de este año. Fue una cesión completa por parte del PP, algo que no había aceptado unos meses antes. “No vamos a aceptar el reparto de menores migrantes que nos impongan Sanchez y sus acuerdos con Puigdemont”, fue la forma en que el presidente, Fernando López Miras, definió el acuerdo el 5 de junio. Pero su Gobierno creía tener una solución. Buscar “un modelo de acogimiento más familiar y no en grandes centros”, dijo el portavoz del Grupo Popular en la Asamblea.

La alternativa se materializó la semana pasada y consistía en el proyecto de compra de viviendas con 385 plazas residenciales para los menores que tengan que ser acogidos, extranjeros o no, y que se financiaría con fondos europeos. Hasta que Santiago Abascal se enteró y amenazó en la mañana del martes con votar en contra de los presupuestos “si esto no es inmediatamente retirado” y les ofrecían “garantías de que nada parecido volverá a suceder”. La reacción fue inmediata en el Gobierno de López Miras.

La consejera de Política Social anunció que el proyecto quedaba cancelado y cumplió las dos exigencias del líder de Vox. “Rectificar es de sabios. No volverá a suceder”, escribió Conchita Ruiz en Twitter. El refrán dice que rectificar es de sabios. En política, también se puede decir que a veces rectificar es propio de cobardes. Sucede cuando lo haces renunciando a tus principios.

La estrategia del PP consiste en fingir que Vox no existe o que no será relevante después de las próximas elecciones. “Mi objetivo es ganar las elecciones con una diferencia suficiente que me permita gobernar en solitario”, dijo Feijóo en una entrevista en febrero. Seguro que sí, al igual que Sánchez podría decir que su gran objetivo es que la gente vuelva de las vacaciones del verano habiendo olvidado quién es Santos Cerdán. Sobre el mensaje que dirigirá al electorado, el líder del PP no hace más que repetir lo mismo: “Sólo hay una posibilidad de que Sánchez se quede, y es que toda la gente que quiere echarlo divida su voto”.

No debe extrañar que esta frase suene conocida. Es lo mismo que Feijóo y el PP anunciaron en la campaña de julio de 2023 y no les funcionó. Tuvieron el apoyo entusiasta de la prensa de derecha, que aventuró que la purga realizada por Abascal en las candidaturas le pasaría factura. Vox perdió 700.000 votos, pero resistió en la tercera plaza con un 12,3%. La mayoría de las encuestas pronostica un aumento de votos para el partido de extrema derecha. Feijóo necesitará a Vox para llegar a La Moncloa.


Feijóo y López Miras en un acto público en Murcia realizado después del pacto de presupuestos con Vox.

El ejemplo de Murcia demuestra que Vox llegaría a un Gobierno de coalición con la prioridad, que también podría definirse como obsesión, de atacar a la inmigración, incluso hasta el punto de reclamar “revertir todas las regularizaciones de inmigrantes ilegales llevadas a cabo por el bipartidismo” o llevar a cabo “deportaciones masivas”, según ha recordado en el acto del 29 de junio en el que presentó su programa económico. Ni las obligaciones legales de las comunidades autónomas en cuanto a la protección de los menores de edad extranjeros les impiden reclamar que los gobiernos sólo deberían defender a los españoles de raza blanca.

Sin la xenofobia y el nacionalismo español, Vox pierde su razón de existir. Si el PP se niega a aceptarlo, podría ser una legislatura muy corta.

Advertir sobre el peligro de un Gobierno de esos dos partidos fue un ingrediente esencial de la campaña de los partidos de izquierda en julio de 2023. Sánchez no ha dejado de utilizar el argumento desde esa fecha. Lo difícil es saber si ahora tendrá el mismo valor después de una legislatura no muy productiva. Una vez que estalló el escándalo de Cerdán, incidió en la misma idea: “No vamos a romper la estabilidad de un gran país como es España, que vive uno de los mejores momentos de las últimas décadas, para ponerla en manos de la peor oposición que ha tenido la historia democrática de nuestro país, en manos del señor Feijóo y el señor Abascal”.

Noticias como el pacto del PP y Vox en Murcia –con la capacidad del partido ultra de imponer su xenofobia al PP– son en teoría una buena noticia para la izquierda (y mala para los menores), pero sólo si los portavoces del mensaje tienen credibilidad. La cuestión que rodea toda la política española de los últimos días es si Sánchez cuenta con la autoridad suficiente como para seguir presidiendo el Gobierno y en qué condiciones después de que haya acabado en prisión su hombre de confianza para dirigir el partido.

Los socios del Gobierno respondieron con desdén a la inesperada idea del PP de llamarles por teléfono para comprobar si continúan apoyando a Sánchez. Lo anunció Feijóo a primera hora del martes, esos partidos recibieron un whatsapp avisándoles, y lo explicó Miguel Tellado a las doce de la mañana. Todos rechazaron lo que el PNV denominó “una estrategia de marketing”. Por la tarde, Tellado llamó al PNV, que dijo que había sido una conversación breve con la que el portavoz del PP había pedido recuperar la relación entre ambos después de los ataques constantes que les dirigen por sostener al Gobierno. El PP tiene una manera extraña de hacer amigos en el Congreso.

Esos partidos no van a abandonar a Sánchez por lo ocurrido con Santos Cerdán, pero precisan que están atentos a nuevas revelaciones de la instrucción judicial que les puedan obligar a revisar su posición. En última instancia, deben tomar una decisión más a largo plazo y ver si están dispuestos a revalidar su confianza en Sánchez a través de la negociación de los presupuestos después del verano.

Si eso resulta imposible, ya será muy tarde para advertir del peligro de un Gobierno de la derecha y la extrema derecha. En cierto sentido, Murcia estará más cerca.