sábado, junio 28 2025

El precio que pagamos por los antivacunas

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Hay virus que los humanos dejamos guardados en el cajón de los malos recuerdos del pasado. Al menos en los países desarrollados. Como apenas hay casos, parece que han desaparecido. Sin embargo, siempre están al acecho como buenos supervivientes. Esta semana la revista The Lancet ha publicado una revisión muy interesante de las coberturas vacunales en niños y niñas de todo el mundo que revela un dato preocupante: las tasas se han estancado e incluso han bajado en zonas ricas del planeta donde existen consolidados programas de vacunación y un buen acceso a los sueros.

Justo hace una década –caprichos del calendario– de una muerte que sacudió a España por evitable: un niño de seis años falleció en Girona por difteria. No pasaba algo así en el país desde 1987 porque hay una vacuna que previene esta enfermedad infecciosa grave pero sus padres decidieron no ponérsela. Ni siquiera en un territorio como España, demostró este caso, se podía bajar la guardia.

Abrazar los movimientos antivacunas no es inocuo para la salud y en los últimos años las cosas se han puesto un poco más feas. La mitad de los españoles y españolas creen que las compañías farmacéuticas ocultan los peligros de las vacunas –20 puntos más que en 2022–, más de un 40% creen que “se han producido virus en laboratorios gubernamentales para controlar nuestra libertad” y uno de cada cuatro piensa que el Gobierno oculta la relación entre las vacunas y el autismo, según la última encuesta de la FECYT, cuyos resultados hemos conocido hace unos días.

Si las causas para explicar el ascenso de estos postulados pueden ser variadas e incluso complejas –una pandemia mundial que abrió paso a muchas teorías de la conspiración alimentadas por la incertidumbre y el miedo y una extrema derecha en avance que las genera y riega con mimo–, las consecuencias parecen mucho más claras.

Un caso que puede servir como ejemplo es el sarampión. España ha registrado en lo que va de 2025 más de 300 casos, un 50% más en solo seis meses que en todo el año anterior, y el Ministerio de Sanidad ha hecho un llamamiento a la vacunación. En la Unión Europea los brotes de 2024 alcanzaron a 35.000 pacientes, diez veces más que en 2023. El 87% de ellos estaban sin vacunar. Al menos tres personas han muerto en Estados Unidos por esta infección vírica tan contagiosa, dos menores y un adulto. Ninguno estaba inmunizado. El 96% de las personas que se infectaron, unas 800 en total, tampoco.

A veces vacunarse no es solo cuestión de creer o no en las vacunas, sino en poder tener acceso a ellas: saber que existen, que están en un calendario vacunal y acudir al centro sanitario. Hay personas en situaciones muy vulnerables con grandes dificultades para dar este paso. Ayudar a esta población también es una prioridad de salud pública.

“La única que está erradicada es la viruela, el resto están controladas por la vigilancia y la vacunación. Nosotros nos olvidamos de las enfermedades, pero las enfermedades no se olvidan de nosotros”, recuerda Inmaculada Cuesta, secretaria de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas, en este artículo.


Un joven trans que vive en Budapest muestra su DNI.

Mientras estabas a otras cosas…

¿Una siesta ayuda a pensar con más claridad? La ciencia intenta probar que dormir produce “momentos eureka”. Este es el último experimento.

Un nuevo método para predecir qué pacientes no van a responder a la quimioterapia. Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y de la Universidad de Cambridge han diseñado un test genético para evitar terapias innecesarias a quien no va a tener un beneficio clínico y apuntar lo más rápido posible a otras alternativas eficaces. Interesante.

Tenemos a nuestra compañera Marta Borraz reporteando desde Budapest en un fin de semana crítico: las marchas del Orgullo están prohibidas en todo el país. Uno de los reportajes que firma desde allí cuenta la historia de Flóris Balta, un joven trans que en 2020 tenía todo listo para cambiar su nombre y sexo legal en su documento de identidad cuando el Gobierno dejó de permitirlo. Esto también afecta a la salud.

Se acabó la “laguna” legal del vapeo

En estos días hemos conocido nuevos detalles de la reforma de la ley del tabaco. Por ejemplo, que tampoco se podrá fumar ni vapear a 15 metros de centros sanitarios, parques infantiles y edificios públicos aunque estemos en el exterior. Bueno, esta es la idea que tiene el Ministerio de Sanidad. Después, tendrá que conseguir apoyos en el Congreso para aprobar los cambios.

La ministra también ha sido muy clara esta semana, en una comparecencia en la Comisión de Sanidad, con el vapeo. A todos los efectos será igual que fumar en la ley. Desde 2014 hay una laguna legal sobre dónde se puede o no pueden consumir vapeadores, cigarrillos electrónicos y tabaco calentado. Solo están expresamente prohibidos en unos pocos espacios, entre ellos los centros de salud o los hospitales. En el resto, indefinición. La nueva ley los equipara al tabaco tradicional.

Y te dejo, de bonus track, una recopilación sobre las estrategias que ha usado la industria del tabaco desde hace casi cien años para seguir vendiendo sus productos y sortear las limitaciones. Para tenerlo muy a mano.

Echo mano, para terminar, de esta frase del escritor y periodista colombiano Héctor Abad Faciolince: “Ser homofóbico es tan ridículo como odiar a los zurdos porque escriben con la izquierda. E igual de idiota pretender enderezarlos”. Vamos a la calle con Orgullo. Siempre.

Feliz fin de semana🏳️‍🌈

Sofía