sábado, junio 28 2025

Yo también soy Ex

Fui senador, diputado de la Asamblea de Extremadura; consejero en la Junta y militante del PSOE hasta 1989. Tengo el mismo derecho de dirigirme, aunque sin faltar el respeto –a diferencia de los Ex que han pedido la dimisión del presidente y los instigadores de la cacería en su contra, con Felipe González a la cabeza–, a los miles de militantes que en primarias eligieron a Sánchez como su secretario general

Acabo de caer en la cuenta –leyendo un artículo de Jesús Caldera en El País– que comparto la condición de Ex con los 38 firmantes de la carta de petición de dimisión de Pedro Sánchez y convocatoria de un Congreso extraordinario del Partido Socialista Obrero Español. Fui senador por la provincia de Badajoz entre 1982 y 1985; diputado de la Asamblea de Extremadura entre 1983 y 1988; consejero de Industria y Energía de la Junta de Extremadura entre 1986 y 1988, y militante del PSOE entre 1979 y 1989.

Por tanto, comparto con los firmantes esa condición de Ex. Es lo único que comparto, pero, en esa condición compartida de Ex, tengo el mismo derecho a dirigirme, aunque sin faltar al respeto –a diferencia de lo que a mi entender hacen ellos y los inspiradores de la cacería contra Pedro Sánchez (con Felipe González a la cabeza)—, a los miles de militantes que en primarias eligieron a su secretario general y que apoyan al Gobierno progresista de coalición que preside Pedro Sánchez y que, contra viento y marea, intenta mantener una línea de avance y progreso en su acción de gobierno.

Porque avance en la deseada senda de la convivencia es acabar con el enfrentamiento entre catalanes y entre estos y el resto de España, que durante años nos acercó al borde del abismo como consecuencia de la deriva e irresponsabilidad del independentismo y de la respuesta desmesurada del Estado; avance y progreso es el “escudo social” construido por el Gobierno progresista de coalición que, en la pandemia y desde entonces, protege a los más necesitados; avance y progreso es la garantía de mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones o las continuas subidas del Salario Mínimo Interprofesional que ha acercado a este al objetivo del 60% del salario medio; avance y progreso es poner el dedo en la nariz a Netanyahu o a Trump ante sus prácticas fascistas y genocidas; avance y progreso es el compromiso del Gobierno que preside Pedro Sánchez con la igualdad entre mujeres y hombres y con la libertad de los colectivos marginados; avance o, mejor dicho, evitar retrocesos, es intentar impedir de forma democrática que PP y Vox accedan al gobierno.

Claro que el Gobierno tiene en su gestión carencias y aspectos criticables y mejorables, pero, en mi opinión, hacer lo que viene haciendo –con la triple y montaraz oposición política, mediática y judicial que le enfrenta– tiene mucho mérito; más aún cuando esta gestión encuentra piedras en su camino puestas también por quienes piensan, de nuevo, que “después de haber regresado a chapotear con los dos pies en la vieja corrupción bipartidista, los del puño y la rosa tendrán que dar un paso al lado y asumir que, esta vez sí, el bipartidismo terminó” (Pablo Iglesias dixit) y que, en consecuencia, vuelve a ser posible cambiar de lado la hegemonía en la izquierda y alcanzar el cielo.

En mi opinión, este Gobierno progresista de coalición, y con él su presidente Pedro Sánchez, merece el apoyo popular, de la misma forma que merecen el reproche quienes, teóricamente desde dentro, socavan y denigran a quien, no lo olviden los otros Ex, fue elegido como secretario general por la mayoría de los militantes del PSOE y, como presidente del Gobierno, por la soberanía popular que representa el Congreso de los Diputados.