jueves, junio 26 2025

Sánchez se encomienda a Catalunya (otra vez)

Illa es el sostén interno más sólido para el presidente del Gobierno y, además, tanto Junts como ERC necesitan que aguante un poco más para avanzar en la amnistía para Puigdemont y diseñar la nueva financiación que el PSC prometió a los republicanos

La caída de Cerdán deja a Puigdemont sin su principal enlace con el Gobierno

En política es difícil tener amigos, pero Pedro Sánchez y Salvador Illa lo son. No es que sean muy parecidos. El primero gobierna como el jugador de baloncesto que es. Si tiene que meter el codo, lo mete. Y si se la tiene que jugar en el último minuto, lo hace. Illa es corredor de fondo. Como otros dirigentes del PSC, sabe qué es resistir en situaciones más que adversas, tirar de disciplina y paciencia y explorar todas las opciones para no precipitarse. Son complementarios y, aparte de eso, se necesitan.

Hablan a menudo. A diferencia de otros dirigentes, Illa nunca ha tenido necesidad de exhibir su proximidad al presidente del Gobierno. Ni cuando esa cercanía era ventajosa ni ahora que puede ser desfavorable. Más allá del afecto, ambos tienen intereses políticos compartidos. Si Sánchez es presidente es porque en Catalunya cosechó votos prestados, electores de otros partidos que no son del PSC, pero que temen más que en la mayoría de comunidades a un gobierno PP-Vox. Lo recordaba Gabriel Rufián hace unos días porque ERC es consciente de que algunos de los que en las generales optaron por la papeleta socialista eran suyos.

Tras su reunión en La Moncloa, no anunciada pese a que hubiese tenido todo el sentido informar del encuentro, Illa aprovechó un acto de partido el pasado domingo para colocar en castellano el mensaje de apoyo a Sánchez para teles y radios. De paso le contestó a Aznar, el presidente que mintió sobre el atentado más grave que ha sufrido España y que no solo tiene cuajo de seguir dando lecciones sino que es capaz de alimentar el bulo de un pucherazo electoral.

Illa representa todo lo contrario a la bronca permanente que se vive ahora en Madrid. Sosiego frente a tensión. Ha entendido que la vivienda es el gran problema y, sin incomodar a los promotores, su discurso ha sonado desde el principio bastante más ambicioso que el de la ministra de Vivienda. Tampoco rehúye el debate sobre la seguridad, a veces en unos términos que podría firmar un partido que no se autoubicase en la izquierda. Además, ha planteado un proyecto tan cuestionado como el de la ampliación del Aeropuerto de El Prat. Aun así ha logrado mantener como socios preferentes a los Comuns y ERC porque ambas formaciones anteponen el pragmatismo para ir arrancando contraprestaciones sociales a un enfrentamiento continuo que situaría al Govern en la parálisis.

Eso no significa que los republicanos no necesiten algo más. Y ese más es que se avance, o al menos lo parezca, en la financiación singular para Catalunya que se pactó en el acuerdo de investidura de Illa. Si se cumpliesen los plazos, la próxima semana debería reunirse la comisión bilateral Estado-Generalitat para formalizar un acuerdo.

ERC no quiere que caiga el Gobierno de Sánchez y si es por ellos no pasará, pero están a la expectativa de ver qué novedades depara el caso Cerdán para ir modulando su posición.

Mientras, Junts mantiene la estrategia de toda la legislatura, apretar sin acabar de ahogar a Sánchez. La defenestración de Santos Cerdán les ha dejado sin su mejor aliado dentro del PSOE. El otro era y todavía es José Luís Rodríguez Zapatero. A las diferencias actuales con el PP y al factor Vox, se suma la necesidad de que la amnistía acabe beneficiando a Carles Puigdemont.

Para ello, el expresident necesita tiempo. El Supremo ha resuelto este mismo miércoles el último trámite que confirma la denegación de su amnistía. Solo ahora, una vez completado el camino en el Alto Tribunal, Puigdemont puede acudir al Constitucional. Con estos mimbres, salvo de acordar medidas cautelares que propiciaran el regreso del líder de Junts, no se espera que el tribunal de garantías aborde la carpeta específica del recurso de amparo del expresident hasta después del verano.

El exalcalde de Barcelona Xavier Trias, que ya está fuera de la política y probablemente por eso acostumbra a decir en público lo que muchos dirigentes de Junts admiten en privado, apostó este miércoles por la continuidad del Gobierno de Sánchez. “La alternativa es mucho peor”, resumió en una entrevista en la Cadena Ser.

La intervención del Gobierno en la OPA del BBVA al Sabadell y cómo ha remado para complicarla todo lo que ha podido es otra de las bazas que Sánchez ha jugado para contentar no solo al PSC sino al resto de formaciones catalanas así como a las patronales y sindicatos. El Gobierno recurrió a una fórmula inédita, la de una consulta, pensada para beneficiar a la entidad que preside Josep Oliu. A los empresarios catalanes no les entusiasma el PSOE, pero les preocupa tanto o más la falta de concreción de Feijóo.

Sánchez lo tiene complicado para sobrevivir solo con Catalunya, pero sin Catalunya es imposible. Así fue en julio del 2023, cuando cinco de cada seis diputados catalanes apoyaron su investidura. Y es algo que no ha hecho más que confirmarse en el Congreso, cuando la mayoría de la investidura se ha sostenido en buena parte gracias a los socios catalanes. Eso, mientras dure la legislatura, no cambiará.