Los vapeadores, los cigarrillos electrónicos y el tabaco calentado se van a equiparar al convencional en la reforma que ultima Sanidad para acabar con una indefinición que dura una década: solo están prohibidos en centros sanitarios, educativos o el transporte; ahora tampoco se podrán consumir en bares ni terrazas
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Vapear, usar cigarrillos electrónicos o consumir tabaco calentado solo está prohibido en España en determinados espacios públicos: los hospitales y centros de salud, los transportes públicos, los parques infantiles o los centros educativos. Así se estableció en 2014 en la modificación de la ley de defensa del consumidor que trasladó a la legislación española una directiva europea. El detalle se incluyó en una de las disposiciones finales.
Los lugares que quedaron fuera de esta regulación, como los bares y restaurantes, están en la indefinición desde entonces, salvo alguna comunidad, por ejemplo Euskadi, que sí lo prohibió específicamente en su regulación autonómica. En “una laguna”, como lo ha llamado la ministra de Sanidad, Mónica García, en una comparecencia este martes la comisión del ramo del Congreso de los Diputados, a la que su departamento quiere poner fin en la inminente reforma de la ley del tabaco.
La norma empezará a tramitarse “en unas semanas” y ampliará, al menos en el redactado que salga del Consejo de Ministros, los espacios libres de humo a nuevos exteriores como las terrazas, los campus universitarios –hasta ahora solo estaba limitado en los edificios–, las salas de fiesta al aire libre, los vehículos compartidos de uso laboral, las marquesinas de autobús o las instalaciones deportivas para evitar que se “inhale humo de manera involuntaria”.
Estas nuevas limitaciones están recomendadas por organismos como la Organización Mundial de la Salud, que en su último informe sobre la epidemia de tabaquismo “anima” a los países a que tomen medidas también en zonas al aire libre. Está demostrado que el humo de segunda mano, el que te tragas por estar en un espacio donde se consume, también es nocivo. De las más de ocho millones de personas que mueren por causa del tabaco en el mundo al año, 1,3 son no fumadores expuestos al humo ajeno.
En la ley quedará reflejado que donde no se pueda fumar tampoco se permitirá consumir otros productos derivados del tabaco: “No hay evidencia de que el uso de dispositivos alternativos al tabaco convencional reduzcan la adicción al tabaquismo y nosotros trabajamos con la evidencia de la mano. Parece ser que lo que se vapea no se fuma. Y no, lo que se inhala sigue siendo nocivo. Por eso los espacios libres de humo van a incluir el tabaco convencional, los vapeadores y el tabaco calentado”, ha confirmado García, que asegura que con este cambio se “cierra una de las lagunas que la industria ha usado para captar a los nuevos usuarios”.
Sin una legislación específica, lo que pasaba dentro de los bares queda al albur de las circunstancias. En la mayor parte de los sitios se asume que las limitaciones en interiores son las mismas, pero no está reflejado en ninguna ley y, por tanto, tampoco se persigue el incumplimiento.
Otro real decreto en ciernes
El consumo de tabaco convencional en España alcanzó en 2024 su punto más bajo desde que empezó a realizarse la encuesta EDADES, del Ministerio de Sanidad, en 1995. La curva bajó de manera más rápida gracias a los efectos de la ley de 2010, pero después el descenso se hizo más lento. Se estancó.
En este mismo periodo, vapear ha ido ganando popularidad, especialmente entre las personas más jóvenes. También los menores de edad. Uno de cada diez adolescentes reconoce que utiliza vapeadores, un porcentaje que se ha duplicado respecto al año pasado, según la encuesta anual que hace Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFYC) en la Semana Sin Humo. Más de la mitad de los estudiantes españoles de Secundaria los ha probado, según el estudio Estudes, aunque no hay datos –al menos todavía– de cuántos tienen un consumo diario. Nunca la cifra había sido tan alta. El porcentaje hace una década no alcanzaba ni el 20%.
A la reforma de la ley de 2010 le acompañará una batería de reales decretos. Uno de ellos, el más avanzado, obligará a todos los dispositivos con nicotina a incluir una advertencia de que es una “sustancia muy adictiva” y su uso “no se recomienda a los no fumadores”. Incluso si no llevan este producto, los fabricantes estarán obligados a dejar por escrito que “es nocivo para la salud”. Además, quedarán prohibidos los aromatizantes o saborizantes que impregnen de un sabor agradable al producto. El Ministerio pretende también poner fin a la venta de vapeadores desechables, como anticipó a principios de año.
Una vez que se aprueben todas las reformas, tendrán que pasar la prueba de fuego –la más difícil– en el Congreso de los Diputados, donde los partidos del Gobierno tendrán que convencer al resto. “Esperamos contar con su apoyo. Hay algo aglutinador que es la protección de la salud colectiva y lo debemos tener claro si es que no se intercalan otros intereses que no tienen nada que ver con eso”, ha advertido ya en la comisión este martes. “Espero que no lleguen tarde a estas medidas”, ha zanjado.