155 países del mundo, donde viven tres cuartas partes de la población, han implementado al menos una de las seis medidas recomendadas por la OMS para proteger frente al tabaquismo, según un informe presentado en la Conferencia Mundial sobre el Control del Tabaco que se celebra esta semana en Dublín
Sanidad prohibirá fumar en vehículos de trabajo, campus universitarios y terrazas
Las políticas contra el tabaco han conseguido que la población mundial que fuma haya disminuido del 22,3% al 16,4% en los últimos 15 años. 300 millones de personas más podrían hoy estar consumiendo tabaco de no existir estas medidas de salud pública, según el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la epidemia global de tabaquismo, que advierte, sin embargo, de cómo la industria ha transformado sus mensajes, adaptándolos a los tiempos, para socavar las restricciones de cada momento. Siete millones de personas mueren todavía al año por enfermedades relacionadas con el tabaco.
El informe analiza, década a década desde principios del siglo XX, las diferentes estrategias de las tabaqueras para sobrevivir y seguir vendiendo sus productos a medida que la evidencia científica sobre los riesgos de fumar se ha consolidado. Su publicación coincide con el inicio de la Conferencia Mundial sobre el Control del Tabaco, que se celebra esta semana en Dublín.
En los últimos años, la industria ha encontrado su nicho de expansión en los cigarrillos electrónicos y el tabaco calentado “comercializándolos como productos de riesgo reducido al tiempo que se dirige agresivamente a los jóvenes”, subraya la OMS, pero antes intentó otras vías.
Las primeras estrategias se centraron en vincular el tabaco con el “glamour” y la “masculinidad”. Entonces no había pruebas sólidas de lo dañino que era para la salud. Poco después la industria buscó a las mujeres y las convenció de fumar como un símbolo de “libertad y empoderamiento”. Las consecuencias están empezando a sentirse ahora: el cáncer de pulmón ya provoca casi tantas muertes en mujeres como el de mama.
A medida que avanzaban las pruebas de que el tabaco era perjudicial –en los años 50 se publicó el primer artículo en la revista British Medical Journal que relacionaba el consumo con el cáncer de pulmón y las enfermedades cardiacas–, las empresas empezaron a organizarse –en Estados Unidos se formó el Comité de Investigación de la Industria Tabaquera– para “sembrar dudas y retrasar la regulación”. “En 1954, publicaron la Declaración Frank, alegando falsamente un compromiso con la salud pública”, recoge el informe de la OMS, que resume esta etapa como la fase de “negación” y de “descrédito a la investigación científica”.
De negar el daño a “reducirlo” con cigarrillos “light”
La narrativa entonces se ve forzada a virar a la “reducción de daños y riesgos” –una estrategia se está repitiendo ahora, según la OMS– con los cigarrillos “light” y “suaves” como “menos perjudiciales”. La industria se centra en mejorar su imagen contribuyendo en diferentes causas mientras hace expandir su negocio en países más pobres donde fumar se vuelve asequible, de acuerdo con el repaso histórico que hace el informe.
Cada vez hay más pruebas que demuestran el impacto del humo de segunda mano a partir de la década de los 70. Entonces emergen las primeras evidencias de que no solo es malo fumar, sino también exponerse al humo ajeno y la industria responde con la creación del Centro de Investigación del Aire Interior “para financiar investigaciones que socavarían y desviarían la atención de estos hallazgos”.
Dos décadas después, a finales de los 90, cuando las tabaqueras parecen no tener salida a seguir negando que sus productos son dañinos para la salud, comienza el chantaje –especialmente en los países de bajos ingresos– de que poner coto al consumo va a provocar “la pérdida de puestos de trabajo y mucho daño a los pequeños agricultores”. Unos años más tarde se aprueba un gran hito frente al tabaquismo: el Convenio Marco para el Control del Tabaco de la OMS. Pese a las presiones de la industria para retrasar las negociaciones, entró en vigor en 2005.
Cuando España aprobó la ley que prohibía fumar en interiores, los fabricantes de cigarrillos respondían a nivel global con “agresivos recursos legales y continuas presiones”. El ejemplo más claro de esta estrategia se reveló en Australia, el país pionero en implantar el empaquetado neutro de las cajetillas –sin marcas ni colores que puedan funcionar como reclamo– en 2012.
En la pandemia de Covid-19, el momento reciente en el que el consumo de tabaco se vio probablemente más amenazado, la industria apostó por campañas de responsabilidad social corporativa –como donar respiradores a hospitales– para mejorar su reputación, recuerda la OMS. Ser fumador o fumadora era un factor de riesgo para desarrollar una enfermedad grave si contraías el virus.
Seis políticas recomendadas
La Organización Mundial de la Salud fija seis medidas que se han demostrado eficaces para proteger la salud pública frente al tabaco: vigilar el consumo y las políticas de prevención, proteger a la población del humo, ofrecer ayuda para dejar de fumar, advertir sobre los riesgos de fumar, hacer cumplir las prohibiciones sobre publicidad y promoción del tabaco y aumentar los impuestos.
155 países han implementado al menos una de estas políticas –incluidas en un plan llamado MPOWER–, lo que supone que tres cuartas partes de la población en el mundo están de algún modo protegidas. Es un número cinco veces mayor a 2007, según el informe publicado este lunes.
“Es una experiencia de éxito en las políticas contra un factor de riesgo clave en numerosas enfermedades crónicas, especialmente cáncer, respiratorias y cardiovasculares; pero también demuestra lo difícil y lento que es implementar políticas en todos los países de forma homogénea igualmente efectiva”, asegura Josep Maria Borràs, coordinador científico de la Estrategia en Cáncer del Sistema Nacional de Salud, a Science Media Centre España.
España va bien, pero puede mejorar
España no sale mal parada en la evaluación –solo está a una medida de aplicar todas– pero no entra en el grupo de cuatro países que hacen pleno: Brasil, Mauricio, Países Bajos y Turquía.
No obstante, lo esperable es que haya avances próximamente. El Ministerio de Sanidad está ultimando la reforma de la ley del tabaco para ampliar los espacios sin humo a exteriores –algo respaldado específicamente por la OMS en el informe–, universidades o el interior de los vehículos de trabajo y tiene en marcha otras medidas para poner coto a los sabores en los vapeadores y obligarles a incluir la advertencia de que perjudican la salud, incluso si no llevan nicotina.
Los avances “más sorprendentes” en las políticas públicas contra el tabaco tienen que ver con las advertencias sanitarias gráficas, que ya son obligatorias en 110 países. En 2007 solo lo eran en nueve. Además, 25 estados han adoptado también el empaquetado neutro. España no está entre ellos. De momento.