domingo, junio 22 2025

El Bruce Springsteen más político pone a sus pies Anoeta en la primera de sus dos paradas en Donostia

El ‘boss’ se convierte en jefe de la oposición al «payaso» de Trump y a sus políticas ante 40.000 fieles

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Nueve años y un mes después, en la noche más corta del año 2025, Bruce Springsteen ha vuelto a llenar Anoeta, el estadio de la Real Sociedad. El ‘boss’ y la E Street Band repetirán este martes en Donostia. Son las dos únicas paradas de su gira europea en España y es el concierto del año en Euskadi. El de Nueva Jersey, a sus 75, se niega a ser un jefe jubilado y ha ofrecido su versión más política, como en anteriores espectáctulos en Europa. Es el comandante en jefe ‘de facto’ de la oposición a Donald Trump ante la falta de liderazgos entre los demócratas estadounidenses. El mensaje contra Trump lo ha lanzado de viva voz pero también con su selección musical. La gira de quien siempre se ha jactado de ser ‘Born in the USA’ lleva el nombre de la canción ‘The land of hopes and dreams’, es decir, la tierra de las esperanzas y los sueños.

“Gabon, Donostia. Buenas noches, San Sebastián”, ha saludado el cantante después de las tres primeras canciones. Después, ha avisado de que su país “está en manos de una Administración corrupta, incompetente y traidora”. Y ha demandado a los europeos que “alcen la voz” y se “unan” a la oposición al “autoritarismo” en un país símbolo de libertad durante dos centurias y media. La organización ha traducido el discurso al castellano, para que no cupieran dudas. Y el público lo ha aplaudido tanto como cualquiera de sus éxitos. Justo al acabar, ha tocado la canción que pide subir al tren del país de las “esperanzas” y los “sueños”. “Preparaos, subid al tren. No hace falta billete”, se ha desgañitado. Después, ha llamado “demagogo” al “amado líder” del país de las barras y las estrellas.

Springsteen está repitiendo estos mensajes allá por donde va. Y Trump le ha llegado a contestar airado. En las elecciones de 2024, el ‘boss’ apoyó a Kamala Harris. Tocó para Joe Biden y Barack Obama en sus tomas de posesión. También criticó al primer Trump de 2016 y antes participó en ‘vote for change’ contra George Bush hijo con otros artistas como R.E.M. ‘The rising’ es un himno nacional tras el 11S de 2001.

El de este sábado ha sido el cuarto concierto de Springsteen en Donostia, uno de sus rincones predilectos de Europa. Se ha alojado en el hotel María Cristina, el más donostiarra de los hoteles, cuyos precios se han disparado este fin de semana para aprovechar la legión de seguidores llegados de ligares insospechados. En los atascos previos al evento, que ha reunido a unas 40.000 personas, se veían coches matriculados en Francia, en Bélgica o en Italia. En las gradas de Anoeta, además de euskera y castellano, se escuchaba catalán, gallego, francés e inglés. Había prensa acreditada del extranjero, además de la local.

Springsteen y la E Street Band han dispuesto el escenario mirando al noroeste, con grandes pantallas y coronado con dos banderas, la de Estados Unidos a la izquierda -del artista- y la ikurriña a la derecha -del artista también-. Si la música ha arrancado a las 20.57 horas, desde las 18.00 horas las primeras filas de la pista ya estaban repletas. Una ligera lluvia ha puesto fin oficialmente a la ola de calor de los últimos días, mas no ha aguado el evento.

Mucho antes del concierto, ha habido colas también a la puerta de Anoeta, ahora denominado oficialmente Reale Arena por motivos publicitarios. En el exterior, no todos tenían entradas, como unas mujeres viguesas que imploraban por tres pases a una trabajadora que, desde luego, no tenía ese poder. Probablemente se hayan acabado encontrando con el italiano Gianni o con otro francés que intentaban sacar tajada en la reventa.

En la zona de butacas, en las gradas, buscaban su lugar Jérôme y Perla, con camisetas a juego. Viven en Francia aunque ella es de origen filipino. Para este matrimonio, Springsteen lo es todo. Una religión. Él descubrió al artista en París a los 18 años. Recuerda de memoria el día preciso, el 18 de abril de 1981. “Me cambió la vida. Fue algo excepcional. Cambió mi ser”, apunta en un vomitorio de Anoeta en una conversación en la que se mezcla el castellano y el inglés. Quince años después, en 1996, conoció a su esposa también en un concierto del ‘boss’.

Se casaron y, claro, lo hicieron con música de Springsteen. ‘Little girl, I wanna marry you’. Él lleva 65 conciertos con el de este sábado. Ha estado en Chicago o en el Madison Square Garden de Nueva York, por ejemplo. La casa de los Knickerbockers, en 2012, es para él su mejor referencia de entre más de medio centenar. Ella guarda como favoritas en su móvil las fotografías de cuando le firmó un autógrafo para su hijo, otro ‘fan’ que no ha podido desplazarse desde París hasta Donostia por sus exámenes. Aquello también fue en Estados Unidos. La pareja tiene una habitación con decenas de objetos de Springsteen, prácticamente un altar, según describen.

-¿Qué les parece el Springsteen político de esta gira?

-Me encanta. Los conciertos están súper enfocados con el mensaje político. Pero también en la selección de las músicas.

-Tiene ya 75 años…

-La edad es sólo un número.

Al final de su primera hora, el jefe -camisa de rayas, chaleco abotonado y corbata arriba; los tejanos ceñidos de siempre abajo- ha abandonado el escenario y ha bajado a mezclarse con la masa. Una niña emocionadísima a hombros de su padre ha conseguido una fotografía con su ídolo tras enseñar un cartel en el que narraba que llevaba horas de cola. Después, sin subir, ha animado al público con ‘Hungry heart’ y casi causa una avalancha cuando ha seguido abrazándose con sus feligreses, entre ellos un muchacho de amarillo. Después, se ha puesto intimista con ‘The river’ y su armónica.

Pasadas las 22.00 horas ha caído la corta noche del solsticio. Luces rojas y verdes han adornado la música. Se han prendido las linternas de los móviles, que consumían batería a pasos agigantados entre vídeos, imágenes y autofotos. Springsteen ha pedido entonces una “oración” por Estados Unidos. Le ha dado la forma de ‘Long walk home’. “Cuando los ‘checks and balances’ fallan está el pueblo. En América [Estados Unidos] tenemos que organizarnos, pacíficamente en las calles. Sólo nos tenemos los unos a los otros”, ha explicado para criticar las persecuciones a migrantes, el apoyo a dictadores y la retirada de fondos a universidades. Y ha espetado con otro dardo directo a Trump: “El payaso criminal está en el trono”. “Siempre he tratado de ser un buen embajador de mi país. Gracias por dejarme hablar de lo mío. Sobreviviremos. Tengo esperanza porque creo en la verdad. Let us pray”, ha agradecido. Y ha tocado ‘Rise up’.

‘Because the night’ ha sido coreada bajo la lluvia. Y ‘Born in the USA’ ha iluminado Anoeta a toda potencia para dar inicio a la tercera hora de la sesión, con el sudor cayendo ya de la frente tanto del cantante como de los miembros de la E Street Band. Paradójicamente, seguía puesta en ‘Dancing in the dark’, que se ha bailado sin oscuridad. A los 150 minutos de concierto, el chaleco ha volado para el final del recital. Apelando a las “campanas de libertad”, a las 23.42 horas todo ha terminado.

A Springsteen le queda otro pase en Donostia. Será el martes. Será el quinto. No queda papel en la taquilla, si es que la metáfora sirve ya cuando casi todo el mundo entra a los conciertos con un código QR en su teléfono inteligente. El ‘boss’ parará en Alemania y en Italia en los próximos días y pondrá fin a su periplo en Europa. Eso sí, en pocos días se publicará ‘The lost albums’, una gran colección de 83 canciones, 74 de ellas totalmente inéditas. Son nueve vinilos, por medirlo al peso de como se medía la música en 1973, cuando publicó el primero de sus discos. El artista publicita que hasta sus mayores incondicionales, como Jérôme y Perla, se verán sorprendidos. De momento, preparan ya su excursión a Milán para el próximo fin de semana.