Las horas en las que la redacción de elDiario.es contó y vivió el gran apagón en primera persona
Cuando llegó el apagón, igual que cuando llegó la pandemia, como siempre que hay una emergencia y cada vez que hay catástrofes, la mayoría de ciudadanos (lógicamente) se preocupan de lo básico: su seguridad y la de los suyos. El trabajo queda atrás y hay incluso normativa que protege a los empleados con un permiso retribuido si no pueden desplazarse al tajo. Hay otros espacios de trabajo que, en lugar de vaciarse, se llenan: comisarías, parques de bomberos, plantillas de emergencias en general.
Los periodistas no somos personal esencial, pero las redacciones también se movilizan, muchas veces sin necesidad de llamar a nadie, los compañeros que están a otras cosas se vuelcan en lo único: ayudar en una situación límite.
El acontecimiento histórico de esta semana fue un apagón. Las redacciones de elDiario.es en toda España pusieron en marcha un periódico sin teléfonos, sin electricidad, por supuesto sin wifi. ¿Cómo sigue funcionando en esas condiciones un medio de comunicación digital? Funciona con dificultad, pero acaba saliendo porque la redacción, las redacciones, de elDiario.es saca lo mejor de sí. La sede central en Madrid está en Callao, en pleno centro. Los compañeros y compañeras que estaban en ese momento trabajando allí reaccionaron como lo haría cualquiera en casa: “¿Se ha ido la luz? ¿Es solamente aquí o en todo en el edificio? Los neones de Callao apagados dieron pistas de que era un problema general, de toda la calle, tal vez de la ciudad entera.
Aún funcionaban algunas antenas y los grupos de trabajo empezaron a anticipar lo que venía: habían caído Santiago, Zaragoza, Andalucía, dicen que también Portugal…
Pasaron los minutos, los teléfonos dejaron de tener acceso a la red, un compañero puso una radio analógica y la noticia se empezó a conocer. El apagón era mucho más grande de lo que nadie pudiera imaginar, afectando también a otros países. Las radios mantenían la antena gracias a sus propios sistemas, pero elDiario.es no cuenta con los recursos que habitualmente tiene para contar noticias. ¿Entonces? Entonces aparece una primera luz: el apagón afecta solo a la península. O, lo que es lo mismo, no afecta a las islas.
La redacción de elDiario.es trabajando durante el apagón
Las compañeras de elDiario.es en Canarias y en Baleares se hicieron cargo de la portada de elDiario.es. Ellas y, también, Natalia Chientarolli, que desde Roma (por la cobertura de la muerte del papa Francisco) tenía conexión a Internet. La gente que en ese momento estaba en la redacción comenzó a escribir a mano, con bolígrafo y papel, un texto con lo básico que en ese momento estaba confirmado y se mandó a la compañera de Canarias que tenía acceso a Internet (desde el móvil de otra compañera del departamento de Comercial que también funcionaba) para que lo publicara. Con estas pocas manos y con las de algún compañero que sí mantenía su acceso a red en Madrid se comenzó a intentar informar, sin ninguna certeza de que hubiera alguien al otro lado.
La redacción de elDiario.es trabajando durante el apagón
Llegaron compañeras y compañeros que estaban teletrabajando, incluso alguna que estaba de vacaciones siguiendo el mandamiento no escrito de que en situaciones así nuestro sitio natural es la redacción. Profesionales de todas las secciones del periódico.
La estrategia es básica: contar lo que está pasando en lugares que son clave para el funcionamiento normal de cualquier ciudad. Estaciones de tren y hospitales, principalmente. Hubo periodistas que se fueron a la calle sin saber muy bien qué se iban a encontrar: a grabar vídeo, a grabar audios, a buscar testimonios que reflejaran la realidad alterada que todos vivimos en esas horas.
En mitad del trabajo, alguien pensó en el avituallamiento, porque entre todas las incertidumbres había una fundamental: no sabíamos cuánto iba a durar.
La primera comitiva que bajó al súper estuvo comedida, fue un intento honesto de alimentarse sanamente, con sándwiches adaptados a todos los gustos y condiciones, fruta, incluso. Horas después, la realidad se impuso: embutidos, quesos, fuet, chocolatinas, gominolas, regaliz… Los podcast y las series nos habían contado cómo sería el gran apagón, en la redacción de elDiario.es fue, sobre todo, azucarado.
La comida sana que compramos en elDiario.es para sobrevivir al gran apagón
Con semejantes herramientas, pocas para un medio digital, elDiario.es contó la parálisis del país durante horas: emitíamos desde Baleares, desde Canarias y desde un ordenador en Roma. Las delegaciones fueron esenciales y cuando una parte del país se iba recuperando, primero Euskadi, después Andalucía y Catalunya, se pusieron manos a la obra. En la redacción de Callao un pequeño grupo de periodistas aguantó (a oscuras) hasta última hora para intentar retomar la normalidad. Mientras otros medios ubicados en la Gran Vía, celebraban la llegada de la luz, en el Palacio de la Prensa seguíamos con una linterna y la cobertura que llegaba a ratos. ¿Pudo ser el último edificio de la calle en tener electricidad? Es otra de las grandes preguntas que deja en el aire el apagón.
Esperando la comparecencia de Pedro Sánchez a las 22.00 desde la redacción
Marcos García Santonja e Izaskun Pérez intentando sacar adelante Un tema Al Día
En la redacción de elDiario.es vimos encenderse los neones de Callao, pero no los ordenadores. El resto de la portada vio la luz, ya de madrugada, desde nuestras casas.
Gracias infinitas a los compañeros que hicieron posible el “Periodismo, a pesar de todo”.