La Audiencia Nacional determina que el tribunal que lo condenó a 24 años de cárcel por una violación que no cometió no incurrió en un “error craso o evidente” cuando obvió un informe pericial que lo exculpaba y rechaza indemnizarle
La cadena de errores judiciales que mantuvo 15 años en prisión a un inocente: “Se buscó una cabeza de turco”
“Mi abuelo siempre dice que lo sacaron de la cárcel como si fuera un perro. Ahora teníamos un poco de esperanza en que se acabara esta pesadilla. Pero seguimos en el bache”. Al otro lado del teléfono habla Firdaous Chmorra Tommouhi, nieta de Ahmed Tommouhi, quien a sus 73 años ha recibido esta semana el enésimo golpe de una cadena de negligencias y ninguneo institucional que se remonta a hace décadas. La Audiencia Nacional ha rechazado que el Estado deba indemnizar a este albañil de origen marroquí por los 15 años que pasó en la cárcel por una violación que no cometió.
En una sentencia del 9 de abril, tres jueces de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del tribunal especial confirman la decisión del Ministerio de Justicia de no acceder a su pretensión de ser resarcido por su encarcelación injusta. Tommouhi había reclamado una indemnización de 3,6 millones de euros. Pero los jueces consideran que la Audiencia de Barcelona no cometió un “error craso o evidente” cuando omitió, pese a haberlo aceptado como prueba, el informe del semen hallado en la víctima que lo exculpaba. Y determinan, en consecuencia, que no tiene derecho a indemnización.
Todo empezó en 1991. Medio año después de llegar a Catalunya desde Beni Said (Nador), Tommouhi fue detenido. Era una época convulsa, pues una serie de violaciones y robos en varios municipios catalanes mantenían en alerta a los cuerpos policiales. La cadena irregularidades empezó casi a la par de su detención. Cuando pasó a disposición judicial, los agentes lo condujeron, esposado y a cara descubierta, por el mismo pasillo donde esperaban las denunciantes.
Pese a esta irregularidad, a los pocos minutos se sometió a una rueda de reconocimiento por parte de la víctima que ya lo había visto. Además, la defensa alegó que “las personas que integraban la rueda tenían rasgos distintos a los del acusado por carecer de bigote y ser de complexión más gruesa”. Pero los jueces de la Audiencia de Barcelona determinaron que la declaración de la víctima había sido “contundente” y se basó en ella como única prueba para imponerle de 24 años de cárcel. Años después, la víctima se retractó en una entrevista con el periodista Braulio García Jaén, que recogió en el libro Justicia poética (Península) todo el cúmulo de negligencias.
Además, durante el juicio, los peritos no acudieron a ratificar el informe sobre las pruebas biológicas halladas en las prendas de una víctima y que no coincidían con las de Tommouhi. Pero el tribunal, del que formaba parte la actual ministra de Defensa, Margarita Robles, no suspendió el juicio para su citación. Así, se quedó sin practicar una prueba decisiva.
Más de dos décadas después, en junio de 2023, el Tribunal Supremo accedió a revisar esa condena, que ya era firme. Se trata de un tipo de recurso muy excepcional, en el que el alto tribunal accede a examinar de nuevo un caso ya sentenciado en firme si aparecen nuevas pruebas con capacidad de modificar el sentido del fallo. Los jueces de la Sala de lo Penal concluyeron que el informe sobre el semen que exculpaba a Tommouhi “pasó desapercibido para la Audiencia”, que no hizo “referencia alguna” al mismo en su sentencia. Una “omisión”, en palabras del Supremo, que “podría haber sido subsanada” accediendo a la petición de la defensa de suspender el juicio para volver a citarlos. El alto tribunal declaró nula esa sentencia y la libre absolución de Tommouhi.
Pese a que el propio Supremo utilizó la palabra “omisión” al revisar la condena, los jueces de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional defienden que, en este caso, no se puede hablar de “error craso o evidente”. Alegan que la Audiencia de Barcelona “rechazó de manera motivada” la “relevancia” de ese informe exculpatorio, cuando la sentencia del Supremo mantiene que no hizo “referencia alguna” al mismo en su resolución.
“Creo que la sentencia de la Audiencia Nacional falta a la verdad. El Tribunal Supremo habla de una omisión que se podría haber evitado y dice claramente que el informe pasó desapercibido”, sostiene la abogada de Tommouhi, Celia Carbonell, que ya está preparando el recurso contra la decisión de denegar la indemnización. “Vamos a seguir, necesito que Ahmed vuelva a sonreír”, mantiene la letrada, que también firma el recurso de revisión que dio la vuelta al caso dos décadas después.
El peso de la “etiqueta” de violador
Entre tanto, esta última decisión de la Audiencia Nacional pone de nuevo el foco sobre la responsabilidad del Estado con las personas que han sido encarceladas de forma injusta. En 2019, el Tribunal Constitucional amplió los supuestos de reparación económica a todos los casos de prisión preventiva indebida. En principio, parecía que esa resolución iba a abrir la puerta a indemnizaciones a todas las personas que habían sufrido prisión preventiva y posteriormente eran absueltas siempre que acreditaran que el paso por la prisión les provocó algún tipo de perjuicio. Hasta entonces, la ley únicamente preveía indemnizaciones cuando se considerara probado que el delito imputado no había existido.
Sin embargo, el tribunal de garantías también dijo que de su sentencia no debe derivarse la conclusión de que la indemnización es automática en todos los supuestos y que sus presupuestos y alcance deben acotarse en la ley y, en su ausencia, mediante la interpretación de la Administración y los órganos judiciales. En este caso, la Audiencia Nacional interpreta que no hubo error judicial y confirma la decisión del Ministerio de Justicia de no indemnizar a Tommouhi.
Su nieta Firdaous explica que esta última resolución ha sido un duro golpe para su abuelo, que no es capaz de sacar fuerzas para atender a los medios de comunicación que durante estos días piden hablar con él. “Él se enteró de la sentencia el martes por la llamada de un periodista. No entendió bien lo que le había dicho y no tuvimos más remedio que explicárselo”, explica la joven, que tiene 23 años. “Ha vivido una situación muy dura, lleva muchos años arrastrando la etiqueta de que entró a prisión por violador”, dice Firdaous, que está convencida de que su abuelo va a seguir luchando. “Él dice que la esperanza nunca se pierde”, sentencia.