Aunque la etiqueta ponga en grandes letras que una crema o loción contiene un compuesto, no siempre está en cantidades suficientes para ser eficaz
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El mercado global del cuidado de la piel y la cosmética se estima en cerca de 800.000 millones en 2025, y la mayor parte de ese enorme pastel corresponde a los productos que se aplican en la cara. Una constante en la industria es usar como reclamo en su publicidad el nombre de determinados compuestos que tienen algún tipo de evidencia científica sobre su eficacia. Por ejemplo, el ácido hialurónico que “rellena” las arrugas, el colágeno que “devuelve la firmeza”, o los péptidos que “rejuvenecen” la piel.
Pero también es habitual que, en la composición de la crema, sérum o loción, estos ingredientes activos se encuentren en cantidades mínimas, tan pequeñas que ponen en duda que tengan efectos reales. Esta práctica se llama en inglés fairy dusting o “polvo de hadas”. El fabricante utiliza solo la cantidad del ingrediente activo que le permite mencionarlo en la etiqueta de forma legal. En otras ocasiones, si los ingredientes necesarios estuvieran presentes en la cantidad requerida para hacer efecto, entonces serían medicamentos, y no podrían venderse libremente.
La diferencia está en que en la industria cosmética no existe una regulación sobre las concentraciones mínimas efectivas de los principios activos. Por el contrario, los fármacos deben demostrar su eficacia en dosis específicas.
Compuestos eficaces, cantidades ineficaces
Un ejemplo claro es el del retinol o vitamina A, uno de los activos para el cuidado de la piel más respaldados por los estudios. Para que sea efectivo, debe usarse en concentraciones del 0,2% o superior. Sin embargo, muchas cremas comerciales lo incluyen en proporciones inferiores al 0,01%, lo que las hace completamente ineficaces, aunque puedan poner en la caja que contienen retinol.
La Unión Europea ha regulado recientemente las concentraciones máximas de retinol que pueden tener los productos cosméticos, tanto para uso facial como corporal. En el nuevo reglamento establece que se pueden comercializar productos cosméticos con retinol siempre que la concentración se limite por debajo del 0,05% de equivalente de retinol en loción corporal y el 0,3% en otros productos como cremas faciales.
Algo similar ocurre con la vitamina C, un potente antioxidante que, para ser efectivo en la reducción de manchas y la estimulación de colágeno, debe formularse en concentraciones superiores al 10%.
En el caso del ácido hialurónico, en altas concentraciones es un excelente hidratante, pero muchas cremas lo incluyen en cantidades ínfimas (menos del 0,1%). El colágeno, aplicado típicamente, no puede penetrar la piel debido a su tamaño molecular. Aun así, muchas marcas lo añaden en pequeñas dosis para dar la impresión de un producto “reafirmante”. Algo parecido ocurre con los extractos botánicos, que se usan en proporciones mínimas para dar un aire de producto natural al cosmético.
Estos son algunos compuestos que se suelen incluir en cantidades mínimas y poco efectivas:
Retinol: vitamina A, es ampliamente conocido por sus propiedades antienvejecimiento y la estimulación de la producción de colágeno,
Ácido glicólico: es un exfoliante que mejora la textura de la piel y reduce la apariencia de las arrugas, ya que elimina células muertas.
Ácido hialurónico: es un componente de la propia piel responsable de mantenerla hidratada y tersa.
Vitamina C: es un antioxidantes que puede proteger la piel de las agresiones medioambientales, como la radiación UV y la contaminación, y participa en la formación de colágeno.
Niacinamida o vitamina B3: ayuda a reducir la aparición de manchas y mejora la barrera natural de la piel.
Péptidos: son pequeñas cadenas de aminoácidos, algunos pueden estimular la producción de colágeno y elastina en la piel manteniéndola firme.
Ceramidas: son lípidos de la capa externa de la piel, el estrato córneo, que forman una barrera que mantiene la humedad y mejora la hidratación.
Extractos de plantas: los extractos de aloe vera, caléndula o de té verde contienen antioxidantes, principalmente polifenoles, que protegen la piel de los daños causados por los radicales libres y tienen propiedades antiinflamatorias.
La regla del 1% en cosmética
Uno de los trucos para saber si un producto está formulado con “polvo de hadas” es fijarse en la lista de ingredientes. Aunque no aparecen las cantidades de cada compuesto, si están listados en orden, del más concentrado al menos concentrado.
Así, el primer ingrediente que se menciona es el que contiene más cantidad en el producto, mientras que el último es el que contiene menos. El primer ingrediente suele ser agua o, como se lista en cosmética, “aqua”, y otros disolventes, como alcohol.
Después aparecen ingredientes inactivos, que no tienen otra función que la de mejorar la textura o el aroma del producto, como fenoxietanol, parabenos, benzoato sódico, la etilhexiglicerina o caprilato de glicerilo. Estos ingredientes suelen tener una concentración igual o inferior al 1%.
Así sabemos que, si un ingrediente está listado por detrás de ellos, su concentración es menor aún. Por ejemplo, si la vitamina C aparece después de estos ingredientes de relleno, la cantidad será mínima.
Los productos que pueden caer en esta estrategia suelen ser las cremas de supermercado, los protectores solares con vitaminas y todos los que contengan ingredientes exóticos, como oro, que se encuentra en concentraciones minúsculas y no tiene ningún efecto. También debemos desconfiar de los productos que prometen resultados milagrosos con una lista interminable de activos. Es probable que muchos de ellos sean solo “polvo de hadas”.
Los productos de las marcas más serias especifican el porcentaje de sus ingredientes clave (por ejemplo, “2% de niacinamida”). De nuevo, muchos de estos compuestos deben estar en concentraciones relativamente altas para ser efectivos, por lo que una visita al dermatólogo es siempre la mejor forma de asegurarnos de que nuestra piel recibe el cuidado adecuado, sin gastar dinero en productos ineficaces.