martes, abril 15 2025

Nicolás Grau, ministro de Economía de Chile: «Hay un riesgo de regresión hacia posturas muy conservadoras de ultraderecha»

El responsable económico del Gobierno de Gabriel Boric analiza los retos para compaginar crecimiento y respeto al medio ambiente y la política proteccionista de Donald Trump, mientras defiende el rigor fiscal de la izquierda y la necesidad de avanzar en la integración latinoamericana

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Nicolás Grau (1983), ministro de Economía, Fomento y Turismo de Chile, catapultó su carrera política durante la Revolución Pingüina, la movilización estudiantil de 2006 que puso patas arriba el país a favor del derecho a la educación. Como presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh) entre 2005 y 2006, Grau abrió camino al liderazgo de otros estudiantes ligeramente más jóvenes. No sospechaba entonces que Gabriel Boric Font, que presidió la FECh y lideró la nueva oleada de protestas estudiantiles en 2011, un día llegaría a ser presidente.

Doctor en economía por la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos), Nicolás Grau defiende el papel de lo público en las finanzas. Militante del Frente Amplio, fundado en 2017 para sincronizar diferentes partidos de izquierda, Grau es uno de los pocos ministros de Economía del mundo que se ubica levemente a la izquierda de la socialdemocracia. El ministro chileno atendió a elDiario.es por videoconferencia el pasado 2 de abril, horas antes del anuncio de aranceles a todo el mundo de Donald Trump. En la entrevista aborda el legado del gobierno de Gabriel Boric, el choque entre crecimiento económico y sostenibilidad, la política proteccionista de Donald Trump, la integración de América Latina, las próximas elecciones presidenciales chilenas (16 de noviembre) y el ascenso de la extrema derecha en el mundo. Grau, uno de los ministros más próximos a Gabriel Boric, se enorgullece de la sanidad pública y cree en un mundo multilateral en que los “los distintos países se traten horizontalmente”.

Cuando Gabriel Boric llegó al poder, la élite económica encendió la señal de alarma. Auguraban una hecatombe económica. Sin embargo, su gestión ha estado marcada por la responsabilidad fiscal. La economía de Chile está bastante controlada. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) no llega al 5% anual. Los tipos de interés también, alrededor del 5%, menores que otros países de la región…

La responsabilidad fiscal sucede en muchos gobiernos de izquierda del mundo, y normalmente no se reconoce. Nosotros recibimos un punto de partida lleno de desequilibrios. Durante 2022, la inflación llegó a estar a más del 14%. Había desequilibrios comerciales, un déficit fiscal récord, por decisiones que se tomaron antes, y por el COVID. Lo distintivo de nuestro gobierno no es solo haber logrado una transición hacia una economía más ordenada, sino haberlo hecho con un claro tinte progresista. O sea, se hizo al mismo tiempo que se redujo la pobreza. Estamos en el nivel más bajo histórico. Se aumentó el salario mínimo en más de un 20% real. Se empezó un proceso de reducción de horas laborales semanales, de 45 a 40. Impulsamos la estrategia nacional del litio que va a permitir que una empresa del Estado, en alianza con lo privado, tenga el 51% del yacimiento más importante de Chile y del mundo. Estamos generando la transformación productiva hacia tecnologías verdes.

Sin embargo, el desempleo no baja, supera el 8%. ¿Alguna explicación?

Hay que distinguir creación de empleo y la tasa de desempleo. Durante el gobierno de Boric se han creado 600.000 empleos. Se ha hecho al mismo tiempo que se ha reducido la informalidad. Lo que ha ocurrido es que ha ingresado a la fuerza laboral un grupo importante de personas. Entonces, todos estos empleos no han sido suficientes respecto al crecimiento de la fuerza de trabajo.

El propio presidente Boric calificó como insatisfactorio el crecimiento económico (en torno al 2%). Algunos miembros del gobierno responsabilizan al “pesimismo ideológico” de las élites económicas. ¿El gobierno no asume ninguna responsabilidad?

Chile debiera crecer más y aumentar la productividad. Porque el aumento de la productividad es lo que te permite crecer más sin por ello tener un mayor impacto ambiental. Este año también vamos a crecer algo por encima del crecimiento estructural de la economía, en torno de un 2%. Si la pregunta es, ¿hemos logrado que nuestra economía crezca al nivel que podía crecer dada las condiciones iniciales?, la respuesta es sí. Si la pregunta es, ¿es eso suficiente? La respuesta es no. Insisto en todo lo que estamos haciendo en materia de litio. Vamos a permitir duplicar la producción de litio con una participación relevante del Estado y disminuyendo el impacto ambiental.

¿Podría dar más detalles del Plan Nacional del Litio? También sobre cómo el gobierno está intentando garantizar que las empresas públicas tengan peso en la extracción del cobre, el litio y otros minerales. ¿Los acuerdos público-privados pueden reforzar lo público?

Chile es el país con más reservas mundiales de Litio. Y el segundo productor. Esa extracción de litio está hecha por dos empresas, una extranjera y una nacional, ambas privadas. La Estrategia Nacional del Litio va a permitir duplicar la producción, algo liderado por empresas del Estado. Es un cambio importante, pero con una lógica de articulación público-privada. Me gustaría resaltar el elemento ambiental. Al mismo tiempo que vamos a duplicar la producción, estamos diciendo que vamos a hacer una red de salares protegidos porque Chile tiene 45 salares y no los quiere explotar todos, muchos los quiere proteger. Además, queremos cambios importantes en las tecnologías de extracción, de forma que se pueda sacar más litio pero con un menor impacto en el medio ambiente.

El pasado 30 de noviembre de 2024, el comité central del Frente Amplio manifestó diferencias con el rumbo económico del gobierno. El partido argumentó que no se estaba consiguiendo superar el neoliberalismo. ¿Llegar al poder significó un choque de realidad y pragmatismo?, ¿es imposible superar el neoliberalismo?

El crecimiento verde siempre ha sido nuestra postura. Las transformaciones que hemos hecho durante el gobierno han estado orientadas a fortalecer el espacio de lo común, los derechos sociales y a generar condiciones para que la calidad de vida de las personas no dependa de la familia donde nacieron. Para que eso culmine, se requiere hacer un cambio a las políticas neoliberales en Chile y en el mundo. Lo que ha mantenido el presidente Boric es que es muy importante hacer transformaciones orientadas hacia mayor justicia, mayor equidad, mayor democracia y mayor desarrollo económico.

De cualquier manera, existen críticas ambientalistas. Se está criticando la lentitud a la hora de crear de nuevas áreas protegidas nacionales en la región del Biobío, entre otras. Eran promesas de la campaña del Frente Amplio y estaban contempladas en la propuesta de reforma de la constitución, que fue rechazada por el 62% del país.

En materia ambiental hemos hecho un esfuerzo muy importante. Ahora, ¿cómo calibrar bien la ecuación entre una economía que tiene que crecer, que requiere más inversión, entre otras cosas para enfrentar la crisis climática, y al mismo tiempo una sociedad que debe tener una preocupación importante por su biodiversidad? Es un desafío muy relevante para el progresismo. Creo que hemos encontrado un buen equilibrio. Tenemos el compromiso de ser neutrales en carbono de aquí a 2050. Chile además tiene un rol muy relevante en esa transición energética en el mundo. La combinación de todas esas cosas es difícil, genera tensiones, diferencias. A nosotros nos parece muy bien que las organizaciones ambientales existan, tengan fuerza y pueden expresar esas diferencias, porque contribuye a un debate democrático. Un matiz sobre el litio… Muchas personas en Chile creían que una acción más protagónica del Estado iba a ser sinónimo de lentitud, de burocratización, pero ha sido todo lo contrario.

La narrativa neoliberal identifica todo lo público como lento e ineficiente. Una pregunta sobre el relato del “milagro económico” de Chile, que nació en la dictadura de Augusto Pinochet: una vez que llegaron al poder, ¿entendieron mejor qué había de verdad y qué de mito en el milagro neoliberal chileno, reivindicado también por el expresidente Sebastián Piñera?

Hay que distinguir la economía de la dictadura de lo que vino después en democracia. La economía en dictadura no tuvo un buen desempeño. Hubo dos crisis gigantes. Lo que vino después tiene cosas positivas y otras más negativas. El gran asunto pendiente tuvo que ver con la desigualdad, que se ha mantenido bastante estable. Lo que a mí me corresponde como ministro de Economía es poner el acento en lo que estamos haciendo y lo que debemos hacer a futuro en esta alianza de gobierno entre el centroizquierda y la izquierda, donde no necesariamente tenemos el mismo juicio de lo que ocurrió en Chile en los últimos treinta años. 

Pasemos a la política internacional, estamos a unas horas de que Donald Trump anuncie nuevas tasas y aranceles a productos de todo el mundo. ¿Qué opinión le merece la nueva política proteccionista de Donald Trump? El propio presidente Boric criticó al presidente estadounidense por intentar ser el nuevo emperador del mundo… 

En esto me toca ser muy cuidadoso. Tengo una práctica general de no hacer comentario a las políticas económicas de otros países. Lo que sí puedo decir es que nuestro país siempre va a promover la relación cultural, política y económica entre los países. Creemos en un mundo integrado, pero entre iguales, en el que los distintos países nos tratemos horizontalmente. Estamos convencidos de que una relación basada en el derecho internacional, en el respeto a los derechos humanos, es lo único que nos puede permitir tener un mundo más próspero, donde nos podamos relacionar países que tenemos distintos tamaños y distintas capacidades. 

Chile mantiene buenas relaciones con Estados Unidos, un tratado de libre comercio inclusive. A su vez, en los últimos tiempos firmó varios acuerdos bilaterales con China y tiene muchos proyectos en común con el país asiático. ¿Es viable a medio plazo esa postura de equilibrio en un mundo tan polarizado entre ambas potencias?

La respuesta más simple y directa es lo que estos días está haciendo Chile. El presidente Boric está en la India con una comitiva grande de ministros promoviendo un nuevo acuerdo comercial. Por lo tanto, nuestra apuesta es una economía integrada que diversifica a los actores, que busca relacionarse con ellos de una forma horizontal y con respeto.

En América Latina, el retorno de Lula al poder y la existencia de gobiernos progresistas en Colombia, México, Chile y, ahora Uruguay, provocó que se retomaran instituciones supranacionales como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC). ¿Cómo puede llegar a ser el intercambio económico y político en América Latina bajo el gobierno de Donald Trump en Estados Unidos?

Para nuestro gobierno, tener una buena relación y fortalecer nuestras relaciones políticas, culturales y económicas es fundamental. Uno los problemas que hemos tenido en América del Sur es que las relaciones cambian mucho dependiendo de si hay afinidad política entre los mandatarios. El presidente Boric siempre ha dicho que los presidentes y presidentas pasan, los pueblos quedan, y que uno tiene que hacer un trabajo orientado a la calidad de vida de esos pueblos. En América Latina tenemos que hacer mucho más, hay muchas oportunidades. La clave para hacer mucho más es encontrar proyectos concretos que nos permitan avanzar. Yo, mandado por Boric, tengo que impulsar un corredor bioceánico que parte desde el sur de Brasil, pasa por Paraguay, por Argentina y termina en el norte de Chile, y que va a permitir tener un flujo comercial. También fuimos con el presidente Boric a Paraguay, a reuniones con el presidente Peña, que es un presidente no de nuestra visión política, pero con el que hicimos una excelente agenda. América del Sur es fundamental para nosotros, tenemos un compromiso, yo diría, político y también sentimental. No se ha hecho suficiente por esa integración y nuestra forma de abordar aquello es encontrar maneras concretas de aumentar esa integración.

¿Hasta qué punto la llegada de Javier Milei al poder ha dificultado la relación con Argentina y otros proyectos de integración económica regionales?

Déjeme comentarlo con un ejemplo bien concreto. Nosotros, como ministerio de Economía, hemos estado impulsando un plan de fortalecimiento industrial en la región del Biobío. Una de las 32 medidas de las más importantes de ese plan es la articulación con la provincia de Neuquén de Argentina. Y hace algunos meses fui con el gobernador del Biobío una visita a impulsar esta agenda donde nos juntamos con el gobernador de la provincia de Neuquén. La integración entre Argentina y Chile tiene una fuerza tremenda.

La COP16 de Cali de 2024 y la COP30 de Brasil de este año han conseguido poner en diálogo asuntos como biodiversidad y bioeconomía. Y un protagonismo global de América Latina. ¿Cómo se incorpora Chile a este liderazgo latinoamericano ambiental en tiempos de emergencia climática?

Yo vengo más del mundo económico desarrollista de izquierda, no del mundo ambiental, pero he aprendido que hay distintas crisis ambientales. El tema ambiental, en su conjunto, es el tema más importante de nuestra generación. Ahora, debe abordarse al mismo tiempo que se crece y se generan empleos de calidad. La política pública progresista debe lograr una estrategia de desarrollo donde se generen empleos de calidad al mismo tiempo que se abordan estas crisis ambientales. Cómo hacer esto en la práctica es un desafío gigante. No creo que haya recetas generales, sino que tienen que estar muy presente estas dos perspectivas.

Como ministro de Turismo, usted lanzó la Estrategia de Turismo Nacional Sostenible 2035. ¿Qué se puede hacer desde un gobierno por otro tipo de turismo que pare los pies al capitalismo de plataforma?, ¿cómo hacer que plataformas como Airbnb no dañen tanto el tejido barrial de las ciudades e incrementen el precio de la vivienda?

Más de 600.000 personas se emplean en el sector del turismo. Es un sector que tiene mucha capilaridad, tiene una participación de mujeres muy importante y además puede permitir una especial sintonía entre la agenda ambiental. ¿Qué estamos haciendo nosotros? Se ha hecho una fuerza muy importante por recuperar un terreno perdido por el COVID. Lo hacemos desde una perspectiva que busque promover y desarrollar ese turismo de empresas de menor tamaño y con preocupación de lo cultural y el medio ambiente. Tenemos que hacer un esfuerzo mayor de descentralización y de mejor articulación con los gobiernos regionales.

Por ley, el presidente Boric no puede ser candidato en 2026, aunque sí en el futuro. ¿El Frente Amplio se abriría a apoyar a un candidato presidencial que no sea el suyo, a un candidato del centroizquierda?

Esta alianza que hemos tenido durante estos ya tres años debe continuar. Eso puede implicar que distintos liderazgos de distintos sectores políticos de la alianza puedan liderar esa alianza. Y la forma de resolverlo es bien simple: una primaria. Ya hay algunos candidatos y candidatas disponibles a esa primaria. El Frente Amplio y el Partido Comunista están definiendo sus candidaturas. Necesitamos una alianza amplia para hacer los cambios profundos que queremos realizar.

La derecha se radicalizó mucho en estos años en Chile. ¿Se deba a la pandemia o al propio crecimiento de la extrema derecha en el mundo?

A las dos razones. Hay un riesgo de regresión hacia posturas muy conservadoras, ultraderechistas. Hace muy pocos días, un candidato de la ultraderecha en Chile estaba haciendo comentarios antivacunas. O sea, no solo está en riesgo la democracia, sino valores básicos de la democracia. El avance civilizatorio que tuvimos durante el siglo XX ha permitido disminuir la mortalidad de una manera muy marcada. Además, Chile tiene una larga tradición de sanidad pública, de la cual todos nos sentimos orgullosos. Entonces, esa amenaza es una buena razón para unirse (en la izquierda), pero a mí también me gusta ponerlo en positivo. Nosotros queremos transformar la sociedad para mejor, hacia visiones democráticas, de mayor justicia social.

 ¿A qué atribuye el crecimiento de la extrema derecha en Chile, América Latina y el mundo?

Los dos aspectos fundamentales detrás son las tensiones que ha generado el crimen, en particular el crimen organizado, y la forma en que a la sociedad le cuesta asimilar los procesos migratorios. Son tensiones muy complejas y, aunque yo no comparto las soluciones de la ultraderecha, ha sido más hábil para actuar en ese escenario.

La extrema derecha asocia el elevado coste de la vida de Chile, la deuda de las familias, a la inseguridad, colocando la culpa en los inmigrantes…

Hay un desafío muy relevante. No hemos sido un gobierno de centroizquierda que cuando la población ha dicho que el crimen es su principal preocupación, hemos dicho, esa es la principal preocupación y vamos a hacer de ello nuestro principal problema de política pública.

Para concluir, ¿cuáles han sido los aprendizajes del poder?, ¿alguna autocrítica? 

El presidente Boris nos dice que nos queda un 25% del gobierno. No me gustaría hacer comentarios de balance como si esto ya estuviera realizado. Por supuesto, yo tengo muchas reflexiones políticas respecto a esto y también autocríticas, muchas. Y llegará el momento para hacer este tipo de juicio. Creo que van a ser juicios muy importantes, no sólo individualmente, sino colectivamente para ver cómo nos planteamos políticamente a futuro.